El experimento fallido de la agricultura orgánica desata el furor popular en Sri Lanka


Según la FAO, la agricultura orgánica es un sistema de producción que pretende conseguir la mayor eficiencia y eficacia agraria al utilizar los recursos propios del terreno. Enfatiza la fertilidad del suelo y la actividad biológica. Y minimiza el uso de los recursos no renovables. Prohibidos los fertilizantes y plaguicidas sintéticos. El objetivo, la protección del medio y la salud humana.

Con tan incontestable enunciado, algunos países del mundo y muchas personas se han lanzado a hacer posible esta idea. Y uno de los países pioneros en imponer la agricultura orgánica ha sido Sri Lanka. Como todos nuestros lectores saben, el lance ha tenido más voluntad que acierto. Veamos por qué.

En su caso, ellos cultivan sobre todo arroz, cocos y té. Las hojas de la Camellia sinensis, tiñen de verde campos de más de 50 países. Entre ellos sobresalen por las enormes superficies destinadas a su cultivo, China (que produce un 30% del total mundial), la India (25%), Kenia (10%) y Sri Lanka (9%).

Según la FAO, la producción mundial de té negro aumentará anualmente en un 2,2 %  en la próxima década. Hasta llegar a 4,4 millones de toneladas en 2027. Esto reflejará importantes incrementos de producción en los países antes citados. En este espectacular aumento hay que tener en cuenta el agua necesaria para que las producciones esperadas sean una realidad.

Porque la planta no solo necesita ser regada, sino también eliminar sus hongos, bacterias e insectos. Como esto se hace con productos químicos y plaguicidas, la repercusión sobre la calidad del agua en las masas de agua que soportan los cultivos y los drenan, será evidente. ¿Sería la agricultura orgánica un remedio para este problema?

Ante todo, fijémonos en las características del país. Su presidente se comprometió en su campaña electoral de 2019 a realizar la transición de la agricultura del país al modelo de la orgánica. Y a hacerlo solo en una década. Consecuentemente, hace solo tres meses, el gobierno prohibió en todo el país la importación y el uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos. Por ello, los 2 millones de agricultores del país tuvieron que volverse orgánicos. Sí o sí

La propaganda oficial proclamaba a los cuatro vientos que adoptar los métodos orgánicos supondría la consecución de rendimientos comparables a los de los métodos agrícolas tradicionales. Sin embargo, la producción nacional de arroz fue inferior en una quinta parte a la tradicional. Y ello  solo en el primer semestre de aplicación de la agricultura orgánica.

Así, un país que era tradicionalmente autosuficiente en la producción de arroz, tuvo que importar $ 450 millones de este en este cereal. Los precios internos subieron un 50% sobre el valor previo. Por desgracia para ellos, el arroz, es su fuente alimentaria principal. Por su parte, el té también vio diezmada su producción  Y se se hundió el beneficio que hasta entonces otorgaba por ser lo más exportado. Además, era lo que más divisas producía.

A finales del pasado año, el gobierno no tuvo más remedio que levantar parcialmente la prohibición de utilizar fertilizantes en los cultivos de exportación clave. Es decir, en el té, el caucho y el coco. Las algaradas y protestas tomaron las calles. Colapsó la moneda . Y el gobierno no tuvo más remedio que envainársela y permitir en estos cultivos clave que continuara la producción agrícola tradicional.

Además, tuvo que destinar $ 200 millones a los agricultores como compensación directa y $ 149 millones adicionales en subvenciones a los productores de arroz que sufrieron pérdidas. Por supuesto,el colectivo agrícola afectado, hizo saber muy pronto que esas ayudas eran totalmente insuficientes para arreglar el problema generado. Porque solo la caída en la producción de té produjo pérdidas valoradas en $ 425 millones.

El experimento fallido también ha repercutido sobre la vida de las personas. Hasta que el coronavirus irrumpió en sus vidas, el aumento del nivel de vida de los ceilaneses había ido in crescendo. La pandemia lo frenó todo, pero con la apuesta por la agricultura orgánica, medio millón de personas se han vuelto a hundir en la pobreza. A la inflación galopante hay que sumarle una moneda que se deprecia rápidamente. No quedó otra solución que incumplir los pagos de la deuda. 

Comencemos desde el principio. Hace ya 6 años,   la familia Rajapaksa  auspició un nuevo movimiento de la sociedad civil llamado Viyathmaga.  Su objetivo, aprovechar el potencial naciente de los profesionales, académicos y empresarios.P ara influir de manera efectiva en el desarrollo moral y material de Sri Lanka. Con el, se lanzó la carrera electoral de Gotabaya Rajapaksa. Ganó muchos votantes argumentando sus tesis de prosperidad y esplendor.

La agenda milagrosa para que la nación progresara en todos los aspectos, incluido el de la transición hacia una agricultura completamente orgánica en el plazo de una década. Una vez más, el agua como comodín político para llegar al poder.

Sin embargo, los que sabían de agricultura y riego, manifestaron su desacuerdo desde el principio. No les gustaba nada la eliminación gradual de fertilizantes sintéticos prevista. Ni la creación de 2 millones de huertos familiares orgánicos para ayudar a alimentar a la población del país. Mucho menos la pretensión de destinar bosques y humedales del país a la producción de biofertilizantes.

Por fin, Rajapaksa fue nombrado presidente y designó a varios miembros de Viyathmaga para su gabinete. Uno de ellos fue el nuevo ministro de agricultura. Sus cuadros eludieron incluir en los nuevos equipos a los verdaderos expertos académicos y técnicos del ramo.

La planificación de la nueva política agraria del país quedó íntegramente en manos de los adalides académicos de la agricultura alternativa. Destacó entre ellos el líder de una asociación médica que postulaba la relación entre los productos químicos agrícolas y la enfermedad renal crónica en las provincias agrícolas del norte del país.

Por desgracia, antes de que empezaran a introducir los cambios previstos, llegó la pandemia. Y lo primero que se hundió fue el turismo, generador de divisas para alimentar la nueva “revolución verde”. Y los acreedores chinos se quedaron sin cobrar del estado las deudas contraídas por la construcción de infraestructuras de la década anterior.

Esta falta de liquidez también afectó a las subvenciones que los agricultores recibían del estado desde 1960 para el uso de fertilizantes sintéticos. Gracias a ellas, tanto la producción como el nivel de vida había subido sin cesar. Así se consiguió producir suficiente arroz para alimentar a la oblación y exportar té y caucho, generadores de divisas. Y Sri Lanka en 2020 consiguió salir del club de los países subdesarrollados.

Pero en 2021, se prohibieron los fertilizantes sintéticos. Y como ya no se necesitaron divisas para importarlos, el gobierno consiguió mejorar la situación cambiaria de la nación y eliminar de los presupuestos las partidas destinadas a subvencionar estos fertilizantes. Terrible espejismo de bonanza económica. Porque sin productos químicos, nutrientes, tierra, mano de obra y agua no hay producción agrícola.

Y los dos primeros, habían desaparecido del mapa. La solución gubernamental fue aumentar la producción de estiércol y otros fertilizantes orgánicos. Pero no había suficiente materia prima para satisfacerlas necesidades agrícolas del país.

El resultado de esta dramática situación fue que la pérdida de ingresos derivados de la exportación del té y otros cultivos se comió literalmente el beneficio producido por la prohibición de fertilizantes importados. Ademá, hubo que importar arroz, compensar sus pérdidas a los agricultores y subvencionar la adquisición de otros alimentos importados.

Como era de esperar, se puso de manifiesto que la producción de nutrientes y energía en forma de calorías está determinada por la entrada de nutrientes y energía. Desde temprano, la humanidad ha aumentado la producción agrícola agregando tierra al sistema. Gracias a ello, se multiplicó la cantidad de radiación solar y los nutrientes del suelo disponibles para la producción de alimentos. Con menos de mil millones de habitantes, en el planeta, la tierra cultivable a añadir al sistema era casi infinita.

Por eso, la gran mayoría de los cambios antropogénicos en el uso global de la tierra y la deforestación han sido el resultado de la extensificación agrícola. Desde temprano también, bosques y praderas fueron transformados sin cesar en tierras de cultivo y pastos. La cruda realidad es que la agricultura preindustrial ha sido la responsable de las tres cuartas partes de la deforestación global. Aquellos agricultores no trabajaban en armonía con la naturaleza, sino que la “domesticaban”

Notemos que hace solo dos siglos, más del 90 % por ciento de la población mundial trabajaba en la agricultura. Y necesitaban mucha superficie para producir alimentos. Porque sus rendimientos eran bajísimos. Hace un siglo, comenzó a importarse guano y otros fertilizantes ricos en nutrientes. Y la maquinaria agrícola comenzó a rodar. Además, las bombas extrajeron el agua del subsuelo y la trajeron de muy lejos. Los rendimientos se dispararon y la ocupación de tierras bajó.

A principios del siglo pasado se implementó desde Alemania el proceso Haber-Bosch. Mediante una elevada temperatura y presión y un catalizador químico para extraer nitrógeno del aire y producir amoníaco, se crearon los fertilizantes sintéticos. Y la agricultura sufrió una revolución espectacular que se ha traducido en un mejor nivel de vida para los agricultores.

La mitad de la oblación mundial come gracias a los fertilizantes sintéticos. Además, estos representan una fuente importante de energía para los cultivos. Y con la ayuda del fitomejoramiento moderno y los proyectos de riego a gran escala, la producción agrícola se triplicó en solo un 30 % más de tierra.

Y ellos han sustituido el trabajo humano, liberando a enormes poblaciones de la necesidad de dedicar la mayor parte de su trabajo de por vida al cultivo de alimentos.

¿Qué sucede con los 700 millones de personas que en planeta viven en situación de pobreza extrema? Que algunas mentes bienintencionadas califican su agricultura como agroecología. Pero solo es una agricultura “antigua” que esclaviza a los agricultores en sus tierras de por vida. Dedicando la mayor parte de su trabajo a cultivar alimentos sin fertilizantes sintéticos ni maquinaria ni riego inteligente. Ya les gustaría, pero no tienen acceso a ello. Al no producir excedentes no pueden vender y por eso tampoco comprar fertilizantes, ni bombas ni nada.

Los que vivimos (todavía) en la abundancia, vemos la agricultura con romanticismo. De muy lejos. Pero no cultivamos alimentos en nuestra gran mayoría. Por eso no sabemos que la agricultura orgánica es un nicho de mercado, inserto en otro mucho más grande. Por eso es lucrativo para muchos productores, aunque representa menos del 1% de la producción agrícola mundial.

Tiene sus clientes privilegiados que pueden pagar lo que les pidan. Y además se lo comen con la conciencia muy tranquila. Por eso, mientras los alimentos orgánicos sigan siendo un nicho pequeño, la relación entre menores rendimientos y mayor uso de la tierra seguirá siendo sostenible

Pero la hecatombe de Sri Lanka, que se ha llevado por delante a su presidente, demuestra algo muy importante. Que pretender extender la agricultura orgánica a la alimentación de grandes poblaciones urbanas es un fracaso total. Si se hubiera implantado allí, porque la gente no hubiera derrocado el gobierno, se habían reducido los rendimientos de todos los cultivos principales del país. Un 35% menos de arroz. La mitad del té y del maíz y el 30% menos en el caso del coco

Y es que si importar fertilizantes es costoso ,mucho más lo es importar arroz. Y si se exporta la mitad del té, se deja de ingresar un 35% de sus divisas. Además, la producción de té de Sri Lanka es mayor que todo el mercado mundial de té orgánico. Por ello, aun con la mitad de la producción de té, los precios mundiales del té orgánico entrarían en una espiral alcista.

Desengañémonos, en esa pequeña isla se necesitaría de cinco a siete veces más estiércol animal para entregar la misma cantidad de nitrógeno a las granjas. Pero no hay suficiente tierra para producir tanto fertilizante orgánico. Y cualquier esfuerzo por producir tanto estiércol requeriría una gran expansión de las explotaciones ganaderas. Con todos los daños ambientales adicionales que comportaría

Rajapaksa siguió hasta el final insistiendo en que sus políticas no habíann fallado. Incluso cuando la producción agrícola de Sri Lanka se estaba derrumbando. Entonces, viajó a la cumbre sobre el cambio climático de la ONU en Glasgow,. Y allí reafirmó el compromiso nacional con un revolución agrícola en sintonía con la naturaleza.

Pero no tuvo más remedio que levantar la prohibición de fertilizantes, aunque nunca restableció las subvenciones

Recordemos que Cuba dejó de usar fertilizantes sintéticos tras el colapso de la URSS. La consecuencia fue que los cubanos perdieron entre 4 y 7 kg de peso de promedio. Y en 2011, Bután, prometió volverse totalmente orgánico para 2020. Sin éxito hasta hoy.

Para resolver los problemas ambientales que repercuten en la salud humana derivados de las prácticas agrícolas hay que suministrar a los agricultores nuevas herramientas derivadas de las mejores tecnologías disponibles. Siempre será mejor que eliminar herramientas que han demostrado mejorar el rendimiento de los cultivos. Y la calidad de vida de los agricultores.

Solo así se podrán mitigar los impactos ambientales de la agricultura sin empobrecer a los agricultores ni destruir la economía.

La prensa de hoy informa:

El presidente del Parlamento de Sri Lanka, Mahinda Yapa Abeywardena, ha confirmado en una rueda de prensa este viernes por la mañana la dimisión oficial del presidente Gotabaya Rajapaksa al frente del Ejecutivo ceilandés. Ranil Wickremesinghe tomará posesión del cargo de presidente interino a lo largo de la jornada.

La carta de dimisión de su excelencia el presidente Gotabaya Rajapaksa ha sido recibida y en consecuencia, con efecto a partir del 14 de julio de 2022. Desde este momento el presidente ha renunciado legalmente a sus deberes y responsabilidades legales.

En estas circunstancias, se activará ahora el procedimiento constitucional de nombramiento de un nuevo presidente. Gotabaya Rajapaksa claudica así tras varios meses de protestas por el incremento de los precios, la falta de alimentos, medicamentos y combustible. Todo ello ha puesto a la pequeña isla asiática frente a su peor crisis económica desde que se independizó del yugo colonial británico.

La revolución popular en Sri Lanka ha forzado así la caída definitiva de la familia Rajapaksa. Después de Gotabaya forzara a comienzos de mayo a su hermano Mahinda a dejar el cargo de primer ministro en un intento superfluo por aplacar las protestas.”

Lorenzo Correa

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