Cuando el río tira la toalla. El caso del Mapocho en Santiago de Chile


Tirar la toalla es una expresión que viene de las termas romanas. Por lo tanto, muy relacionada con el agua. Allí se tiraba la toalla cuando alguien accedía a establecer una relación con otro saunista. Desde entonces, se interpreta com un gesto de sumisión, de abandono de la lucha y por lo tanto, de rendición. Es famosa en el boxeo,como símbolo de rendición, de bajada de manos en la pelea. Hoy devolvemos la expresión al ámbito del agua. Y trataremos de la carencia absoluta de agua en el tramo urbano del río Mapocho en la capital santiaguina. De sus causas y sus soluciones. Porque el río, ha tirado la toalla .

Como ya saben nuestros lectores y todos los que siguen el devenir de la gestión del agua en el mundo, hace ya 12 años que Chile vive el peor episodio de sequía conocido desde que hay registros. Del norte al centro del país. De Coquimbo a La Araucanía, la falta de agua es común y tan preocpante, que en lacapiatl se teme por la llegada de otro Dia Cero.Como el que estuvo a punto de suceder en Ciudad del Cabo y en Madrás.

Megasequía llaman a este fenómeno en Chile. No hay nieve suficiente en la Cordillera. Y, por lo tanto, tampoco agua en los ríos. Las restricciones ya han llegado a varias ciudades. Pero la capital, nacida en las orillas del río Mapocho, tiene más de 6 millones de habitantes. Y por este río y su afluente el Maipo cada vez discurren menos caudales

El lugar más visitado para saber cómo están los ríos es la desembocadura del Canal de San Carlos al Mapocho, en pleno casco urbano. El canal, construido en 1825, trasvasa las aguas del Maipo al Mapocho. Así éste último puede abastecer a la ciudad con los máximos recursos posibles. Además,  aporta un caudal mínimo ambiental. En esta unión se ve cual de los dos ríos aporta más o menos. Y ahora, por desgracia, ninguno aporta prácticamente nada.

Desafortunadamente los datos de aportaciones son tan tozudos como desagradables. Desde la década de los 80 del pasado siglo, la zona central chilena comenzó a recibir cada vez menos agua. La causa, el descenso de las lluvias que disminuyen un 7% cada década. Y el Mapocho, lo nota.

La solución a este angustioso problema, fue, como siempre, ir a buscar el agua al acuífero. Y el año pasado se perforaron en la zona de Cerro Negro-Lo Mena 15 pozos de 300 m de profundidad para aumentar las garantías de suministro de la zona sur de la región Metropolitana, donde reside casi medio millón de personas. Cada pozo suministrará un caudal de 1.500 l/s a la red de abastecimiento. Las instalaciones que cuentan con estación de bombeo y depósito distribuidor de 20.000 m³ de capacidad se inauguraron el pasado mes de mayo, con una inversión de 32 millones de euros.

Sin embargo,la situación no tienen visos de mejorar, porque los meteorólogos esperan otro invierno con pocas precipitaciones. Y sondeos más profundos no se pueden hacer, porque se ha llegado a la roca madre. ¿Podrá resistir Santiago otro año de sequía?

Recurrir al acuífero más cercano es la medida de emergencia más utilizada siempre. Tiene la indudable ventaja de resolver por un tiempo un problema de escasez que las aguas superficiales no pueden afrontar. Funciona mientras que el acuífero aguante hasta que las lluvias vuelvan a recargarlo y los cauces lleven agua suficiente como para no tener que recurrir a los pozos. Pero no es la solución definitiva si la sequía persiste. En ese caso, el acuífero estará agotado y habrá que buscar otro, si lo hubiere. Por esta razón las autoridades cruzan los dedos para que llueva, aunque las predicciones no sean halagüeñas.

Y además intentan concienciar a la población de la perentoria necesidad de ahorro. Se comienza a oír hablar en Chile de conceptos como “nueva cultura del agua” o”nueva realidad hídrica en el contexto del cambio climático”. Usos responsables, solidaridad, ahorro y resiliencia, por supuesto. La nueva jerga de la gestión del agua que pretende cambiar hábitos y costumbres ancestrales. Es decir, el reconocimiento implícito de que las infraestructuras tradicionales han fracasado. Y no solo por la sequía.

Ella es solo el factor desencadenante. Hay otras muchas causas, de las que ya hemos tratado en anteriores artículos. Por todo ello, nos da la impresión que el problema son se soluciona rezando para que llueva, aludiendo al cambio climático y a la responsabilidad que significa el ahorro del agua. Aunque se perforen pozos a profundidades abisales que son una solución imprescindible para evitar los problemas a corto plazo, pero que a largo plazo vuelven a formar parte del problema.

En cualquier caso,la realidad actual es que se está buscando agua más lejos. Para aumentar la garantía de reserva de recursos capitalina a 48 horas. En concreto una nueva captación superficial en la zona de El Manzano-Pirque situada a unos 6 km aguas arriba de la actual derivación del río Maipo.Y que entraría en operación en 2024. Se captará el agua a la salida de turbinas de la central hidroeléctrica de Las Lajas y se conducirá por una conducción enterrada hasta la potabilizadora de Las Vizcachas.

Con ella se pretende evitar el problema de la turbiedad en las aguas captadas superficialmente del Mapocho, muy común en un cauce que soporta altas velocidades del agua en avenida. Por esta razón aunque a veces el río lleve agua, no puede potabilizarse por la turbiedad existente. Las obras tendrán un coste de 35 millones de euros.

Este es el presente y aquel es el relato del pasado reciente. Resumen: las precipitaciones se han reducido en un tercio en la zona central chilena en los últimos años y la zona central continuará perdiendo precipitación. Por eso el Mapocho y sus afluentes bajan secos. En menos de un lustro,para paliarlo, nuevas inversiones en pozos y captación superficial por valor de 60 millones de euros.

¿Y el futuro del agua en Chile? Los expertos auguran que en los próximos 30 años la tendencia no mejorará, sino todo lo contrario. Es decir, que es el estrés hídrico va a ir en aumento. Ante este preocupante augurio, el mensaje de los gestores del agua es el de adaptación. Pero no es tan fácil hacerlo para los explotadores de lo nuevos cultivos frutales Esos que, como ya hemos indicado en estas páginas, están cambiando radicalmente el aspecto de las laderas de la cordillera.

Ni para los gestores del agua en Santiago, que han tenido que realizar las inversiones millonarias antes citadas. La frenética perforación de pozos no augura nada bueno para el futuro. Mientras tanto soluciones como la inyección de acuíferos que aquí hemos desarrollado con profusión,no acaban de tener el eco necesario para que los inversores privados o la administración apuesten fuerte por ellas.

Vuelve a hablarse de la presencia periódica del conocido Fenómeno de la Niña. Ya saben el enfriamiento de la temperatura superficial del Pacífico Tropical que se ha venido asociando a la disminución de precipitaciones en la zona central de Chile. En la última proyección de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. se mantuvieron altas (superiores al 70%) las probabilidades de que La Niña persista al menos hasta la primera mitad del invierno. Si esta predicción se cumple, el invierno recién comenzado no traerá las nieves salvadoras que todos esperan

Triste presente para el Mapocho, que antaño alegre bajaba sus caudales a Santiago desde los 5.242 m de altura del Cerro del Plomo. Cuenca pródiga en nieves que repartía sus aguas entre 16 comunas capitalinas. Aguas que ya los incas utilizaron para regar a través de una red de canales utilizada desde 1541 también por los españoles como garantía de suministro a la ciudad que entonces fundaron.

Sin embargo,hoy el cauce produce una general sensación de tristeza, agudizada por ese terrible dato que nos informa del que el pasado año solo ha llovido la cuarta parte de la media anual. Y así durante más de una década. Acaban de vivir el año más seco del siglo XXI

Esperemos que los trabajos de la Mesa de Emergencia Hídrica obtengan resultados diferentes de los que hasta ahora vienen siendo habituales. Si no hay agua, se conduce desde el acuífero más cercano disponible o desde cotas más elevadas de la cuenca. Y así hasta que se acaben los acuíferos y la cuenca.

Crisis inédita, la llaman allí. Como en México, en Panamá en el último Niño, en Ciudad del Cabo o en Madrás cuando se acercaba el día cero. Los argumentos se repite. Sequía debida al cambio climático que solo se puede resolver rezando, buscando agua más lejos y más profundo. Es decir, generando un coste energético superior ahora que el precio de la energía está rozando cotas inéditas. Algún día llueve y todo el mundo respira y olvida, hasta la próxima crisis. En Chile, la inyección de acuíferos no acaba de arrancar. Prefieren perforar más pozos. Huida hacia adelante que alguna vez acabará en el borde del abismo.

Ojalá que llueva pronto y todos los ámbitos y las personas relacionadas con la gestión del agua hayan aprendido la lección. Porque si no, algún día y en algún lugar el temido Día Cero, llegará.

Lorenzo Correa

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