La seguridad y el río


Cuando el río cruza una conurbación, lo más importante es que no afecte a la seguridad de los vecinos y visitantes y a los bienes defendibles ubicados en su zona inundable. Observamos en la foto un río encauzado y unas edificaciones ya bastante vetustas que se abalanzan sobre el cauce.

Parece como si quisieran que sus habitantes no se perdieran ni un detalle de lo que pasa en el río. Pero para que disfruten de la panorámica tranquilos, se necesita dotar de seguridad a tan idílico escenario.

Por eso, entre el cauce y los balcones y ventanas, alguien proyectó y construyó un muro. Para dar seguridad a los que desde hace siglos no pueden evitar sentirse atraídos por la proximidad de la corriente. Tras el hormigón, hay urbanismo. Calles, coches, aceras y hasta una zona de laminación lateral, verde y atractiva para disfrutar en días soleados cerca del agua.

Además, en este caso, también existen conducciones telefónicas y hasta una acequia en túnel que también encuentra seguridad para garantizar que el líquido preciado llegue a los regantes sin perderse ni mancharse. protegidas por el muro gris.

Agradecidos, algunos aprovechan la grisura del hormigón para proclamar su amor al río. Y su pintura forma tres palabras de amor que se refleja en las aguas circulantes. Como las casas, alegres y cercanas al río que tanto quieren por protegerlas. Afortunadamente, aguas arriba hay un embalse que también incrementa la seguridad.

Pero los que escribimos estas líneas al ver la imagen de aguas mansas y teóricamente domesticadas, no podemos olvidar lo que allí vivimos en el lejano 1982.

Entonces no había embalse laminador, la acequia enterrada pasaba por el centro de la población. Y la avenida tuvo unos efectos terribles. Tuvimos que trabajar duro junto con muchas más personas para resolver lo que la naturaleza decidió y el ser humano no pudo impedir. Para luchar contra la fragilidad intrínseca a todo lo inundable y para hacer posible la resilencia. Y todo volvió a su ser, per aumentando la seguridad.

Por suerte, gracias al embalse la seguridad se ha incrementado. Pero mejor no olvidar lo que pasó hace 40 años, antes de que casi todo fuera culpa del cambio climático.

Lorenzo Correa

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