Ver el río


¡Qué agradable es pasear por el río! Solo hace falta un caudal de aguas cantarinas, una ribera natural y un margen adecuado para poder caminar y ver.

Cuando no se puede ver el río desde el margen, basta con una pasarela que nos permita creernos ave por unos momentos. Y otear desde arriba la magnífica visión aérea del cauce, los márgenes y las riberas.

Poco hace falta para disfrutar del río. Además, se hace ejercicio y se respira aire puro. Y como de ver se trata, podemos compartir nuestras estéticas alegrías con los demás tomando fotografías de lo que la naturaleza y el río nos regalan.

Por eso, cuando la zona de servidumbre es accesible, se puede disfrutar del río en plenitud sin tan siquiera mojarnos los pies. Y para los que además de ver, les agrade mojarse, no hay mejor trampolín natural que un margen limpio para zambullirse y tomar el sol.

Ventajas de esa piscina natural que a veces también es el río. Baño, reflexión, contemplación, paseo…salud mental y física. Que además es gratis. Animamos a nuestros lectores a ver el río. Desde dentro, desde arriba o desde el margen. Es indiferente la posición, porque lo que cuenta es la actitud.

Y como las aguas no vuelven a pasar dos veces por el mismo tramo de río, habremos experimentado algo único e irrepetible. Pero lo que sí podemos repetir es la alegría de ver el mismo tramo de río en diferentes estaciones. Y con climas diversos.

La oferta es amplísima y el coste bajísimo. Si además aprovechamos para empaparnos de las bondades de poder disfrutar de un agua limpia y un entorno bien cuidado, miel sobre hojuelas. Porque todo eso, solo depende de todos y cada uno de nosotros. Anímense a ver el río. Es la mejor forma de respetarlo

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Lorenzo Correa

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