Así alteran el paisaje los cauces elásticos


Como muchos de nuestros seguidores saben, hoy vamos a hablar de gestión del agua y paisajismo. Lo haremos en Cabrera de Mar en el marco de la Feria «Eco Construïm» . Por eso creemos que es una buena idea dedicar nuestro artículo del los jueves al paisaje que genera o degenera la elasticidad de los cauces

La elasticidad es la virtud que los cuerpos tienen para recobrar, parcial o totalmente, su extensión y forma, una vez finalizada la acción de la fuerza que las deformaba. Los cauces se deforman. Y los ríos se desbordan, si su elasticidad es escasa. Para ello, se “corrigen” y “estabilizan”. Conceptos desagradables para muchos cuando hablamos de elementos del paisaje “natural”. El que el ingeniero Ángel del Campo definía en 1951, en su mítico artículo de la Revista de Obras Públicas, como el “carente de alteración humana”.

Los ríos humanos, dejan de tener pronto esta carencia. Como su elasticidad no es la que conviene a los ribereños, se estrechan y ensanchan a voluntad. Y aparecen los paisajes definidos por el citado ingeniero en su artículo. Veamos unas muestras de ellos.

El ensanchamiento más común de un cauce es el que se produce al construir una presa. Véase la muestra en nuestra foto de portada. Es el río Guadarranque, que limita al este con el gaditano Parque de los Alcornocales. Ensanchado por la construcción del embalse del mismo nombre, en Castellar de la Frontera.

La alteración del cauce que la presa genera es sin duda, como Ángel del Campo señalaba, provocada por la ingeniería que la materializa. Una alteración humana inferida a la Naturaleza. Y da lugar a un  paisaje artificial.

En el caso de la presa del Guadarranque, la dureza de lo “antinatural” de la pared levantada, se dulcifica reverdeciendo el paramento de aguas bajo, como se puede observar en la nuestra  foto de portada, tomada por Tony Herrera. Y se genera un nuevo paisaje, alterado y positivo. Porque mejora la belleza del paisaje que hubiera quedado si no se hubiera ejecutado.

En ocasiones, el cauce no interesa que se ensanche. Se prefiere “estabilizar”, o sea domesticar con el freno de la escollera. Eliminada su elasticidad, el cauce es rígido. Y provoca un paisaje negativo, ya que la alteración deteriora la armonía del paisaje, afeándolo.

Es el caso de la siguiente foto, también de Tony Herrera, esta vez en el malagueño río Campanillas.

Las escolleras estrechan cauces

El desiderátum de Ángel del Campo, desde la óptica ingenieril, sería conservar los paisajes inalterables, ordenar estéticamente los alterables y mejorar la estética de los desafortunadamente alterados.

Escrito en el pasado, año 1951. Aunque podría servir para diseñar  el futuro de la elasticidad de los cauces. No todo va a ser quejarse.

Lorenzo Correa

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