¿Habrá trasvase del Ebro si le llaman interconexión?


Barcelona, diciembre de 2023. La ciudad está gris, los parques, marrones, los árboles, fritos. Vivimos la peor sequía registrada en Cataluña. La que amenaza con cerrar los grifos de los habitantes del Área Metropolitana de Barcelona. Ante esta situación, los gestores del agua presentan soluciones a finalizar en un plazo de cuatro años como mínimo. Entre ellas no está la interconexión con el Ebro de la red Ter-Llobregat. Siguen primando entre ellos las nuevas idolatrías.

Pero la alarma es tal, que comienzan a proponerse soluciones diferentes aunque complementarias de las proyectadas. Porque la solución a corto plazo ya solo depende de que la providencia divina o los hados, decidan que llueva a cántaros durante muchas jornadas. Un minidiluvio catalán ¿ Otra idolatría?

La realidad actual es que la Región Metropolitana de Barcelona, que es donde vive la mayoría de la gente tiene hoy un déficit de 200 hm³/ año, a pesar de contar con dos desalinizadoras y un sistema de embalses. En la ciudad del supercomputador Mare Nostrum.

Pero como ya hemos indicado más arriba, la planificación hidrológica de la administración hidráulica catalana está muy lejos de compartir esta idea de la interconexión con el Ebro. Su plan hidrológico vigente pretende solucionar el problema con dos nuevas plantas de desalinización y la construcción de 25 nuevas plantas de regeneración de aguas residuales destinadas a regantes e industriales a los que se les pedirá sustituir los caudales de aguas superficiales y subterráneas que tienen concedidos por los que desde las depuradoras les suministrará la Agencia Catalana del Agua.

La dependencia de la energía eléctrica será importante. Sin embargo, en Cataluña, el 57% de la electricidad consumida tiene su origen en las centrales nucleares (en el conjunto de España solo es el 20%).
Y la alternativa verde, la deseada descarbonización supondría ocupar el paisaje natural del 2,5% del territorio catalán con generadores eólicos, placas fotovoltaicas, centrales generadoras y líneas de transporte. Además de alterar también el paisaje marino con parques eólicos off shore

Así las cosas, el llamado Observatorio Intercolegial del Agua organizó una jornada de presentación de su solución. Que no es otra que la antes citada de construir un «Corredor del Agua» que conecte todas las redes en alta. La conexión de la red de abastecimiento del Ter y del Llobregat (ATLL), con la del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT). La interconexión con el Ebro.

La idea de unir todas las cuencas hidrográficas a través de la red de alta dando máxima prioridad a la conexión entre ambos sistemas viene de muy lejos. Pero no se hizo realidad nunca. Ahora la relanzan los colegios profesionales de Ingenieros de Caminos, Industriales, Agrónomos y Economistas.

Huyendo de la políticamente incorrecta e impronunciable palabra «trasvase«, califican la obra a ejecutar como «Interconexión mallada de redes«. Eso sí reversible siempre que sea posible.

Una autopista catalana del agua que «estructure las redes actuales y permita resolver situaciones puntuales y de emergencia, reversible y que se regule de forma transparente, con un sistema de compensaciones ambientales y garantías territoriales«. Tan ampuloso título no es más que la recuperación de una idea que nació en los años 30, se desarrolló en los 60 y estuvo a punto de ejecutarse en 2008. Entonces se llamaba trasvase, ahora interconexión con el Ebro. Pero es lo mismo

Ahora, se recupera el proyecto más moderno, el de 2008, que trazaba una canalización de 65 km de longitud, paralela a la AP7, entre El Vendrell y Olérdola. En la zanja se instalan canalizaciones en antena de diámetro máximo 1,3 m. Conectando así con las aguas del Ebro que llegan hasta el límite de la provincia de Tarragona, gracias a la concesión de hasta 4 m³/ s que posee el CAT, con la red Ter Llobregat.

Nos informan que estas obras de interconexión de redes se podrán realizar en 18 meses y que su coste sería de unos 300 millones de euros. Se concluye que esta actuación es técnicamente viable y económicamente factible. Que desde el punto de vista legal “solo” habría que modificar el artículo de la Ley 18/81 que limitaba el alcance geográfico de las aguas derivadas del Ebro a la provincia de Tarragona. y permitir que llegaran a la de Barcelona.
Un acuerdo del Consejo de Ministros, resolvería el problema legal. Además, también nos dicen que de los 4 m³/ s que el CAT tiene concedidos, hoy en día solo se usan entre 2,4 en invierno y 3,7 en verano. Por lo que hay caudales concedidos suficientes para llenar las canalizaciones previstas, que solo necesitan de 0,3 a 1,4 m³/ s.

Pero los organizadores, que nos han convencido con sus argumentos técnicos, legales y económicos sobre la interconexión, se dejan en el tintero un aspecto fundamental. Ese no lo tocan. Es el de siempre.

¿Será la solución social y políticamente aceptable?

La experiencia del pasado es muy negativa en este aspecto. Porque en 2008, después de debates y discusiones sin fin, la ley aludida indicaba, atendiendo a presiones sociales y políticas, que la utilización del trasvase o interconexión con el Ebro fuera de la provincia de Tarragona finalizaría cuando lloviera suficiente o cuando se pusieran en marcha las plantas desalinizadoras. Ambas cosas ocurrieron y hasta hoy.

Las obras nunca se realizaron. Pero la población del Área Metropolitana ha seguido creciendo y… estamos en el mismo punto, sin garantías. Por eso este aspecto social debe considerarse desde el primer momento, cosa que en la presentación que comentamos no se hizo.

Sin embargo, a nosotros ni nos parece una solución novedosa, ni factible si no se firma antes el manido, deseado de boquilla y por ello nunca firmado hasta ahora “Pacto del Agua”. Por lo demás, nos gusta mucho, tanto que no comprendemos cómo no se ha realizado hace mucho la interconexión. O sí.

Decíamos ayer que los trasvases y sus derivadas de interconexión son un obstáculo importante que impide el avance hacia la firma del citado pacto, aunque se intente con denuedo una y otra vez llevar a puerto la nave sin que naufrague en el proceloso océano de su travesía

Detrás de la polémica del trasvase, hay razones y emociones que arman de argumentos y cargan de juicios a los sistemas sociales que libran la batalla. Ellos dan forma al escollo, afilan sus aristas y alimentan su crecimiento. En un primer momento, desde la ingenuidad del inexperto, lo lógico sería hacer una llamada a la comprensión entre sistemas sociales.

Para ello, sus miembros deberían reflexionar sobre las relaciones que constituyen el mundo (cosmos, biosfera, cultura) al que su sistema pertenece, trascendiendo lo que llamamos “conocimiento”. Porque el conocimiento procede solo de la razón y emerge de las coherencias del ámbito local que da forma al sistema, sin querer mirar más allá y divisar las coherencias sistémicas de todo el cosmos. Y trascender incorporando la comprensión, que es global, no local.

Para unir conocimiento y comprensión hay que aceptar la legitimidad de lo que se vive, sea local o global. Y esa aceptación o su oponente, el rechazo, sale de la conversación, porque es la red  de conversaciones la que constituye el sistema social, en el que sus integrantes operan desde la mutua aceptación. Eso es un club, un partido político, una comunidad de regantes o una ONG académica.

Por supuesto que hay que hacer algo más que dialogar para acordar a dónde queremos viajar. Hay que financiar el viaje, saber cuanto cuesta y quien lo paga. Por desgracia, tememos volver a asistir a la ceremonia mediática de la confusión, al postureo político y a la eterna queja del ciudadano porque alguien de fuera de una cuenca «se lleva» el agua de esa cuenca.

Por cierto ¿el agua es de la cuenca, del ribereño, de todos, de nadie, o del que tiene dinero?

¿Será cierto lo que escribió Santiago Rusiñol en sus Máximas y malos pensamientos?: “Si es verdad, como aseguran, que la propiedad es un robo, el día que todo sea de todos, todos seremos ladrones

Se mezclan emociones y razones. Razones de pertenencia a la cuenca, de defensa del medio, con toda su carga emocional, que generan argumentos en un sentido. Razones de los planificadores, con el poder muy cerca, del otro. ¿Con quien está la ética? «Dejà vu».

Enfrentar emociones y razones no es eficaz nunca, ya lo hemos visto. Habría que apelar a la sabiduría, que es el producto de comprender y conocer en la acepción antes elucidada, para que surja otro tipo de emoción, la que emana de la convivencia social, porque nace del amor y no del odio. Porque la emoción del odio disminuye la inteligencia, fomentando la visión única de nuestros juicios.

La solución, si la hubiere, que parece que no, pasa por la seducción, no nos cansamos de repetirlo. Seducción para la interconexión que surge del amor, no del odio y pone en escena emociones que fomentan la confianza. Justo lo que hasta ahora, jamás se ha hecho ni siquiera intentado. Solo emociones del terruño, de los buenos sentimientos hacia la naturaleza de un lado y razones pesadas, basadas en juicios de parte de uno, que cuando se formulan, generan razones basadas en juicios también de parte del otro.

La confianza huye despavorida y los comerciantes hacen su agosto. Esa es a nuestro modo de ver la partida que se lleva jugando un siglo, con innumerables jugadores, pero con el mismo resultado: de pacto, nada. Si queremos que algo cambie debemos empezar por cambiar nosotros y hacer las cosas de otra manera. Con o sin cambio climático.

Veamos el desarrollo de una partida jugada hace más de 60 años y comparemos con lo que ahora se juega sobre la mesa. Ya no queda en activo ningún jugador de entonces, pero los problemas son los mismos. ¿Obtendremos el mismo resultado?

José María de Porcioles, alcalde de Barcelona durante una larga etapa de la segunda mitad del siglo pasado, recoge en su libro de memorias una extensa referencia a la génesis del trasvase del río Ter a Barcelona, que se convirtió en la solución para garantizar lo más posible el abastecimiento a la entonces ya densa en población región metropolitana de Barcelona.
¿Por qué se tomó la decisión de solucionar el problema derivando aguas del Ter en su curso medio hacia la metrópoli? ¿Qué alternativas se barajaron? ¿Quién decidió?

Uno de los problemas más importantes que se encontró Porcioles a su llegada a la Alcaldía (1957), fue el de solucionar la absoluta falta de garantía en el suministro de caudales suficientes para dotar a la capital catalana, entonces inundada por una imparable riada de personas que buscaban entre sus muros una oportunidad de mejorar su precaria calidad de vida. Y entonces empezó la que él denominó “la batalla del agua”. En ella participó tomando partido por uno de los bandos, que finalmente fue el perdedor.

Los contrincantes fueron por un lado los partidarios del «Plan General de Aguas de Cataluña » (PGAC). Comunicaba las cuencas excedentes de los ríos pirenaicos afluentes del Ebro con las menos ubérrimas de las cuencas internas de Cataluña. Su objetivo, resolver mediante el trasvase todos los problemas de garantía existentes entonces en el Principado. Sus partidarios eran los del «lo que quisimos hacer». En el otro bando militaban los que apoyaban el «Plan de Traída de Aguas del Ter » (PTAT). El que fue vencedor, el bando de los del «lo que pudimos hacer».

Porcioles, comenzó la lucha contactando con Victoriano Muñoz Oms, entonces Director General de ENHER y solicitándole la redacción del PGAC, que pretendía entregar al “Jefe del Estado”, en la primera ocasión que tuviera.

El Plan regulaba cuencas internas e intercomunitarias catalanas. Compensando los caudales de las gerundenses con los de las ilerdenses, dejaba el Ebro en reserva para sequías. Además, aumentaba la producción eléctrica en 750 millones de kW /h. Y ponía en regadío 200.000 nuevas ha de riego de las cuatro provincias catalanas. Se derivaban hacia Barcelona 12 m³/ s

El estudio financiero preveía una aportación de 10.000 PTA / ha, o sea, 2.000 M PTA. Los municipios beneficiarios aportarían 1.000 M PTA. El aprovechamiento industrial de los kilowatios generados se consideraba de 2.000 millones y el Estado participaba con otros 2.000, en 10 anualidades, con el objeto de garantizar la ausencia de suspicacias relativas a un hipotético favoritismo estatal hacia Cataluña.

La difusión del proyecto generó recelos y envidias. Ellas, según hace constar Porcioles provocaron la publicación por la Dirección General de Obras Hidráulicas (DGOH) del Ministerio de una «nota» , involucrando el proyecto dentro de algunas » torpes maniobras políticas «. Esto inició el «calvario» del alcalde ante el Ministerio. ¡Él también se quejaba de que alguien estaba jugando con el agua!

Y aquí comenzó la batalla entre los partidarios del PGAC y la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental (CHPO) , dependiente de la DGOH. Ella pretendía acometer el trasvase del Ter, de acuerdo con su planificación. Desde Gerona se iniciaron las hostilidades, con movilizaciones de la opinión pública, dada la presunta afección del plan de Confederación al desarrollo de la Costa Brava. Porque la derivación prevista del Ter hacia Barcelona, reducía drásticamente los caudales circulantes aguas abajo.

La batalla se desarrollaba con Barcelona soportando una sequía africana, en agosto de 1957. En esa fecha, el Plan de la CHPO fue publicado en BOP para cumplir con el trámite de información pública. La Sociedad General de Aguas de Barcelona (SGAB), avivó la polémica con su proyecto de trasvase Ter -Llobregat, con derivación aguas arriba del embalse de Sau.

Además, añadió una solicitud de aumento de la tarifa del agua. Porque no podía absorber el gasto provocado por el incremento de altura de los bloques de pisos de Barcelona . Porcioles terminó aprobando el aumento de tarifas en un 20%, (inferior al solicitado por la SGAB ) , e introdujo otro elemento , la construcción del embalse de Oristà en la riera Gavarresa .

El panorama que relata Porcioles, a raíz de la visita que le hicieron el Director General de Obras Hidráulicas y el Director de la CHPO, es muy triste. Lérida contemplaba con indiferencia el proyecto de Muñoz Oms, pues no perdía nada con el Plan de Confederación. Y Gerona rechazaba todo proyecto que incluyera el Ter. Lo hacía por esta relación de » propiedad» que todo el mundo que reside cerca de un río tiende a mantener con sus caudales circulantes (quizás sea esa una de las claves del “juego”). Por lo que sólo Tarragona defendía encarnizadamente el PGAC.

Porcioles continuó la lucha obligado por su convicción de la bondad del PGAC. Y por la sequía que asfixiaba Barcelona, con restricciones cada vez más severas. Estos escritos generaron polémica en Consejo de Ministros, pues tanto Carrero Blanco como Barroso, (Ministro del Ejército), eran favorables al Plan. Porque con él pensaban » resolver de una vez y para siempre el asunto , dándose satisfacción a toda Cataluña» .

A pesar de este apoyo, el Consejo de Ministros del 5 de septiembre de 1958 aprobó el Plan de la CHPO. En su nueva versión, incrementaba los caudales del Ter derivados a Barcelona y recogía algunas propuestas del Plan General. Batalla perdida

En esta vida, todo es susceptible de complicarse. La Diputación de Barcelona, que hasta el momento no había intervenido en este enredado asunto, presentó un «Plan Supletorio», a ejecutar en tres fases. Embalse en la cuenca del Segre , que regaría la comarca de la Segarra , Igualada, Vilafranca del Penedés y Vilanova i La Geltrú. Embalse de la Baells, en la cuenca alta del Llobregat. Y una derivación en Montesquiu del Ter . Esto abrió otro frente de batalla: Barcelona contra su propia provincia.

Ante esta situación, Porcioles cree que debe interpretar el rol de defensor de los intereses generales de Cataluña. Y, dando por perdida su batalla, entra en la lucha por conseguir más atribuciones para el Ayuntamiento en las nuevas concesiones. Para disponer de suficiente fuerza dentro de los futuros organismos que regularan el abastecimiento desde el Ter. Y solicitó la titularidad municipal de la concesión , la creación de una comunidad de usuarios y la titularidad de los aprovechamientos hidroeléctricos.

La Junta Administrativa del Nuevo Abastecimiento de Aguas de Barcelona, constituida el 25 de noviembre de 1958, fue la encargada de ejecutar las obras de interconexión y encarga su construcción a la CHPO, ejecutándose en seis años, con una plantilla de 1.400 trabajadores.

El 2 de julio de 1966, el » Jefe del Estado » inauguró en Cardedeu el trasvase del Ter . Un caudal de 2 m³/s de agua de este río se confundió con las del Mogent , hasta llegar al Besòs. E hizo desaparecer el fantasma de la sequía. Gracias a una interconexión que antes se denominaba trasvase.

Finaliza Porcioles esta amplia mención a la Batalla del Agua, con una amarga paradoja. “Cuando el trasvase comenzaba a funcionar, el Director General de Obras Hidráulicas afirmaba que España necesitaba un Plan General de Aguas , el mismo que él había defendido sin éxito para Cataluña. Sin embargo, Barcelona, con esta obra en funcionamiento, dispondrá de agua hasta el año 2000. No debíamos olvidar que la política es el arte de lo posible».

En 2003 se inauguró la primera desalinizadora de Cataluña y en 2009 la segunda, que es la de Barcelona. Hay otras dos panificadas. Y más cosas de regeneración de aguas depuradas. Y ahora vuelve el pasado con la interconexión ¿O es el presente?

Han pasado casi sesenta años y seguimos jugando al póker en la penumbra, con una baraja gastada y muy deteriorada, con jugadores sin rostro. Poco hacemos para avanzar en la generación de confianza. ¿Alguien sabe hacia dónde va la partida? ¿Será esta vez posible la interconexión?

Lorenzo Correa

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