Ya hemos debatido aquí sobre lo frágil que es el ser humano y sus bienes frente a la inundación. También sobre la importancia que tiene delimitar bien las zonas inundables. E informar de ello a todo el mundo. Pero por mucha sequía que haya, siempre vuelve a llover.
Y casi nadie se acuerda de lo que llovió. Por eso en muchas ocasiones, las personas tienden a olvidar las inundaciones pasadas y sus consecuencias una vez que el evento ha pasado y se ha restablecido la normalidad.
Sin embargo, este fenómeno, que pone de manifiesto lo frágil que es nuestra memoria, está siempre presente. Y se conoce como «amnesia de inundaciones». El poeta sabe que hay varias razones que pueden contribuir a , esta falta de memoria colectiva:
- Intervalos de tiempo entre inundaciones. Hace que las personas pierdan la sensación de urgencia y olviden los impactos a medida que pasa el tiempo entre eventos.
- Renovación urbana: Después de una inundación, es común que se realicen esfuerzos de reconstrucción y renovación de áreas afectadas. Estos proyectos a menudo incluyen mejoras en la infraestructura de drenaje y medidas de mitigación, lo que puede hacer que las personas se sientan más seguras y menos propensas a recordar las inundaciones anteriores. Pero eso es frágil
- Aumento demográfico: Las comunidades suelen experimentar cambios en su composición demográfica con el tiempo. Las nuevas generaciones pueden no haber experimentado personalmente las inundaciones pasadas y, por lo tanto, carecer de conocimiento y conciencia sobre su impacto.
- Falta de documentación: En algunos casos, la falta de documentación y registros detallados sobre inundaciones anteriores puede dificultar el acceso a información histórica. Esto puede llevar a una pérdida de memoria colectiva y una falta de conciencia sobre los eventos pasados.
Para paliar lo frágil que es todo lo que rodea a la inundación, el poeta compone su poema. Pretende fomentar la conciencia y la memoria colectiva de las inundaciones pasadas. Porque hay que recordar los eventos anteriores y aprender de ellos.
Así estaremos todos mejor preparados para cuando acontezcan futuras avenidas extraordinarias. Y podremos , implementar medidas de mitigación adecuadas y adoptar prácticas de gestión del agua más efectivas. La educación, la divulgación y la difusión de información sobre inundaciones pasadas son herramientas clave para mantener viva esta memoria colectiva y promover una gestión más resiliente del riesgo de inundación.
Recordemos con el poeta, que siempre hay alguien que mide después de la catástrofe. Y luego dibuja fronteras impenetrables que casi siempre acaban siendo penetradas. Esperemos que también la poesía ayude a que la memoria sea menos frágil.
Lorenzo Correa
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