La plácida humanidad del lago ameno


Seguimos conviviendo con la sequía en la cuenca mediterránea española. Por eso nos encanta contemplar imágenes que muestren mucha agua. Como estas del lago ameno que hoy nos envía nuestra fotógrafa de ríos Nuria Vall-llosera.

Lago de alta montaña. Verdes laderas que al reflejarse en sus aguas contrastan con sus azulados tonos. Pocas nubes en el cielo y algunos rastros de niebla que besan las cumbres cuando el sol ya está a punto de desvanecerlas.

Encanto de las montañas es la niebla para el poeta Maragall. Contenedoras de agua son también para nosotros en la cercanía de lago ameno. Lejanos poblados atraídos por las aguas plácidas, a las que se asoman sonrientes y alegres. Sin miedo a avenidas súbitas ni a inundaciones propias de otras latitudes de cuencas menos amenas.

Imaginamos esas nieblas por nuestros lares, donde no se conoce hoy casi ningún embalse lago ameno. Esas que se aclaran con el sol. Pero que también se rellenan de rumores de tormentas. Afortunadamente hoy las nubes solo proyectan tenues sombras sobre la superficie lacustre. Porque este es un lago muy humano con floridas laderas por las que pacen los rebaños vigilados por los pastores.

Sana envidia del lago ameno al contemplarlo en su plenitud de aguas abundantes, limpias y frescas. Añoranza del agua que contiene el lago azul inmóvil en el que se miran las montañas. Y de esa lluvia que lo llenó y que a nosotros nos hace tanta falta.

Lorenzo Correa

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