El agua injusta representa un riesgo comercial cada vez mayor para la industria


La proliferación cada vez más frecuente de episodios extremos en la que el agua disponible no es la justa, preocupa a la industria. La sequía o la inundación perturban la rutina del agua justa. Y entonces, los regantes y los operadores y reguladores del agua doméstica, sufren un ataque de ansiedad. Lo mismo les ocurre a los responsables del drenaje de aguas pluviales urbanas. También a los del riego de parques y jardines públicos.

El campo y la urbe sufren a causa de la injusticia del agua. Los gestores públicos y privados del abastecimiento y la defensa ante avenidas, también. Porque solo el agua justa es la que les (y nos), vale. Pero los que la necesitan para usos industriales, también forman parte de ese selecto club de beneficiados y perjudicados por la ausencia o la presencia excesiva del agua.

Vamos a enfocar nuestro artículo en ellos. Los usuarios industriales son, ante todo empresarios. Y por ello, asumen todo tipo de riesgos para ejercer su actividad. Para ello, se preocupan de conocerlos y defenderse de los peligros que les puedan suponer. Y lo hacen invirtiendo en planificación y en seguridad. Pero cuando de analizar riesgos se trata, ¿tienen en cuenta el agua?

Mientras que los episodios extremos se mantuvieron dentro de un orden y hubo espacio suficiente para alejarse del peligro de inundación, no vieron el problema como demasiado acuciante para invertir grandes esfuerzos en resolverlo. Además, durante mucho tiempo, la administración gestora de las cuencas tenía la posibilidad social y técnica de construir embalses. Por último, las regulaciones ambientales eran lo suficientemente laxas. Por eso, los vertidos con nula dilución en los cauces a causa de la sequía, no eran un problema para el emisor.

Hoy en día todo esto ha pasado a la historia. Los eventos son más frecuentes y extremos y sus consecuencias debido a que las zonas inundables están ocupadas, terribles. Para luchar contra la sequía, los embalses ya no son una solución de futuro. Hay que reutilizar, ahorar o desalinizar. Y los acuíferos ya no son lo que eran. Ahora, la sobreeexplotación y su consiguiente protección legal los hace ubicarse en zonas vulnerables.

Ahora, si el agua escasea, los incendios forestales son inextinguibles. Los niveles freáticos bajan o desaparecen. La calidad del agua empeora y su tratamiento se encarece para lograr potabilizarla. Y en la otra cara de la moneda, cualquier desbordamiento supone un drama social y económico.

Ante esta realidad, los empresarios necesitan defender del agua sus fábricas. Y tenerla disponible en cantidad suficiente y con la calidad adecuada. Para ello, tienen que enfrentarse a estos riesgos poniendo toda la carne en el asador. Conocer bien sus áreas vulnerables y planificar su protección. Evaluar los impactos del agua injusta en sus negocios. Y establecer medidas de protección y ahorro para cubrir todos los riesgos inherentes a vivir del agua y trabajar con ella..

Para ello, deben trabajar duro en la implementación del tercer paradigma del agua. Y esto solo puede conseguirse poniendo el foco en la evaluación de los impactos que su actividad produce en la calidad del agua. Con estos datos, ya podrán establecer objetivos y desarrollar planes de acción para mejorar las carencias identificadas. Tendrán que invertir en la reducción del uso de productos químicos nocivos, mejorar sus tecnologías de reciclaje. Además de detener todo lo que puedan la emisión de vertidos contaminantes a las masas de agua.

Pero esto no es suficiente, aunque sea necesario. Además, las empresas deben colaborar sin miedo con las administraciones del agua. Así podrán integrarse como un actor más en el escenario común de la protección de la cuenca. Porque en ella se ubican sus instalaciones productivas.

Les tocará apoyar con sus aportaciones las medidas de protección y la redacción de planes hidrológicos de cuenca. Porque ellos están orientados a la conservación de la cantidad y calidad del recurso superficial y subterráneo afectado por sus actividades.

Mientras que las grandes, pequeñas y medianas empresas se preparan, la realidad nos muestra una imagen poco halagüeña respecto a la repercusión que el agua injusta está teniendo en el día a día de las industrias en todo. Las noticias se suceden en cualquier país y en cualquier tipo de empresa. Si lo observamos desde el lado de la sequía, comprobamos que cada vez más industrias están sufriendo sus secuelas. Un ejemplo destacable es el de Taiwan Semiconductor Manufacturing Corporation. Tienen a gala fabricar la mayoría de los chips que contienen nuestros ordenadores. Sin embargo, el año pasado tuvo que hacerse con los servicios de camiones cisterna. Fue la única forma de abastecer de agua a sus factorías formosinas. Simplemente, les sorprendió la sequía sin haber articulado un “plan B” para minimizar sus efectos.

Aunque quizá el caso más conocido de catástrofe empresarial por no tener en cuenta el agua, en este caso la sequía, se encuentra en Chile. Se trata de la explotación minera Pascua Lama, propiedad de Barrick Gold. La enorme empresa minera del Canadá tuvo que echar el cierre de su mina chilena en 2020. Pretendieron explotar la mina de oro y plata a cielo abierto más grande del mundo, con una vida útil de 20 años. Estaba situada a 4.500 metros de altitud en una zona de glaciares andinos, en la frontera entre Chile y Argentina. Con una inversión de unos 8.000 millones de dólares y debía estar operativo en 2014.

El impacto ambiental que acabó con las pretensiones empresariales fue debido a que el yacimiento estaba bajo los glaciares que surten al río Chollay. Vierte sus aguas al río Tránsito, que alimenta el río Huasco. Los principales afectados fueron la comunidad indígena diaguita huascoaltina en cuyos territorios ancestrales se ubicaba el yacimineto. Porque se quedarían sin agua, como el resto de los beneficiarios de los caudales de aquellos ríos. Sin glaciares, no habría agua. Eran fundamentales por lo tanto para el abastecimiento de agua como para el regadío de zonas habitadas por 75.000 personas. Y para la preservación ambiental de la cuenca.

Tras una década de de litigios, el pasado mes de julio, la Corte Suprema de Chile ratificó el cierre por daño ambiental de la mina. Además de imponer una sanción a la empresa de 9 millones de dólares. Y no se presentó ningún recurso por parte de la empresa canadiense.

Así se deshizo un proyecto de $8.500 millones. Lo bueno es que al menos ha servido para poner de manifiesto la necesidad en Chile de la promulgación de una ley de protección de glaciares.

En la otra cara de la moneda, la de las inundaciones, se da una terrible paradoja. Porque el agua que se evapora debido al clima cada vez más cálido en algunas regiones, se vierte en forma de lluvias torrenciales en lugares muy lejanos.

Industria

En EEUU, son expertos en la materia. Ya hemos relatado en estas páginas que la sequía en la cuenca del río Colorado amenaza a 90 millones de personas. Por eso, la Comisión de Bolsa y Valores ya ha propuesto que sea obligatorio establecer mecanismos de divulgación, que podrían entrar en vigencia a fines de año. De esta manera, las empresas tendrían que dar a conocer a la sociedad la delimitación de las zonas inundables que afectan a sus instalaciones.

Y además hacer también público el número de concesiones extractivas ubicadas en áreas de estrés hídrico, así como justificar en qué se usan los caudales extraídos.

La verdad es que actualmente,muy pocas industrias conocen a ciencia cierta cuál podría ser su riesgo de exposición. Y mucho menos cómo se sentirían los inversores cuando se conozcan esas zonas vulnerables. Porque esperar al desastre para saberlo, no parece una opción que agrade mucho a los accionistas de un empresa.

Examinemos ahora las masas de agua subterránea. Es un hecho indiscutible que entre 2002 y 2017, de más de la mitad de los principales acuíferos del mundo se extrae más agua de la que entra. Cuando el recurso superficial falla,, hasta ahora la solución estaba en el subsuelo. Pero ya no es sostenible aplicarla.

Lo saben muy bien en uno de los acuíferos más grandes del mundo. Se trata del Acuífero Ogallala, cuyas aguas yacen entre Dakota del Sur y Texas. Abastece a más de 2 millones de personas en ocho estados. Y sus pozos riegan las extensas explotaciones agrícolas situadas encima desde hace más de 70 años. Hoy ya es un hecho que, desde el centro de Kansas hasta Texas, el agua que queda no durará más de 30 años.

Y después, se necesitarían más de 6.000 años para que las lluvias elevaran de nuevo el nivel freático a las cotas iniciales de la explotación del acuífero.

Este es solo otro ejemplo emblemático de lo que sucede en los principales acuíferos. Por ello, es fundamental que también la industria, gran extractora de agua subterránea, se conciencie de la importancia de evitar sobreexplotaciones como la antes citada. Para ello,son también necesarios mecanismos regulatorios. Porque ellos definirán lo que se puede y no se puede hacer en estos casos por los concesionarios industriales. Y sobre todo para que las campañas propagandísticas de “green washing” puedan estar contrastadas por organismos independientes y objetivos.

Combinar los datos satelitales con los que producen los organismos de cuenca y con los aportados por las empresas. Solo así se podrán conocer mejor los riesgos globales y regionales. Y cuantificarlos en las instalaciones. Para prepararse a abordar el riesgo de inundación y por supuesto el riesgo reputacional

Uno del los agregadores de datos de uso de agua corporativo más grande del mundo es el CDP. Lo emite la organización sin ánimo lucro Carbon Disclosure Project. Envían un cuestionario anual sobre seguridad del agua. Es parte de un sistema de divulgación de impacto ambiental para empresas y sus inversores. Por eso, los protocolos actuales para medir y reportar los riesgos relacionados con el agua están alineados en gran medida con el cuestionario de agua de CDP.

Y quien recomienda las mejores acciones a abordar es el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TFCD). Sus reglas se utilizan para regular ya en varios países. Entre ellos, UK, la UE, Suiza, Brasil, Hong Kong, Japón, Nueva Zelanda y Singapur. Piden información sobre lo que están haciendo las empresas para mitigar los riesgos asociados con el cambio climático, incluido el agua. Y a bastantes países están haciendo obligatorio el informe emitido por el TFCD

Por otra parte, el Grupo de trabajo sobre divulgaciones financieras relacionadas con la naturaleza ofrece un portal en línea para guiar a las empresas en la notificación de riesgos relacionados con la naturaleza, como el consumo de agua en áreas estresadas. Se centran en los riesgos más allá del cambio climático con un mayor enfoque en el agua que el TFCD. . Por eso hallegado la hora de que los líderes empresariales utilicen las herramientas disponibles más arriba citadas.

Se imponen ahora planes de acción empresariales focalizados en la cantidad y calidad del agua usada y vertida y en la seguridad de las instalaciones frente a la inundación. Ellos deberán disminuir los impactos del uso de productos químicos nocivos, invertir en tecnología de reutilización y reducir vertidos orgánicos persistentes y de matales pesados.

Recalcamos la importancia de que las empresas colaboren con las administraciones de cuenca. Y de que se impliquen en actividades de reforestación y conservación de los humedales, que ayudan a recargar los acuíferos. También es importante que las empresas asuman que los riesgos y oportunidades relacionados con el agua a deben estar completamente integrados en el gobierno corporativo y ser evaluadas antes de proceder a la toma de decisiones. Y asumida por todos los integrantes de la plantilla. Desde el consejo de administración, dirección y gerencia a los gabinetes técnicos y al resto de la plantilla.

Si bien el sector de servicios de la economía depende menos del agua que las industrias físicas, hay pocos procesos industriales o de fabricación que no sean susceptibles al riesgo del agua. No hay más que fijarse en sectores tan diversos como el textil, el cultivo de algodón, la ganadería, la extracción de petróleo y gas y la minería. Todos ellos consumen ingentes volúmenes de agua en sus procesos. No es solo la agricultura

Por eso el CDP no se cansa de proclamar que cuando el agua falta en una industria, las pérdidas son millonarias. Por ejemplo solo en 2020 supusieron en EEUU $301 mil millones. Pero si se hubiesen previsto los riesgo, solo hubiera costado la quinta parte


Aunque los riesgos derivados de la injusticia del agua no sean todavía el principal problema comercial de una empresa, no tardarán en serlo. Llegó la hora de ocuparse de ellos.

Lorenzo Correa

Safe Creative #1608240244452

¡ Síguenos en las redes sociales !

twitter
fb

¿Te interesa la gestión del agua desde la

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario