En la ropa hay mucha agua


Hace unos años, escribimos aquí un artículo  dedicado a divulgar la importancia de la denominada “huella hídrica” en la consecución de un objetivo clave, que anima a actuar a todos los que nos preocupamos por el futuro de la gestión del agua. Y de la ropa. No es otro que el de conseguir incrementar la eficiencia en el uso del agua, haciendo más con menos. Es decir, garantizando un uso racional y solidario sin afectar al medio hídrico.

Para equilibrar este balance recurso-patrimonio, nada mejor que adoptar medidas para consumir menos agua. Pero no solo abriendo menos el grifo, o cerrándolo más. También dejando de consumir artículos cuya huella hídrica es muy elevada. Es hora de darle al agua virtual la importancia que tiene y de saber que cuando consumimos comida, cuando usamos cualquier objeto sólido como envase e incluso cuando usamos algo tan cotidiano y universal como es la ropa con la que nos vestimos, estamos consumiendo agua. Y en el futuro deberemos consumir TAMBIÉN menos agua virtual.

Para reducir la huella hídrica en nuestro entorno de vida, ya sea rural o urbano, hay que cambiar los paradigmas de consumo y uso. Algunos ya intuyen que la huella hídrica se reduce comiendo alimentos con escasa huella. Porque la agricultura y la ganadería son responsables de más del 90% del consumo de agua virtual.

Por lo tanto, evitar el derroche de alimentos, lo que vulgarmente conocemos como tirar la comida es una forma más y muy importante de ahorro de agua. Pero también lo es el disminuir la ingesta de carne e incrementar el consumo de vegetales.

Hoy vamos a avanzar algo más y vamos a tratar sobre la ropa que vestimos. Vivimos en una época en que la tiranía de la moda impone sus criterios, que en muchas ocasiones nos llevan a vestir cambiando continuamente de modelo de ropa. Porque lo que se lleva es de usar y tirar.

Cuando hacemos eso, cuando tiramos la ropa por estar pasada de moda o porque ya no nos gusta, estamos también derrochando agua. O sea que cuanto más prolonguemos  la vida de nuestra ropa, más agua estaremos ahorrando.

Como ya comentamos en el artículo citado más arriba, el holandés Arjen Hoekstra,  es el padre del concepto de huella hídrica. En lo que se refiere a la ropa, nos dice que para fabricar una prenda tan común entre los seres humanos de cualquier género, edad,  raza o país, como es una camiseta de algodón de 250 gramos de peso hay que gastar  2.700 litros de agua.

Lo normal es que hoy en día este tipo de ropa se use 100 días durante dos años y se lave 50 veces. Si con la camiseta nos ponemos unos vaqueros, éstos necesitarán 11.800 litros de agua. Por lo tanto, solo en ropa de verano, llevaríamos encima casi 15 metros cúbicos de agua. Curioso dato, que da mucho que pensar. Porque un ser humano lleva encima cada vez que deja la ducha y se viste entre 10 y 15 toneladas de agua

Ropa

Ante tan chocante realidad, algo se mueve en el mundo en relación con la ropa y el agua para aumentar la eficiencia y disminuir la huella hídrica de la vestimenta. Y tanto en su cotidiano uso, como en su diseño  y fabricación. Un ejemplo de ello es el que ahora exponemos.

En el año 2000, con el objetivo de promocionar una gestión sostenible de los residuos,  se fundó en el Reino Unido la organización benéfica WRAP, (Waste and Resources Action Programme), http://www.wrap.org.uk/ . Su visión del mundo es la que se corresponde con un planeta en el que los recursos se usasen de manera eficiente. Trabajan con gobiernos, empresas y comunidades. Y les suministran soluciones prácticas para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos. Además,  abogan por una economía respetuosa con esta premisa, que promocione reinventar el diseño, la producción y la venta de todo tipo de bienes materiales. También la forma en cómo los usamos y consumimos y por último su reutilización y reciclado.

Solo en los últimos cinco años, WRAP ha conseguido reducir emisiones de gases de efecto invernadero en casi 50 millones de toneladas. Lo que un país como Portugal emite de CO2 al año.

Su reto es conseguir la excelencia en su trabajo a través de la credibilidad. Añaden la transformación de ideas en acciones creativas que sirvan de ejemplo a los demás en un marco de colaboración. Su objetivo, hacer del mundo un lugar mejor para vivir

Inmediatamente después de su fundación, WRAP  comenzó a lanzar campañas para reciclar y para reducir el despilfarro de golosinas en los supermercados. Ya en 2007 lanzaron la campaña “Ama la comida, odia el despilfarro”. Y más tarde comenzaron a concienciar a la sociedad sobre la importancia de la eficiencia para prevenir las secuelas del calentamiento global.

Preocupados inicialmente por los alimentos, fueron ampliando su radio de acción. Hasta que en 2013 incluyeron también la ropa en su Plan de Acción para la Ropa Sostenible (SCAP). En él se reunió a fabricantes textiles y marcas de moda para reducir el consumo de agua, las emisiones de carbono y los residuos.

Más tarde, en junio de 2017, siguiendo la ruta iniciada, WRAP publicó una actualización de su Guía sostenible de la ropa , que contiene información clave y consejos para extender su vida activa.

La guía pretende aportar argumentos de peso y datos de relieve. Para que tanto los diseñadores de moda, como sus clientes, los ingenieros textiles y los fabricantes, aporten al mercado ropa que dure más tiempo, mejorando para ello el diseño, la producción y la distribución.

Entre estos datos que refuerzan argumentos, hay uno muy significativo, al que dedican el capítulo de la guía titulado “Cómo aumentar la duración de la ropa”. Prolongar la vida de la ropa en un período tan corto como son nueve meses, reduciría las huellas de carbono, agua y  residuos entre un 4 y un 10%.

En este capítulo se dan consejos e indicaciones a los usuarios para aumentar  la vida activa de la ropa También recomendaciones para fabricantes y diseñadores, que puedan ofrecer un producto fabricado para durar. Porque hoy en día en los países más desarrollados sea exactamente lo contrario de lo que se hace, excepto en lo que se refiere en ropa militar, deportiva o de trabajo.

Otro dato significativo es el de consumo de ropa. El informe revela que el Reino Unido consume  casi 2 millones de toneladas al año de material textil. Partiendo de este dato, prolongar un 10% más de tiempo el uso de nuestra ropa, llevarla puesta solo tres meses más de lo que la llevamos, produciría un ahorro en residuos del 9%. Y eso equivaldría a 150.000 toneladas. Pero si aún la usamos más, hasta nueve meses, llegaríamos a ahorrar un 22%. Por lo tanto verteríamos 400.000 toneladas menos y compraríamos menos también, con el consiguiente ahorro de agua virtual.

Resumamos para finalizar las soluciones planteadas en la guía. El primer bloque de soluciones  se dedica a divulgar cómo aumentar la longevidad de la ropa adoptando medidas para cuidarla y repararla. También aporta datos para conocer la mejor manera de reutilizarla, así como para saber cuando debemos tirarla. Para ello, divide la ropa en categorías (niños, segunda mano, hecha a medida y vaquera), con soluciones concretas destinadas a cada una de ellas

Plantea un adecuado diseño de la ropa para niños que permita adaptarla a su crecimiento y niños e indica como debe aumentarse la resistencia de la tela y la calidad superficial del dril de algodón aplicando un teñido sostenible, blanqueo y los tratamientos superficiales.

La guía actualizada ha sido desarrollada con la contribución de los firmantes del Plan de Acción para la Ropa Sostenible (SCAP) e incluye siete nuevos caos de estudio de diferentes fabricantes que han aplicado sus recomendaciones y soluciones

Loable publicación, muy necesaria para incorporar sus consejos a una correcta gestión del futuro  del agua, aunque en el fondo, es curioso comprobar cómo algunas de sus recomendaciones coinciden con la forma de vestirse  y de tratar la ropa de nuestros padres y abuelos, que la lavaban cuando era estrictamente necesario, la secaban al sol, la iban pasando de hermano a hermano y solo realizaban nuevas adquisiciones cuando su estado ya era muy precario…sin llegar a tirarla nunca porque con algo había que limpiar el suelo, el coche y los cristales.

Paradojas de la gestión del agua y el dejà vu.

Lorenzo Correa

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