El blanco lavadero. Un poema de Lorenzo Correa


Leyendo a José Pla, el gran descriptor del paisaje, apareció un lavadero. Lo más curioso es que aparecía en una narración de cinco historias del mar. Por eso nos inspiró, porque nos sorprendió, encontrar un lavadero de agua dulce en un libro dedicado a narraciones del agua salada.

Describía Pla la «abrigada y dulcísima cala de Fornells, en la hispana Costa Brava. A sus 20 años, en 1917, el escritor muestra con maestría un paisaje eterno, aunque hoy ya prácticamente desaparecido en todo lo que no sea la línea de costa y el mar Mediterráneo. Y en esa zona hoy ya solo reconocible en sus escritos, estaba el lavadero.

«En el paraje había una excelente aguada, bajo los pinos, con un lavadero donde iban a lavar muchachas de dientes luminosos y encías frescas. En invierno, cuando las lluvias hacían renacer las fuentes, brotaba un chorro de agua como un muslo femenino, translúcido, con el verdiazul de las venas bajo la carne de color de rosa» Bodegó amb peixos, J. Pla.

Este magnífico párrafo da para escribir muchas poesías del agua. Un lavadero ya imposible de localizar, donde los manantiales manan abundantes a pocos metros del mar en la costa sagrada, por su bravura, y ampurdanesa por su pertenencia al Mediterráneo Occidental.

Un lavadero en la poesía del agua, en un soneto inspirado por un escritor inaferrable y movedizo, materialista y cartesiano. Y al que que siempre le gustaba vestir las ropas de otro. Quizás, esas que se limpiaban en el lavadero de Fornells, cabe Begur, entre Sa Tuna y Tamariu.

Lorenzo Correa

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