Confluencia es concurrencia de gente, unión de caminos, coincidencia de ideas y fusión de ríos. Ver a dos de ellos fundirse en un fraternal abrazo, emociona. Observar sus cauces secos convertirse en uno, estremece. Afortunadamente, el poeta ha contemplado hoy una fusión de caudales, no de lechos. Y se ha sentido alegre porque había agua.

Fluyen los versos al oír el rumor de las aguas que encuentran a sus gotas gemelas y se hacen unas. Como los dos ríos también se convierten en otro más caudaloso.

Cuando comenzó la pandemia, visitamos esta confluencia y se nos encogió el corazón de pena al darnos cuenta de que no sabíamos cuando los seres humanos nos podríamos abrazar otra vez con la misma confianza y garantía que antes de su propagación mundial.

Envidiábamos a los ríos que seguían fluyendo sin mascarilla y abrazándose sin precauciones. Abrazo torrencial y apasionado en la confluencia. Sin miedo al contagio.

Más de dos años después ha vuelto la esperanza y la confianza. Y se está yendo el miedo. Mientras, los ríos han seguido abrazándose por nosotros. Ahora, cuando nos enlazamos contemplando su abrazo en la confluencia, nos sonríen. Y parece que sus rumorosas aguas nos piden que cojamos el testigo que nos entierran y nos acordemos de seguir cuidándolos para que su abrazo sea tan inocuo y saludable como ya lo está empezando a ser el nuestro.

Nos recuerdan lo importante que ha sido y es para nosotros protegernos del maldito virus. Y el agua ha sido y es un importantísimo elemento protector.  Para que no lo olvidemos y apliquemos la misma terapia a sus cuencas. Desde la confluencia un poema de sosiego y confianza para ellos y para nosotros.

 

Lorenzo Correa

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