Ahora que no llueve hace años, apacigua nuestra sed recordar los ríos cuando el régimen de lluvias es normal. Y en su normal discurrir hacia el mar, nos centramos en la desembocadura. En esas playas donde desembocan ríos humanos a los que las necesidades del turismo playero nos impiden admirar sus caudales fluyentes hasta el final. No hay misteriosos meandros, ni atisbos de río en ellas. Sin embargo, cuando las lluvias se intensifican, se produce el milagro y el río aparece en la playa. Entonces se desvela el misterio de los menadros. Como en nuestro río de hoy, con meandro en su playa.

Pocas personas recuerdan que Einstein publicó en el año 1926 un artículo sobre los meandros. Porque uno de sus hijos, Hans Albert, había finalizado los estudios de ingeniero civil en el Politécnico de Zúrich ese mismo año. Curiosamente, el trazado de meandros que provoca la pereza del humano río, les impulsó a ambos.

El padre a llegar a ser lo que todos sabemos. El hijo, a convertirse en un gran especialista en hidráulica  fluvial  y transporte de sedimentos. Con fórmula propia para conocer la capacidad  de  transporte sólido de un cauce. Sirva este recuerdo a un Einstein «hidráulico» cuando ya hace 64 años que nos abandonó.

Observemos en la imagen esa misteriosa curva en la playa, ahora vacía de bañistas. Veremos que al río no le gusta la línea recta. Ni en la playa.

Seguro que Einstein padre se inspiró en los majestuosos meandros de su Danubio. Y cuando maduró como científico, hablaría con su hijo sobre el responsable de la comprensión de la sinuosidad del río: Coriolis y su efecto.

Nosotros meditamos sobre todo ello mientras seguimos observando una playa insólita: tiene río y tiene meandros. El misterio de lo tortuoso. Aunque a los que toman el sol en la playa les guste más que no aparezcan por allí. Para tener más arena donde tumbarse. Pero nunca llueve a gusto de todos. Y la lluvia, a veces provoca meandros playeros

Playa evocadora. Erosión fluvial. Ley de Baer, que orienta en cada hemisferio el margen del río que se erosionará más. Norte, la derecha, sur la izquierda. Concepción racio-vitalista del mundo.

La Naturaleza gobernada por una finalidad. Por la expresión de una razón que no necesita ser consciente.  Como un río humano playero y con meandros.

Lorenzo Correa

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