Un río muy humano, el Panajachel guatemalteco. Recoge los caudales del Quechelajyá y del  Pacubalyá y en un corto trecho de menos de 20 km  y ya llegando a su final se divide en dos brazos y desemboca en el mágico lago Atitlán: el lago entre las aguas de los mayas, posiblemente uno de los lagos más bellos del mundo, de limpias aguas (aunque cada vez menos) y rodeado de tres majestuosos volcanes. Hoy en nuestra foto está seco, porque hasta el mes de abril no comienza la temporada de lluvias. Pero en avenidas, su caudal supera los 1200 m³/s.

Tierra de leyendas, donde la tierra se agitó con virulencia, arrojando al cielo el fruto de la mayor explosión volcánica de la historia. Después se hizo el silencio mientras la lava se serenaba y el fuego se apagaba. Hasta que fue emergiendo un maravilloso follaje que iluminaba  y vestía un paisaje espléndido. Y el Panajachel, con otros dos ríos, fueron llenando la caldera mientras tres imponentes volcanes se levantaban para admirar la obra terminada. En Guatemala, Atitlán, el lago entre las aguas, aguas que le lleva el río Panajachel