El lamento de la fuente seca


Tres años sin llover. La fuente ya no podía dar agua, como acostumbraba. Por eso cuando el poeta la vio, escuchó su lamento. El lamento de la fuente seca.

Su cuenco estaba vacío y el surtidor ya no recordaba cuál había sido su función. El patio languidecía, triste por no haber recibido desde hacía mucho las gotas de la lluvia. Y el silencio imperaba en el entorno de la fuente seca.

Entonces, el poeta decidió componer un serventesio, porque la Provenza en la que estas estrofas nacieron no estaba tan lejos de la fuente seca. Pretendía que la musicalidad de la poesía pusiera una vez más de manifiesto que el placer de su ritmo se volvería a poner al servicio de la continuidad cultural.

Y así, cuando oyó recitar las estrofas provenzales de rimas cruzadas, la fuente seca creyó revivir. Aunque las nubes amenazadoras que cruzaban sobre su cuenco, huyeran veloces del patio sin dejar ni una sola gota de sus riquezas en el lugar que ocupaba ni en sus alrededores.

Resonaban en el patio los versos de la Casida del herido por el agua de Federico:

Estanques, aljibes y fuentes
levantaban al aire sus espadas.
¡Ay qué furia de amor! ¡qué hiriente filo!
¡qué nocturno rumor! ¡qué muerte blanca!

Hoy, el agua pasaba de largo, pero la poesía, en forma de serventesio provenzal, había conseguido el milagro de que por un momento, la fuente seca pensara que todo había pasado y el agua volvía a visitarla para quedarse en ella. Para poder estar herida por el agua

Fuente seca

Lorenzo Correa

Safe Creative #1608240244452
[spbsm-follow-buttons]

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario