Rectifica el canal el meandro del río cuando se ha construido para saciar la sed de unas turbinas que producen energía eléctrica. El meandro y la turbina son el dúo formado por una parte natural y otra artificial, cuya coyunda es el canal. Y el producto de la unión, los kilovatios.

Recordando el pasado de las colonias industriales, nos ha venido la inspiración para hacer un soneto para el meandro y la turbina. Ante todo, la turbina es el resultado de la evolución de la rueda hidráulica. Si dispone de eje horizontal, el movimiento se origina por el peso propio del agua, si es vertical, por su velocidad.

Las primeras, al no haber movimiento de flujo dentro del motor, tenían bajos rendimientos, entre el 15 y el 35% de la fuerza teórica del salto, por lo que necesitaban un gran caudal, ya que el choque del agua ejercía una sola acción sobre las palas de la rueda y se escapaba. Hicieron historia durante casi un siglo alimentando telares. Hasta que la industria textil desapareció.

Después, solo quedaron el meandro y la turbina, con el canal como nexo de unión. Desaparecida la industria y los beneficios directos e indirectos que comportaba la creación de puestos de trabajo, la desfavorable afección al cauce de la derivación de caudales, se convirtió en arma arrojadiza de colectivos ambientalistas y pescadores, originando múltiples polémicas ligadas al mantenimiento del “caudal ecológico”.

La transposición de los principios de la Directiva marco del agua, consiguió por fin , tras denodados esfuerzos, que la legislación obligara a adoptar caudales ecológicos. Y así, se ha logrado que pase más agua por el meandro y la turbina descanse algo más.

Lorenzo Correa

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