Marrón baja el Ebro estos días en Zaragoza. parece un río de chocolate cuando guarda silencio al pasar por el Pilar. Sigue callado al discurrir bajo el puente de Piedra. Feliz de recibir al Gállego y al Huerva. Un cauce principal y dos afluentes que dan argumentos de peso para poder denominar a Zaragoza la «ciudad de los tres ríos».

Pero hoy el Ebro es un río de chocolate. Ufano en avenida ordinaria. Gracias a las lluvias caídas con profusión, aunque sin sobresaltos, en toda la cuenca alta, el río ha tomado prestados sedimentos de las ubérrimas tierras de sus riberas. Y con ellos, ha conseguido por unos días volverse marrón.

Parece como si, en nuestra foto de portada, el Pilar se inclinara con incredulidad para ver más de cerca al río de chocolate. Y sigue con la mirada el paso de los marrones y mansos caudales bajo el misterioso puente de Piedra. Como la basílica es más moderna, lanza al río y al puente su pregunta eterna. ¿Hubo ahí un acueducto romano?

El río guarda silencio para que la Virgen no se despierte. Pero …

«Cruzando el puente de Piedra
se oye una brava canción
en las torres las campanas
están tocando a oración«

Dejemos al Pilar admirando a su río de chocolate y al puente de Piedra escuchando las campanas. Él sí que sabe que antes de ser así, hubo otros, que fueron destruidos y reconstruidos a lo largo de los siglos, aunque alguno fuera de madera. Y cómo la avenida de 1261 lo volvió a destruir siendo sustituido por un puente de barcas.

Tantas veces afectado por las avenidas, ahora respira más tranquilo. Porque hay embalses laminadores que lo protegen. Así puede contemplar sin dolor en su estructura el lánguido paso hoy de su río de chocolate

Lorenzo Correa

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