Un río de barrio es mucho más que un cauce con más o menos agua que atraviesa un territorio densamente urbanizado . También es el depositario de las emociones de la gente que vive cerca de él.  

Cuando se deteriora, las emociones colectivas fluyen para recordarlo cuando todavía era de un lugar de juegos, baños y reuniones. Esta sensación es universal y se da muy a menudo en los barrios que atraviesa. Es el caso de las favelas de Río de Janeiro. Hoy escribiremos sobre la recuperación de un río de barrio en una favela carioca  

El  Centro Behner Stiefel de Estudios Brasileños  de la Universidad Estatal de San Diego, encarga y publica artículos para el  Proyecto Brasil Digital  sobre todo lo relacionado con los vectores de agua y población en las favelas de Río y en la Baixada Fluminense. 

Hoy, continuando nuestra serie dedicada a las favelas y el agua, queremos reproducir un resumen del artículo redactado por Renan Oliveira, investigador que allí nació y creció. 

Renan Oliveira dos Santos nació y creció en Morro da Formiga. Estudia Ciencias Sociales en la Universidad Federal de Río de Janeiro y espera lanzar el movimiento Guardianes del Río Cascata , trabajando con el Colectivo Juvenil Brota na Laje Favela. Renan ayudó a implementar el curso de preparación universitaria de Brota na Laje, junto con otros proyectos sociales, culturales y ambientales en las favelas de Tijuca. 

Visitemos pues de la favela Formiga, ubicada muy cerca de la carioca Selva de Tijuca, unos de los bosques urbanos mayores del mundo 

Define Renan a la favela como “una extensión del quilombo”. Esta palabra viene de África y tiene aquí la acepción de un espacio socialmente organizado por africanos y afrobrasileños En Venezuela se define como “Lugar apartado y de difícil acceso, andurrial”. Y en casi todo el sur de Hispanoamérica, como “Lío, barullo, gresca, desorden” Pues bien, con todas estas definiciones, creemos que todo el mundo puede hacerse una idea de lo que es una favela.  

Nuestra imaginación cuando de favelas se trata, nos tare la visión de un lugar inhóspito, peligroso y poblado de infraviviendas. Pero, además, por algunas de ellas pasan ríos y de eso trata el artículo de Renan que glosamos hoy.  

La favela aparece en forma de quilombo formado al final la esclavitud en Brasil (1888). En un principio es, por ello, un lugar para que vivan los que acaban de obtener la libertad, sin la presencia continua, dominante y violenta del amo. Con el tiempo se convierte en un territorio autónomo que, para Renan, “enfatiza la colectividad como un modo de organización social”. 

Nuestra favela de hoy fue en su inicio una guarida segura para los grupos quilombolas que lucharon por la libertad durante 388 años de esclavitud negra en Brasil. Y en ella 135 años después, siguen viviendo sus descendientes que aún tienen muchas cosas por las que luchar, entre ellas la restauración de sus cauces. Que solo puede venir de la mano de la creación de una red de saneamiento adaptada las características geográficas del ámbito favelero. 

A finales del siglo XIX, se promulgó la “Lei Áurea”. Gracias a ella, los antiguos esclavos libertos y sus descendientes comenzaron a construir favelas en las cariocas laderas de Tijuca Y ahí siguen estando Turano, Salgueiro y Morro da Formiga 

Favelas insertas en un escenario natural maravillosos. Comunidades con una naturaleza increíble, insertas en la “Mata Atlántica”, esa selva considerada como una de las zonas de biodiversidad más ricas del mundo. Pero con un 90% de su extensión original destruida, lo que la convierte en el bioma brasileño más amenazado. Además, las favelas son emblemas de histórica lucha y resistencia.  

Renan analiza la génesis de su favela Formiga en la Zona Norte de Río de Janeiro. La Mata Atlántica de la zona comenzó a urbanizarse en 1940, desgajada del Parque Nacional de Tijuca . Surcaban lo urbanizado diversos manantiales naturales, que fueron convirtiéndose en los colectores de aguas residuales que son hoy durante el transcurso de tres generaciones.  

El cauce principal de Formiga, es el río Cascata, que nace en el parque natural y fluye por la favela en un tramo de un kilómetro. Por supuesto, es emblema favelero de diversidad natural y cultural de la zona. Por eso es algo sagrado para sus habitantes, pero por desgracia, los más longevos han sido testigos de la degradación del río. Aunque los mayores de 50 años aún recuerdan cuando se podía nadar. Y en el artículo resaltan la importancia del cauce como emisor de emociones de valor incalculable. 

Los abuelos de hoy relatan a Renan cómo sus madres lavaban la ropa en un río que entonces llevaba agua limpia. Y cómo jugaban y se bañaban en él sin la presencia visible de las aguas residuales que hoy pueblan su cauce. Algunos recuerdan cangrejos y pececitos. Ahora el espacio fluvial es un basurero con aguas pútridas. Nadie se baña ni lava nada, por supuesto  

El Cascata fue, como casi todos los ríos antaño, un espacio de socialización y un lugar de trabajo para las lavanderas. Lugar de recreo, además de la chiquillería e incluso alguien pescaba y comía peces salidos de sus aguas. Hace décadas que eso ya sólo es un recuerdo. Para revertir esta situación, Renan, integrado en el movimiento de recuperación ambiental de las favelas, escribe: 

“Debemos hacer que las favelas sean resilientes al cambio climático y tomar medidas urgentes para detenerlo y sus impactos. En Brasil, las favelas y las periferias urbanas son las áreas más afectadas por el cambio climático y el racismo ambiental . Por tanto, preservar y conservar nuestros ríos es esencial.” 

El reto es conseguir que el gobierno restaure y preserve los ríos que fluyen a través de las favelas. Que se ponga a trabajar en la planificación de las redes de saneamiento, restaurando las riberas de los ríos para convertirlos en acogedores para la flora y fauna y brindando educación socioambiental.  

Por ahora, al gobierno le cuesta mucho escuchar estos buenos deseos de los faveleros. En demasiados lugares las acciones de limpieza y mantenimiento más nimias, como es la eliminación de maleza del cauce son inexistentes desde hace mucho tiempo. Así las cosas, la vegetación es tan alta que no solo lo obstruye por completo, sino que progresa hasta las casas y se mete en ellas.  

Como no hay drenaje posible al estar todo taponado, se vive en el barro y se muere en la inundación. El ambiente es fétido e insoportable.  

Esta terrible situación comenzó cuando oficialmente fue negado estructuralmente el derecho a la vivienda en las favelas. Se construyó fuera de la ley y más tarde, la ley no amparó la imprescindible ejecución pública de las redes de abastecimiento y saneamiento. Y el primero en sufrir esta realidad fue nuestro río Cascata. Ahora es una canalización de drenaje de aguas residuales a cielo abierto. La única vía de evacuación de los detritus humanos.

Una pútrida consecuencia de la ausencia de una política pública adecuada. De nada sirve la precaria canalización construida en su día por el Ayuntamiento. Su precariedad y mala construcción provocó que se obturara y rompiera en pocos meses. Desde entonces, las aguas residuales campan libres por el cauce, convertido en una fétida cloaca sin atisbo alguno de vida animal y vegetal. 

Ante esta situación, el programa Favela- Bairro planificó una canalización que ocupe el cauce y convierta el río en una canalización de aguas residuales haciendo desparecer cualquier rastro de su existencia. Pero ni siquiera se ha hecho realidad por falta de presupuesto. La consecuencia es que los jóvenes faveleros solo ven circular agua por el cauce cuando llueve mucho. Entonces, hasta recupera su toponimia de cascada 

Para solucionar este problema, los Guardianes del Cascata quieren devolver la ilusión a los vecinos, que ya han tirado la toalla y creen que la situación es irreversible. Porque a pesar de los intentos continuos de asesinato, el río Cascata aún no está muerto. Y mientras hay vida, hay esperanza. 

La hoja de ruta de la recuperación del río se inicia acometiendo acciones para organizar a los vecinos para exigir políticas e iniciativas públicas que garanticen una vida digna y ambientalmente sostenible en el barrio. Construyendo una red de saneamiento proyectada específicamente para la realidad y la geografía local, que no considere el río como drenaje de aguas residuales y favorezca un biosistema local de tratamiento de aguas residuales .  

Y adoptando una gestión inteligente de residuos centrada en el reciclaje y la reutilización para el compostaje de residuos orgánicos. Que debe contar con con proyectos que fomenten la educación socioambiental y reduzcan el consumo y el vertido. La solución también pasa por la inversión pública en jardines comunitarios. Y, sobre todo, en proyectos ecológicos existentes en las favelas, que ya ofrecen soluciones eficientes a la inacción de los gestores locales, y estatales del agua.  . 

Se basan pues en una potente organización comunitaria para avanzar en la justicia climática, la educación ambiental y el intercambio de información y conocimientos para estimular la reproducción de soluciones locales que ataquen los problemas sistémicos.  

Para ello, el conocimiento comunitario debe organizarse para apoyar la preservación ambiental de la zona. Tanto para la seguridad de los residentes frente al cambio climático como para garantizar la permanencia de las favelas. La lucha por la justicia climática es la lucha por la vida y por la existencia de las favelas, de sus ríos y de sus espacios fluviales. Porque la lucha no es sólo por el río Cascata, sino por la supervivencia misma. 

Sirva este ejemplo favelero como botón de muestra de la importancia de las pequeñas acciones locales en la consecución de una buena gestión del ciclo de los servicios del agua. Para que, en el futuro, nadie se quede atrás 

Lorenzo Correa

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