Burbujas en el charco. Un poema de Lorenzo Correa


Y llegó la lluvia. Sus gotas burbujean en el charco recién formado. Balsa fugaz que recoge aguas que no pueden correr hacia el cauce por alguna anfractuosidad del terreno. Cavidad sinuosa es el charco en que rebotan las persistentes gotas que no dejan de caer del cielo con la furia de la tormenta desatada.

Suelo y cielo fundidos en el charco. El negro del pavimento luce brillante, pulido por las gotas enfadadas por dejar la cómoda zona de confort de la nube. El poeta ve llover en lo verde blando, en la tierra líquida y en el charco terroso. Surge el soneto violento y suave, como las gotas en la tormenta.

Entre agua y agua, pasan los coches vaciando el charco y enviando su cosecha de gotas embalsada a los peatones que la reciben con sorpresa y enfado. Se funde la lluvia en llanto, recordando a Rosalía glosada por Juan Ramón.

Mientras recitamos lo escrito, la sequía sigue su camino de vuelta al arcano. Solo nuestro charco es testigo de su partida. Pronto volverá. Ojalá lo haga cuando las medidas propuestas para suavizar sus terribles secuelas estén realizadas. Ni el optimismo vital del poeta se lo creería. Pero haberlas, haylas.

Lorenzo Correa

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