¡Qué suerte hemos tenido! Y solo dos días antes del final de un año seco, caluroso y desgradable para los amantes de los ríos ufanos. Sabiendo lo que había llovido en nuestra cuenca, fuimos a ver las consecuencias y aquí se las mostramos. Cauce navideño, en el mejor sentido de la palabra. En él apreciamos el nacimiento de la vida, esa que tantos meses había estado ausente de esta y otras muchas cuencas de la península ibérica.

La alegría de la Navidad nos acompaña en la visita. Espumas blancas, riberas ocres, rocas limpias. Maravilla contemplar esas calizas recién lavadas de un blanco impoluto. Paisajes kársticos, que desean mucha agua para descomponer la roca mediante la disolución y carbonatación inherente a todo proceso de meteorización química.

Azudes rebasados por aguas cantarinas. Y escalas salmoneras vibrando con la ictiofauna que salta alegre de poder rebasar el obstáculo con facilidad y cumplir con lo que su genética impone.

Río que canta y que se divisa imponente desde la pasarela. Y todo, bajo la celeste desnudez que pocas nubes intentan cubrir.

Navideño paisaje de un río ufano, humano y por fin, caudaloso. Despidamos el año deseando lo mejor para los ríos y sus amantes. Que el agua que hoy canta, se remanse en el acuífero y en el embalse. Y mientras tanto, que acompañe a los peces, bese a las riberas y cante a los pescadores.

Feliz año desde el Pas en Puente Viesgo

Lorenzo Correa

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