Cientos de millones de personas hacen sus necesidades al aire libre y 4 veces más se abastecen de aguas fecales.


El 19 de noviembre se celebra una nueva edición del Día Mundial del Retrete. Se trata de una conmemoración que la ONU convoca desde 2013. Pero que Comenzó a celebrarse en 2001, organizada por World Toilet Organization.

Se pretende desde entonces sensibilizar a la opinión pública sobre los 3.600 millones de personas que viven sin acceso redes de saneamiento gestionadas con las debidas garantías. Y fomentar que se tomen medidas para hacer frente a la crisis mundial del saneamiento. y alcanzar el ODS 6. Ya saben, agua y saneamiento para todos en el año 2030.

Este año el lema es “Aguas subterráneas y saneamiento”. Y la campaña que lo realza pretende hacer visible ese recurso invisible que mora en los acuíferos.

Al recopilar datos para redactar este artículo, encontramos varios muy curiosos. Uno, esperanzador. El que indica que en los últimos 200 años, los inodoros han conseguido que la vida humana de sus nuevos usuarios se prolongue 20 más. Otro, preocupante. Nos asegura que hay más personas en el mundo con acceso a teléfonos móviles que a baños. Un tercero, espeluznante. Las enfermedades diarreicas son la segunda causa principal de muerte entre los niños menores de cinco años.

Ante esta realidad, es bueno saber que para rebajar estas cifras, bastaría con garantizar un adecuado acceso al saneamiento.

Pero hoy por hoy, 3 600 millones de personas siguen viviendo con retretes de mala calidad que perjudican su salud y contaminan su entorno. Y todos los días, más de 800 niños y niñas mueren de diarrea. A causa del consumo de agua insalubre, de disponer de redes de saneamiento inseguras y de tener una higiene deficiente. Por estas razones, el Día Mundial del Retrete de este año se centra en los efectos de la crisis del saneamiento en las aguas subterráneas.

¿Qué papel juegan los acuíferos en este ámbito? Uno muy importante. Porque aportan ya la mitad del volumen de agua extraída para uso doméstico por la población mundial. Y alrededor del 25% de toda el agua extraída para el riego. Gracias a ella se cultiva el 38% de todas las tierras de regadío del mundo.

En resumen, que las aguas subterráneas son nuestra fuente más abundante de agua dulce. Nos suministran agua potable y discurren por las redes de saneamiento y los canales de riego. Además de abastecer a las industrias y mantener los ecosistemas en buen estado

Pero también cada vez más ciudades dependen de ellas. No en vano ya dan de beber a casi el 50% de la población urbana del mundo. Sin embargo, los barrios más pobres carecen de planificación de redes sanitarias. Allí el protagonista es el pozo. De hecho, en los países en vías de desarrollo, el uso de pozos de agua privados para el auto-abastecimiento es el principal en las zonas urbanas. Inicialmente esta práctica se adopta como estrategia de adaptación, cuando el suministro de agua es irregular o cuando la canalización no es buena. Pero luego se perpetúa como estrategia para reducir la factura del agua y evitar pagar tarifas más altas por el consumo.

Esta situación produce un impacto indeseado y letal. Porque al verterse gran parte de los desechos fecales domésticos en letrinas de pozo, desde ahí se contaminan los recursos superficiales y subterráneos. Los destinados precisamenet al abastecimiento de las grandes áreas urbanas que cuentan con redes.

Fuera de las ciudades, las aguas subterráneas son la única forma viable y asequible de extender el acceso básico al agua a las poblaciones rurales no abastecidas. Sobre todo en en el caso de África Subsahariana y de Sur de Asia. Son los lugares donde la población rural es mayor y está muy diseminada.

Por lo tanto, conseguir ese acceso, supone la sobreexplotación y el agotamiento de las reservas de agua subterránea a largo plazo debido a la extracción intensiva. Por ello, el índice global agregado de agotamiento de las reservas de aguas subterráneas es considerable. Tanto que a principios de siglo, las estimaciones se situaban entre 100 y 200 km³/año. Es decir , entre 15 y el 25% de las extracciones totales de agua subterránea.

Así las cosas, hay que actuar con decisión para satisfacer tanto la demanda global de abastecimiento como la de riego para 2050. Porque se espera un incremento del 50% en la demanda de alimentos, pienso y biocombustible respecto a los niveles de 2012. Por ahora no queda más remedio que aumentar la productividad agrícola. Y hacerlo mediante la intensificación sostenible de la extracción de agua subterránea. Aunque al mismo tiempo, hay que rebajar la huella hídrica y ambiental de la producción agrícola.

Esta realidad es especialmente preocupante en las dos grandes zonas que dependen de las aguas subterráneas antes citadas. Porque Norteamérica las usa en el 59% y el Sur de Asia en el 57% de sus tierras regables. Sin embargo, en África Subsahariana, sólo el 5% del área destinada al regadío utiliza agua subterránea

También hay que luchar contra la contaminación agrícola en forma de nitratos, pesticidas y otros agroquímicos. Porque la contaminación de las aguas subterráneas es un proceso prácticamente irreversible. Por desgracia, una vez contaminadas, las zonas de acuíferos son incapaces de liberarse de las aguas contaminadas.

Además, las redes de saneamiento inadecuadas contaminan el suelo .Y vierten a ríos y lagos los excrementos humanos, que acaban contaminando los acuíferos. Pero esta terrible realidad es invisible porque sucede bajo tierra. Y les ocurre a las comunidades más pobres y marginadas.

Actuemos rápido entonces avanzando en la implementación de redes de saneamiento seguras y bien gestionadas. Porque solo así protegeremos las aguas subterráneas de la contaminación por excrementos humanos.

Y también luchemos por el cumplimiento del objetivo 6.2 de los ODS. El que pretende garantizar la presencia de retretes seguros para todos en 2030. Para que todo el mundo tenga acceso a un retrete conectado a un sistema de saneamiento que elimine y trate eficazmente los excrementos humanos. Aunque or desgracia ya sabemos que por ahora estamos muy lejos de lograr ese objetivo.

Millones

Solo nos acercaremos si alcanzamos una velocidad de actuación cuatro veces mayor de aquí a 2030. Por eso la relación entre el saneamiento y las aguas subterráneas no puede pasarse por alto. El tiempo se acaba. Y debemos hacer visible el recurso invisible.

La celebración de esta efeméride mundial trata por ello de concienciar a todos de que una red de saneamiento segura protege las aguas subterráneas. También de que los retretes deben estar correctamente ubicados y conectados a sistemas de saneamiento Y gestionados de forma segura. Solo recogiendo, tratando y eliminando los excrementos humanos se ayuda a evitar que estos se propaguen por las redes deficientes. O que lleguen al terreno y acaben en los acuíferos

Es también muy importante saber que los retretes y los sistemas de saneamiento deben construirse o adaptarse para hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos. Para que siempre presten servicio y las aguas subterráneas queden protegidas. Por desgracia nada de esto será fácil, porque la mitad de la población mundial sigue viviendo sin acceso a un“retrete seguro”. Es decir aquel que no se comparte con otros hogares. Y que además trata o elimina los excrementos humanos en el mismo sitio, los almacena de forma segura. Para poder proceder a su posterior vaciado y tratamiento en otro lugar. O conectarse a una red operativa de drenaje y a una depuradora.

Mientras no haya otro remedio, las personas que no tienen acceso a sistemas de saneamiento gestionados de forma segura utilizarán instalaciones compartidas. U otras que no eliminan los excrementos humanos de forma inocua. El dato es demoledor porque son 500 millones de personas las que hacen sus necesidades al aire libre. Y sus excrementos contaminan el agua utilizada para beber, para la higiene, el ocio y la producción de alimentos.

Sin embargo, las zonas urbanas y rurales se enfrentan a problemas diferentes. En los entornos urbanos con una gran densidad de población, las letrinas de pozo y las fosas sépticas situadas cerca de puntos de agua que se abastecen de acuíferos poco profundos. Ellas generan un riesgo potencialmente grave para la salud. Por su parte, en las zonas rurales, debido principalmente a que hay más espacio, es más fácil ubicar las letrinas de pozo y las fosas sépticas a una distancia segura de los puntos de agua.

Esta crisis repercute profundamente no solo en la salud pública. También en el cumplimiento de los objetivos educativos. Y en la productividad económica y la integridad medioambiental. Para las mujeres y las niñas en concreto, la humillación, la incomodidad y el peligro de no tener acceso a un saneamiento gestionado de forma segura es una barrera para su plena participación en la sociedad.

Como señalábamos al principio, la utilización de las aguas subterráneas para la obtención de agua potable corre peligro. A causa de la eliminación incontrolada de excrementos humanos, especialmente en asentamientos urbanos con una gran densidad de población. Y también a la ausencia de sistemas de saneamiento sostenibles en ciudades y zonas periurbanas de rápido crecimiento.

No podemos olvidar lo que ocurre cuando los excrementos humanos se extraen de las letrinas de pozo y de las fosas sépticas. Entonces se mezclan y eliminan con otros residuos sólidos en vertederos sin capas impermeables y sin una buena gestión de los efluentes. Y se multiplican las posibilidades de que las aguas subterráneas acaben contaminadas.

Comprobemos lo que ocurre en las urbes en las que se utilizan alcantarillas para evacuar los efluentes. En ellas, el sistema de eliminación y reutilización de las aguas residuales suele ser inapropiado.Y entraña riesgos significativos de contaminación de los acuíferos situados bajo tierra. O de los ríos en los que se vierten las aguas residuales.

Recordemos también lo que ocurre en condiciones meteorológicas extremas. Entonces, las letrinas de pozo, las fosas sépticas y las canalizaciones a cielo abierto se pueden inundar. Si es así, los excrementos humanos se acaban esparciendo por el suelo y llegan a las aguas superficiales. Por el contrario, en las zonas en las que la sequía se está agravando, los sistemas de saneamiento, como las letrinas de cierre hidráulico, pueden acabar quedando inutilizadas. Y esta situación obliga a la gente a hacer sus necesidades al aire libre.

Aprovechemos la celebración de este día mundial para reforzar su lema. Y que un sistema de saneamiento seguro y sostenible comienza por un retrete que recoja eficazmente los excrementos humanos en un entorno seguro, accesible y digno. Puede hacerlo de dos maneras. Almacenando los excrementos en un depósito, que puede ser tratado en el mismo lugar, donde los excrementos líquidos se infiltran en el suelo y los excrementos sólidos pueden ser vaciados posteriormente por un servicio de recogida.

O bien conduciendo los excrementos a una canalización conectada a una planta de tratamiento. Y en ella eliminarlos de forma segura o reutilizarlos. Porque ya es posible la reutilización segura de las deyecciones humanas que han sido tratadas. Capturando las emisiones de gases de efecto invernadero para producir energía y proporcionar a la agricultura una fuente fiable de agua y nutrientes.

Sigamos también insistiendo en que los sistemas de saneamiento sostenibles deben de poder resistir las inundaciones más frecuentes. Pero también las sequías, los cambios en la disponibilidad de agua y la elevación del nivel del mar. Solo así podrán funcionar siempre. Y por lo tanto, las aguas subterráneas estarán protegidas. Además, en las zonas que sufren escasez de agua y disminución de la disponibilidad de aguas subterráneas, las aguas residuales tratadas pueden emplearse para recargar los acuíferos. Añadiendo la posibilidad de reponer las reservas de agua subterránea.

Las zonas de protección de las aguas subterráneas son esenciales, como parte de un enfoque integrado y adaptado al contexto. Garantizan así que los sistemas de saneamiento, la planificación del uso del suelo y la extracción de agua no repercutan negativamente en la calidad y la cantidad de los recursos hídricos subterráneos. Especialmente en las zonas donde los acuíferos están cerca de la superficie.

Resumiendo. Es urgente adoptar medidas en materia de saneamiento. Porque el ODS 6 pretende garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos para 2030. Y su meta 6.2 pretende aún más. Permitir el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos para todos. Poner fin a la defecación al aire libre. Y prestar especial atención a las necesidades de las mujeres, las niñas y las personas en situaciones de vulnerabilidad.

Por eso la campaña del Día Mundial del Retrete 2022 hace un llamamiento a las instancias decisorias y normativas. Para que agilicen los avances en materia de saneamiento y garanticen que la relación entre el saneamiento y las aguas subterráneas se refleje en la legislación. También en las directrices correspondientes a todos los ámbitos administrativos. Desde el internacional y nacional, hasta el local.

Lorenzo Correa

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