Si…


Nuestro «si» poético de este miércoles denota la suposición en virtud de que el concepto de sequía, o el de rayo dependa de otras cosas, diferentes de las que estamos acostumbrados a entender.

Normalmente, depende la sequía de condiciones atmosféricas. Pero hoy y aquí, como nos ocupa y nos preocupa, preferimos que dependa de los versos de un poema.

Si pudiera acabar con ella, sería como el rayo, preludio de ese trueno desencadenante de la deseada lluvia. Si lloviera pronto, mucha ansiedad desaparecería. Ojalá se la llevaran las brujas que habitan las nubes y deciden donde romperlas en agua.

Agua salvadora con sus formas, como las del viento y el fuego. Al caer, se propagaría corriendo abierta por mil cauces. Se recogería en los remansos, sin derrames, hasta convertirse en contaminable prosa.

Habrá que esperar a la tormenta que nubla intermitente los pensamientos. A que descargue aquí una lluvia útil, constante y benéfica. Y entonces, agradeceríamos escuchar el aviso del trueno y el rayo. Así, los sofocos aéreos serían sustituidos por los terrestres. Pero de esos, ya tenemos experiencia en la prevención de sus excesos.

Ahora, como no llueva, solo nos queda el mar para suplir la carencia de nubes. Y el mar, tan inmenso él, no puede hacer llegar nuestro río sus caudales liberados de sales y enriquecidos con minerales, a base de bombeos y filtraciones.

Poema de rogativas equívocas que solo pretende evocar la lluvia para que nuestro cauce recupere la alegría de las primaveras prolíferas. Esas que todavía están lejos de nuestros fríos y ayunas de aguas cantarinas desde hace tiempo.

¡Ay, si lloviera pronto donde hace tanto que no llueve! Recogería ufano el campo del agua la hermosura. Ven, dulce lluvia, ven pronto.

Si...

Lorenzo Correa

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