Poética rogativa


Otra semana más sin ver un nube desde la ventana del poeta. La rogativa diaria por la lluvia, se hace monótona y cansina. Ni siquiera consigue que una nube perdida alegre las retinas de los observadores más preocupados.

La rogativa prosaica, no sirve para nada. ¿Servirá declamarla en prosa poética? La poesía está asustada con lo que ve al mirar por la ventana. Solo un incesante trueque de cielos azules por negros firmamentos. Soles y lunas, estrellas nada difuminadas por las nubes de la esperanza.

Tampoco queda nieve en las montañas cuando la primavera ya inicia el camino trimestral que conduce al verano. El campo grisea, aunque en los estertores de marzo, aún quede verde y algunas flores exhiban tímidamente ese colorido que presagia su muerte cercana. Rogativa también por las flores, que nada son sin agua.

Nos sentamos frente al mar a esperar a las nubes, escribiendo otra rogativa más. ¿Qué boca de lobo se traga las nubes cargadas de agua que nunca llegan a nuestra casa? Es un misterio repetido el que no llueva.

No disponer de agua suficiente para todo y para todos, mientras que el mar alberga todas las lluvias del mundo en su seno. Tanta agua ¿para qué?. Que vuelva pronto el agua. Y con ella la alegría a los montes. los campos y los pueblos.

Y la sonrisa de caminar entre altos jaramagos y bajas retamas. Con el viento húmedo en la cara y los pajarillos cantando en el cielo de un azul luminoso tras la lluvia

Rogativa

Lorenzo Correa

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