La españolísima palabra “fuero”, viene del “fórum” latino. Se refiere a cada uno de los privilegios y exenciones que se conceden a una comunidad, a una provincia, a una ciudad o a una persona. ¿Hay ríos aforados, es decir, que tienen fueros? Pues claro que los hay, aunque no tantos, en proporción, como políticos aforados. Son los que disponen en su cauce de una o más estaciones de aforo.

Ya saben que en política, el aforado es aquel que, por ejercer un cargo público o por su profesión,  goza del derecho, en caso de ser imputado por un delito, de ser juzgado por un tribunal distinto al que correspondería a un ciudadano normal. Así que, las dos acepciones de aforado se unen en cuanto a lo que tienen de privilegio.

En política surge cada cierto tiempo el debate sobre si hay demasiados políticos aforados y debería haber menos, o incluso ninguno. Sin embargo, en el ámbito de la gestión del agua, no surge casi nunca el debate sobre si debería haber más ríos aforados. Nosotros creemos que debería haber más. Con más estaciones de aforo, por supuesto

Los ríos aforados tienen el privilegio de saber qué caudal circula por su cauce, porque éste se puede medir. Y este dato sirve para muchísimas cosas, todas positivas. Porque las estaciones de aforo sirven para captar registros sistemáticos de niveles y caudales en continuo.

Y así se puede planificar en muchos ámbitos de la gestión del agua. Del abastecimiento, del  saneamiento y del diseño de infraestructuras hidráulicas. Pero también de la estimación de cargas de sedimentos y de la  calidad el agua. Casi nada.

Cuando no se puede medir en continuo el caudal, se aplica la relación entre calado y caudal. Y se define mediante mediciones periódicas y un registro sistemático de los niveles. O también,  usando estructuras de medición calibradas en el laboratorio o sobre el terreno.

Saludemos la existencia de ríos aforados, porque su privilegio nos permite saber cada vez más del agua que por ellos circula. Y luchemos porque, al revés que los políticos, cada vez sean más. Y que éstos no se olviden de dotar a los gestores de presupuestos adecuados para mantener las estaciones de aforo.

Lorenzo Correa

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