Decía Ramón Gómez de la Serna que » el Manzanares es el río humano, que no se pone de pie sobre la tierra como los ríos profundos, ni se atropella, ni irrita sus orillas, ni se engarabita, ni mete ruido; él, tendido silencioso, se deja deslizar, y es como el nadador desnudo que con los brazos detrás de la cabeza y boca arriba se dejase llevar, se deslizase fluido como lo es un río«. Como nuestra riera de la Gotarra.

Muy lejos en la distancia, aunque muy cerca en el concepto ramoniano, está nuestra Gotarra. Ideal para ser un capítulo esencial en en esta saga de los ríos humanos. Entre los que los que se parecen, siempre salvando las distancias, al Manzanares, ocupa un lugar señero. También porque es tan cercana al corazón de quien escribe como el primero.

Y como el río es el camino más bello que existe, en ello algo tendrá que ver la hidronimia. En este caso , Gotarra significa el río alto (goi-tar-a). Alto porque desde la gerundense villa de Llagostera sus aguas van hacia el Onyar y una vez unido a él,  al exprimido Ter.

No todos los ríos van a ser Indo, Ganges, Yang tsé, Amazonas, Rhin o Ebro. Habrá que disfrutar también de los cauces pequeños y modestos como nuestra Gotarra. Porque su belleza también es digna de admirarse. Pero, ¡cuidado! Porque le hemos visto enfadado, saliendo de su cauce con aguas marronosas cuando llega la DANA.

Y en esos días en que la naturaleza da permiso al humilde río, al que por ello denominan riera, es mejor mantenerse lejos. Sobre todo abstenerse de probar sus vados, pues el valiente correrá el riesgo de perder el coche y hasta la vida.

Observad la Gotarra tranquila y endafada. En ambos casos, nos gusta admirarla en su modestia. Merece pertenecer a nuestra pequeña colección de ríos humanos

Lorenzo Correa

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