No solo vivimos de agua dulce o salada, superficial o subterránea, en el mar o en el río y en el lago. No solo vivimos de agua líquida. También el hielo es agua. Y como todos sabemos, se encuentra sobre todo en la Antártida y el Ártico. Es decir en los dos polos, norte y sur. Un polo en cada hemisferio. Pero, además, hay un tercer polo, con enormes recursos de agua en su seno.
Se trata de un inmenso territorio helado, que constituye, después de las regiones gélidas del norte y del sur mencionadas, la tercera gran reserva de agua dulce en nuestro planeta.
El denominado Tercer Polo se encuentra en Asia y comprende las vertientes de nieves eternas de las las cordilleras del Hindú Kush, el Himalaya y la meseta tibetana. Sus hielos y nieves nutren las cuencas del “top ten” de los principales ríos del continente. Gracias a estas reservas de agua en estado sólido, las cuencas del Ganges, el Amarillo, el Yangtsé, el Brahmaputra y el Mekong.Y también de muchos grandes lagos.
Se ubica en cotas promedio situadas a más de 4.000 m sobre el nivel del mar y ocupa una superficie cercana a los 6.000.000 de km². Por ello es conocida también como la torre de agua asiática, que contiene 50.000 glaciares en ocho países: Afganistán, Pakistán, China, Nepal, India, Bután, Bangladesh y Myanmar.
Desde esta torre, surge el agua necesaria para el abastecimiento, el riego y la industria de casi 2.000 millones de personas que habitan en esa parte del continente. El agua que recogen, almacenan en forma sólida y dejan ir por los ríos las 14 de las montañas más altas del mundo, lideradas por el Everest.
En estos tiempos de terror al cambio climático, lo lógico sería que hoy nos ocupáramos de los problemas derivados del incremento de la temperatura, que provoca que el polo se licúe. Y así lo haremos, aunque, como comprobarán más adelante, enfatizando el problema derivado del incremento consiguiente de las inundaciones.
Las consecuencias derivadas del derretimiento de los grandes macizos de hielo que conforman el Tercer Polo, son muchas. Y todas, terribles. La primera, se desprende del incremento en el caudal de los ríos derivado de la fusión de los glaciares. La segunda, de la escasez de recurso una vez que haya finalizado la avenida. Y la tercera, la diáspora de millones de personas y las tensiones bélicas correspondientes en la región. El futuro del agua aquí ya está ensombrecido por el conflicto generado por las grandes presas. Unas construidas por cada nación en previsión de lo que se avecina. Otras, menos grandes, derribadas cada vez con más frecuencia por las nuevas avenidas
Todos se preparan para lo que viene. Porque los últimos informes indican que se viene perdiendo en la zona un gigatón de hielo por año. Y las previsiones de aumento de la temperatura en los próximos años, tampoco son nada halagüeñas. La NASA indica que las causas pueden proceder de la presencia de más partículas de polvo procedente de la contaminación atmosférica sobre la capa helada.
Y este oscurecimiento provoca que absorba mucha más radiación solar. Que también se calienta más rápido que en su estado natural impoluto.
Otra causa podría ser la mayor absorción de aire caliente a tan elevadas cotas. Porque al ser el aire allí muy seco por el frío, si hace más calor se incrementa el vapor de agua. Y las montañas atrapan más calor.
Sean cuales sean las causas, el incremento de las temperaturas es un hecho demostrado. Y con ello, el aumento del riesgo de inundaciones. Ya hemos visto como los glaciares se licúan en el tercer polo a una velocidad que asusta. Además, el permafrost se degrada y las precipitaciones cada vez son más intensas y extremas.
De todo ello se desprende un rápido deshielo y un régimen de caudales que va creciendo estacionalmente. Así los cauces reciben aportaciones líquidas impensables hace solo unas décadas. Y los deslizamientos de tierra y desbordamientos comienzan a ser habituales en lugares en los que la inundación era imposible.
Además, los monzones provocan precipitaciones anuales de hasta 3000 mm en India en la vertiente sur del Himalaya. Con lo que ya tenemos todos los ingredientes para poder diagnosticar un aumento exponencial y constante del riesgo de inundación en nuestro polo.
Para evitar sobresaltos en el futuro, los países de la zona construyen embalses cada vez mayores. Y les dotan de centrales hidroeléctricas. Por todo ello, el régimen fluvial natural se va alterando en unas cuencas en la que hasta hace muy poco todo estaba inalterado. Mención especial merecen los lagos glaciares, que ahora ya reciben caudales de avenida tan importantes que provocan su desbordamiento.
En el mundo, el deshielo de los glaciares casi se ha duplicado en las últimas dos décadas. Y su retroceso consiguiente supone la aparición de enormes lagos. Los que hacen posible las acumulaciones natural de rocas, hielo o morrena, que hacen de presa.
En los del Himalaya se produce el conocido fenómeno GLOF. Es el acrónimo inglés de Glacial Lake Outburst Flood, o inundación por desborde violento de lago glaciar . Sucede cuando las “presas” de estos lagos revientan y la inundación súbita está servida.
¿Por qué hay cada vez más GLOFs? Aunque una presa conformada por rocas o hielo es muy difícil que se rompa, no es así en el caso en el que la retención se deba a una formada por una morrena. Pero, en todos los casos, ahora ocurren eventos cada vez más frecuentes. Son los desprendimientos de tierras, que antes no ocurrían. Y la ola generada en el lago sí que puede romper cualquier presa.
Como es natural, en el caso de presas morrena, el aumento de presión en a pared de la presa provocado por el incremento de nivel del lago, facilita la rotura.
Porque las aguas filtradas a través de las gravas, guijarros o trozos de hielo que forman la presa, es letal para su estabilidad. También las cada vez más frecuentes avalanchas en los glaciares. Y las también cada vez más frecuentes lluvias intensas en sus cuencas, ayudan a incrementar el fenómeno GLOF
Para que se produzcan solo basta que la precipitación supere los 100 mm /hora en cuencas inferiores a 25 km². Por desgracia, cada vez hay más eventos de este tipo registrados. Y las consecuencias sobre vidas y haciendas son terribles. En 2013, uno de ellos acabó con la vida de 5.000 personas y arrasó el valle del río Mandakini. Es un afluente del Alaknanda en el estado indio de Uttarakhand, que nace en el glaciar Chorabari, en el Himalaya.
Por desgracia, las previsiones no son nada halagüeñas para el futuro. En el caso de Nepal, se han producido más de una veintena de inundaciones GLOF desde 1980. Por eso, este fenómeno ya es también una amenaza para su economía
Los datos del Tercer Polo son también terribles. Porque en las últimas 5 décadas los lagos han aumentado en un 50%. Y la superficie ocupada por todos ellos ha ido creciendo casi 15 km² cada año entre 1976 y 2018.
Así las cosas en el presente, el futuro parece que pinta mal. Por desgracia, parece que tanto el número de lagos que revienten como los efectos derivados se incrementarán en el Himalaya. Generando olas que al llegar a los cauces los arrasarán.
En principio, lo lógico sería que ocurriera solo en la época de los monzones, entre los meses de junio a agosto. Es entonces es cuando las nubes dejan ir con furia todo su contenido, como si estallaran en mil pedazos. Pero en los últimos años, también ha ocurrido en otros meses. Recordemos aquel de febrero de 2021, cuando se produjo un deshielo súbito que provocó la llamada catástrofe del río Dhauliganga. Y en esa época, lo ocurrido no tuvo nada que ver con precipitaciones intensas, sino con avalanchas de nieve, derrumbes de rocas u otros eventos inductores aún sin identificar.
El Dahuliganga es un torrente que nace en la frontera de India y China en el Himalaya. Es afluente del Akaanada, a suvez princupal afluente del Ganges. El 7 de febrero de 2021, una parte del glaciar Nanda Devi se desprendió. Y provocó el desbordamiento de los ríos Rishiganga y Dhauliganga. La presa de Dhauliganga fue destruida y otra presa sufrió un colapso parcial. Hubo 9 muertos y 140 desaparecidas. Sin embargo, esta catástrofe no fue provocada por un aguacero.
Por eso es evidente que algo está cambiando en el comportamiento del agua en las cuencas del Tercer Polo. Para evitar males mayores se debe cambiar la manera de entenderlo. También planificar y ordenar bien las zonas inundables y mantener gestionar adecuadamente las presas.
Habrá que tener en cuenta la influencia de los nuevos factores principales y secundarios. Esos que desatan estas crecidas súbitas y los “tsunamis” que se llevan presas, vidas y haciendas.
Una nueva forma de enfocar la comprensión de la hidrología glacial. Y de profundizar en las estrategias de mitigación. Todas ellas deberán incluir soluciones de ingeniería. Una de ellas, la construcción de embalses de laminación de avenidas y estructuras transversales. Para que atrapen los sedimentos y desvíen las aguas hacia lugares inundables sin riesgo o balsa de laminación laterales. Nuevas estructuras en cuencas hasta hace poco inaccesibles o desconocidas en su hidrología, se imponen con su carga de técnicas de estabilización de laderas y de plantaciones forestales y agrícolas que retengan aguas y sedimentos.
Además de las soluciones estructurales, habrá que implementar otras tan importantes como las primeras. Se trata de las relativas a la toma de conciencia por parte de los ribereños de los riesgos y peligros que ahora corren.
Solo así podrán enfrentarse con más armas a la nueva realidad y gestionar las inundaciones. Desde estas páginas siempre abogamos por una solución tan relativamente sencilla como es la de confeccionar y publicar mapas de riesgo actualizados. Y divulgarlos entre la población sin cesar.
Y todo ello debe complementarse con la implementación de un sistema eficaz de alerta temprana que advierta a las comunidades locales de la amenaza que suponen las avenidas. También hay que desarrollar redes de estaciones meteorológicas, sísmicas y sistemas de detección de deslizamientos con telemetría.
Porque disponer de un sistema de apoyo a la toma de decisiones basado en datos es fundamental. Teniendo a mano los datos de las estaciones meteorológicas que registran eventos de lluvia intensa. Ultrasónicos y basados en sensores de radar sensores que recojan datos de capacidad y drenaje de caudales en lagos y cauces.
Con geófonos que detectan el los volúmenes de sólidos aportados a la masa de agua por los deslizamientos de laderas. Todos ellos transmitidos en tiempo real para conseguir que la decisión de advertir a las comunidades locales del peligro inminente sea siempre la correcta. Por último, diseñar vías de evacuación de la poblacion seguras y capaces.
Aunque parezca increíble, el mayor obstáculo para conseguirlo no es el económico. Lo genera la ausencia de conectividad de datos de telefonía móvil en el Tercer Polo. Por ello, la toma y transmisión de datos basado en telemetría de la cuenca glaciar del Himalaya, debe hacerse mediante sistemas satelitales. El Narrowband Internet de las cosas), sería un ejemplo. Porque la integración de dispositivos de toma de datos con redes satelitales no solo brindará apoyo de telemetría en ubicaciones remotas que carecen de conectividad de telefonía móvil.
También supondrá una mayor cobertura en las zonas muertas de telefonía móvil en luagares de difícil acceso en valles, acantilados y taludes de gran pendiente.
El reto es conseguir cuanto antes que el Tercer Polo, sobre todo el Himalaya desarrolle una sólida red de sistemas de alerta temprana de avenidas en su cuenca glaciar. Sin duda, la disponibilidad de datos en tiempo real permitiría a los científicos monitorear el rendimiento de los instrumentos instalados de forma remota y tomar medidas oportunas contra cualquier mal funcionamiento del instrumento, evitando la pérdida de datos vitales.
Esperemos que, una vez construidas las instalaciones que permitan obtener y transmitir datos en la zona, el Tercer Polo deje de ser una zona oscura, en este caso, blanca en el mapa de la Tierra. Ojalá la presencia de datos hidrometeorológicos de campo continuo sea un hecho en el período más breve posible
Lorenzo Correa
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