El maravilloso fragor del agua en el rompeolas playero es un sonido fascinante. Recuerda nuestros paseos infantiles caminando sobre la arena húmeda y compacta.

Mientras, el mar rugía y la ola espumeaba en nuestros pies al deshacerse en gotas que besaban la orilla. Unos de los sonidos más relajantes que guardamos en la memoria. Porque traía consigo la paz.

El sonido de la ola es muy variado. Puede ser fuerte y poderoso, o puede ser suave y tranquilo. Puede ser constante o puede ser interrumpido por el graznido de las gaviotas o el grito de otros habitantes del cielo marino. Pero sea cual sea, siempre es gratificante y bello.

Aunque veáis llorar a las gaviotas, no os pongáis tristes. Sus lágrimas no son más que una manera de eliminar el agua marina, tan salada ella, que han ingerido. Para ello disponen de glándulas de sal en la parte superior de cada ojo. Por ahí se deshacen del exceso de sal en su organismo. Y lloran lágrimas blancas debido a la gran cantidad de sal que expulsan

De todas formas, el sonido de la ola es una forma de conectar con la naturaleza. Es un recordatorio de que somos minúsculos e insignificantes en comparación con el vasto océano. Pero también es un aviso de que somos parte de algo más grande que nosotros mismos.

Cuando escucho el sonido de las ola, me dan ganas de componer un poema. De conexión con la naturaleza y con algo más grande que yo mismo. Declamando sus versos, llega la paz. Y con ella, otra ola, y muchas más.

Es el ruido blanco, que puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, tan variado, que siempre trae algo nuevo que escuchar.

Si alguna vez os sentís estresados o ansiosos, id a la playa y escuchad el fragor de las ola. Mientras, con estos versos se puede ir tirando

Lorenzo Correa

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