Los ríos siguen su curso eternamente bajo los puentes antiguos. Bajo sus arcos, va pasando el caudal que tantos desean derivar hacia su molino. Lejos del mar todavía, los arcos dibujan la curva que sostiene el tablero del puente. Del que hoy traemos aquí,, medio punto y aguda curva de la ojiva.

Puente sobre el Fluviá en Besalú, aguda curva de la ojiva, espiritualidad afilada y aguileña en el pico del arco. Puente raro, cuyo tablero deja la línea recta para que el caminante que lo cruza trace un ángulo obtuso en su trayectoria. Armonía rítmica de rectas en el tablero y de curvas en el sustento. Y el río siempre mirando hacia arriba, para contemplar al paseante que mira hacia abajo.

Sensualidad de la aguda curva sobre la que se alza orgullosa la torre medieval. Testigo de la transición del románico al gótico. Del semicírculo a la aguda curva. Todo menos el río, fue volado en la guerra fratricida. Felizmente reconstruido, podemos admirarlo, como el río hace, en su majestuosidad bajo las negras nubes del atardecer otoñal.

Lorenzo Correa

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