Hoy componemos una oda para ensalzar la plastiesfera. Nos inunda el plástico. En casa, en nuestros barrios, ciudades y países. También en el mar y las nubes. O en los acuíferos y hasta dentro de nuestros cuerpos.

Y es que un nuevo ecosistema se ha hecho visible en nuestro planeta. Es la llamada plastiesfera, que acoge maternalmente en el mar y en la tierra los vertidos de residuos plásticos en fragmentación constante. ¡Cómo no cantarla en una oda!

Como no tiene nada de poético, ya hace ya tiempo que se dio la voz de alarma para detener su constante crecimiento. La oda intenta acogerse a este grito unánime de la humanidad. Para que dejemos de alimentar la plastiesfera con más residuos fragmentados. Sobre todo después de la nada poética pandemia, el plástico de un solo uso ha vuelto a recuperar el poco terreno perdido. En nuestras vidas y en la plastiesfera.

Recordemos las aún visibles mascarillas. Merecen otra oda porque se han convertido en protagonistas de las vidas de cientos de millones de personas en el mundo. ¿Cuántas se usaron y se usarán al día? No vamos a perder ni un segundo en hacer el cálculo. Simplemente nos preocupa y apena no tener necesidad de hacerlo, porque el resultado se nos viene a los ojos paseando por las calles y plazas de los pueblos y ciudades.

O echando un vistazo a las noticias del mar. Es la cara amarga de la creciente cantidad de  mascarillas, guantes y otros artículos derivados de las medidas de protección ante el virus, que se desechan y se observan en las playas. O se ven flotar en el mar. Plásticos de un solo uso emergen en la plastiesfera. Y nos los estamos bebiendo

La doble cara de las monedas que usamos en todos los ámbitos de nuestra vida. La cara buena, es la protección que, salvo para los negacionistas, suponen. Es decir, los contagios que evitan. La mala, los vertidos que se acumulan por doquier. Porque para evitar contagios, casi todo lo que tocamos deben ser artículos de un solo uso. Volvemos otra vez al usar y tirar. Y eso es lo que apreciamos a simple vista en nuestra vida cotidiana. Que afortunadamente se usan pero también que desgraciadamente se tiran en cualquier lugar. Mientras la esfera continúa engordando. Sirva la oda para recordarlo.

Lorenzo Correa

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