Gestionar bien el agua de una vez por todas. Más seducción y menos pedagogía


La semana pasada asistimos con tanto interés como emoción a un evento señalado en la gestión del agua. El Congreso del Agua en Cataluña, que ya va por su quinta edición. La Asociación Catalana de Amigos del Agua lo diseña y organiza cada dos años. Y en este, nos dieron un premio a nuestra trayectoria profesional y bibliográfica, de ahí lo de la emoción. Como siempre, la necesidad de trabajar en una mayor «pedagogía del agua», fue el leit motiv de la mayoría de los ponentes. Pero nosotros, aprovechando la posibilidad de poder dirigirnos a los asistentes, insistimos en que lo que hay que hacer es seducir.

El lema de esta edición era «Adaptación de la gestión del agua al nuevo entorno económico, social y tecnológico«. Y como ya es tradicional en este evento, lo más granado de las empresas, de la Academia y de la administración gestora, se dieron cita para ilustrarnos a los dilettantes e interesados en la manera de asumir este reto.

¿Qué es pedagogía? Además de un ciencia, una práctica educativa o de enseñanza en un determinado aspecto o área. ¿Qué es seducción? La acción de embargar o cautivar el ánimo a alguien. Vistas ambas definiciones, nosotros abogamos por cambiar el orden de prioridad que hasta hoy impera en los que trasladan la gestión del agua al cliente. Para que la seducción se sitúe por delante de la pedagogía

Gesstión

Para argumentar nuestra afirmación, comencemos por hacer pedagogía de lo que en el Congreso se dijo. Como era de prever, la situación meteorológica de Cataluña en el momento de celebrarse el Congreso, protagonizó la mayoría de las intervenciones. Porque hace más de dos años que llueve menos de lo esperado, prácticamente una tercera parte de lo normal.

Por eso, la administración hidráulica competente ya ha decretado la entrada en el estado de excepcionalidad. Este es el cuarto de los cinco estados contemplados en su Plan de Sequía. Asoma la nariz, y todo el cuerpo si no llueve, el entorno del último escalón. El temido estado de emergencia, donde ya se verán afectados los ciudadanos cuando abran los grifos de sus hogares.

Por su parte, la administración competente, desliza un mensaje de aceptación y adaptación a lo que avisa que va a ser la nueva normalidad. «Hay que irse acostumbrando a vivir en sequía»

La situación es grave. En un entorno boscoso como el catalán, la masa forestal se queda como una buena parte de lo que cae del cielo y los cauces han vertido 350 hm³ menos de agua al mar. La capacidad máxima de almacenamiento de los embalses de las cuencas internas de Cataluña es de unos 700 hm³. Y con ellos hay que abastecer a más de seis millones de personas, industrias y regadíos.

Por fortuna, hay dos plantas desalinizadoras en activo que aportan 80 hm³/año. Y la regeneración de agua depurada permite reutilizar otros 77 hm³ más. Sumando a estos volúmenes los 7 hm³ que aportan los llamados «pozos de sequía», obtendremos lo que la administración hidráulica puede hacer para luchar ahora contra la «huelga de lluvias». Para el futuro la planificación opta por apostar fuerte por la regeneración construyendo 25 nuevas plantas (si y cuando los presupuestos y la farragosa tramitación administrativa lo permitan). Y por una nueva planta desalinizadora.

A esto se reduce la pedagogía. Este es el mensaje político que pretende tranquilizar a la ciudadanía. Mirando las caras de los asistentes mientras que el discurso de la política de turno desgranaba la estrategia con la monotonía del papel leído, no encontramos ni un solo gesto de seducción ante el discurso.

Pedagogía
Premiados de la quinta edición del Congreso

Llegó el turno de los abastecedores, los operadores de la gestión. Más de 400 empresas gestoras del agua que mueven 10.000.000 € y dan trabajo a casi 50.000 personas. Se quejaron, lo que es poco seductor. Porque según ellos, en España hay un déficit de inversiones tal en el sector, que el pesimismo se impone. Lo cuantificaron entre 45 y 100.000 millones de euros para 2033. Caras largas en el auditorio.

Para acabar, la Academia presentó a sus economistas. Y su discurso volvió a ser pedagógico pero nada seductor. Porque abogaron porque los precios del agua deben oscilar en función de la disponibilidad del recurso. Mi compañero de butaca no pudo reprimir un rugido, expresando su pavor a pagar más también en «lo del agua». No se le veía seducido, aunque acababan de educarle los pedagogos.

Más datos de pura pedagogía. Un 23,5% del agua no se registra, luego no se cobra. Cada vez llega menos dinero de Europa porque España ya no es un país pobre. Y Europa obligará a incluir la responsabilidad ampliada del productor en el caso de los que fabrican cigarrillos, toallitas húmedas y globos infantiles. Porque las colillas, las toallitas y los globos dan mucho trabajo a las depuradoras. Y ese coste se deberá repercutir en sus precios de compra, ya nadie nos seduce para que no fumemos, seamos menos higiénicos o contentemos a los niños con otra cosa en las fiestas.

Por otra parte, ya nadie habla de obra pública. El planeta de la gestión del agua está dominado por los controladores, los medidores y las bombas que impulsan el agua hacia los filtros de todo tipo. La obra pública dejó de seducir y la ingeniería civil se ha retirado a lugares ignotos. Ya no decide nada, ni prácticamente pinta nada. En el Congreso desde luego, no apareció.

Sin embargo hace falta mucha obra hidráulica, tanto nueva como aplicada al mantenimiento y la renovación. Y alguien debería volver a emprender labores de pedagogía y seducción con esto de la obra hidráulica. Antes de que desaparezca definitivamente del mundo de la gestión del agua. Porque, por ejemplo, no se ha construido ni la tercera parte de lo previsto en la planificación hidrológica de 2016.

Todo esto se dijo, en un encomiable esfuerzo por hacer pedagogía y aumentar la cultura del agua, antes de que nosotros tomáramos la palabra para agradecer nuestro premio. Lo hicimos con el ánimo encogido. Porque aún sonaban en nuestros oídos las últimas recomendaciones de los pedagogos. «Hay que fomentar la implicación ciudadana y las decisiones políticas». Alguno hasta propuso la atinada idea de prohibir la utilización del agua potable para ciertos usos.

Sorprendentemente, el mismo día en que todo esto se debatía y explicaba en el Congreso del Agua, el diario «20 minutos» publicaba lo siguiente:

La Comisión de Agua, Energía y Medio Ambiente del Colegio de la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos de Cataluña propone que se apueste por la interconexión de redes de agua para aprovecharla en situaciones de sequía como ésta. Esta propuesta queda reflejada en un comunicado emitido con motivo del día mundial del agua . En el documento se señalan otra serie de medidas para aprovechar mejor los recursos hídricos. Como solución, avisan que “las infraestructuras actuales no son suficientes para hacer frente a estos episodios” y se necesitan nuevas “si Cataluña quiere una buena garantía en el suministro de agua”.

El punto principal del documento expone que desde la administración se lleve a cabo una gestión integral las redes de agua salvando las actuales divisiones administrativas. Esto, a la práctica, quiere decir que las redes de agua se interconectan y organizan como una malla, y de esta manera, se puede gestionar el agua en todo el territorio en función de las necesidades de cada zona.

Leyendo esta noticia nos parece vivir en el «día de la marmota». Sobre todo al conocer la esperada respuesta de los del otro lado, también incluida en la noticia del diario citado:

Desde las entidades en defensa del río Ebro, ya han saltado voces críticas con el comunicado, como la de la Plataforma en defensa del Ebro que ha calificado el Colegio de Ingenieros de Catalunya de “lobby a favor del trasvase” del Ebro a Barcelona, según afirman, por razones profesionales de construcción de estructuras y de aumento de consumo de agua..

Escuchado todo este tremendo discurso pedagógico, vistas las caras del auditorio y leído el comunicado colegial, que reproduce argumentos reiterados desde el siglo pasado sin éxito alguno entre la audiencia, nosotros abogamos siempre por la seducción.

Nada de todo lo expuesto podréis hacer si antes no seducís al cliente, que es el que paga. Podréis ser públicos, privados, mixtos, académicos, colegiales, ecologistas o ángeles del cielo. De nada servirá la pedagogía ni la cultura del agua sin la previa seducción. Como no queremos ser pesados, a quien esta propuesta le interese, emplazado queda a conocer nuestros argumentos en estas páginas.

Que no en vano nuestro lema es «A la gestión por la seducción«

Lorenzo Correa

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