Día Mundial de la Higiene Menstrual. Las repercusiones de la pandemia animan a la acción


Cada año, cuando mayo finaliza, nos hacemos eco de la celebración de un nuevo día mundial de la higiene menstrual. Consideramos de gran importancia recordar la importancia de acabar con el estigma que muchas mujeres llevan marcado en sus cuerpos a causa de lo que se ya se denomina coloquialmente “pobreza menstrual”. Todo comenzó  en 2013 como una campaña de sensibilización sobre la menstruación y la higiene menstrual. Ahora ya ha adquirido una fama mundial. Pero se necesita algo más que fama para ganar la batalla entablada

En cualquier caso, el movimiento por un adecuado y universal acceso a la higiene menstrual va tomando cada vez más fuerza gracias a la celebración de este día mundial. Cierto es que la pandemia supuso tanto en la edición de 2020 como en la de  2021, un incremento de limitaciones en las actividades previstas. Pero también, gracias a ello, la creatividad se ha desatado para realizar otras acciones posibles y nunca probadas, que la pandemia impulsó a ejecutar.

Se hizo y en la última celebración se logró que 566 millones de personas enviaran  mensajes positivos concienciándose del problema y alentando soluciones. Acaba de celebrarse el día mundial de este año. Y su lema ha sido el de acometer acciones e inversiones medibles en este ámbito. Ya sabemos lo que hay que hacer. A partir de ahora, hagámoslo y midamos los resultados. El objetivo es que para el año 2030 en el mundo no haya ninguna mujer o niña que detenga sus quehaceres cotidianos o sus expectativas de vida a causa de su período.

La buena gestión del agua es primordial para avanzar hacia ese objetivo. Porque en los países más afectados por el problema, esa gestión aún no tiene en cuenta la higiene menstrual en sus ámbitos  de abastecimiento y saneamiento. Y sin higiene menstrual, no se puede garantizar el completo y universal acceso a los servicios básicos.

Que la menstruación está íntimamente ligada a la salud, la educación, el agua y el saneamiento, es algo que todos los gestores del agua saben. Pero la mayoría de las mujeres afectadas por esa carencia de bienestar que da una mala salud menstrual, no lo saben. Son las que habitan en países pobres y poco desarrollados. Y las que, también por sufrir esta lacra, padecen terribles desigualdades de género

La concienciación del problema ha supuesto que muchos países hayan apostado por elaborar e implementar estrategias integrales de salud e higiene menstrual (en adelante, SHM). Pero esta inquietud priorizadora aún no ha llegado a los que desde lo público o lo privado, deben financiar las actuaciones necesarias para que los avances sean un hecho. El dinero que se destina a estos menesteres es tan escaso, que no puede cubrir los desafíos y las necesidades existentes.

Lo cierto es que cada día más de 300 millones de personas tienen el período en nuestro planeta. Pero existen 500 millones de mujeres y niñas en todo el mundo que no lo pasan con el bienestar que merecen. Y esta cifra equivale a casi una cuarta parte de la población mundial femenina en edad reproductiva.

Los obstáculos que impiden el bienestar, de las menstruadoras en los países menos desarrollados son de muy diversa índole. Porque no tienen acceso a la información sobre la menstruación y sus vínculos con la salud sexual y reproductiva. Ni tampoco existen normas socioculturales, individuales o comunitarias al respecto. Solo estigmatizaciones y tabúes que las destrozan en su vida social cotidiana.

Por otra parte, carecen de acceso a productos y materiales de salud menstrual asequibles y de calidad. Y a redes de agua, saneamiento e higiene seguras bien gestionadas. Ni en el hogar, ni en la escuela. Tampoco en el lugar de trabajo o en lugares públicos

Se imponen por ello políticas y estrategias globales y nacionales. Pero deben ir acompañadas de la correspondiente asignación de recursos suficientes. Que sirva para la implementación e integración de los programas. Con ellos se podrán distribuir productos menstruales. Y abogar por la reducción de impuestos sobre los mismos. Así como asegurar sus estándares de calidad.

Para ello, después de nueve ediciones llamando a la actuación, en esta décima se apela a la inversión. Y  se hace argumentando cómo las inversiones en SHM no solo suponen una mejora de la calidad  de vida de las féminas afectadas. También de sus posibilidades de tener acceso a una mejor educación y a empleos que las liberen de la pobreza. Ellas se convertirán en personas más a fuertes y seguras de sí mismas. Independientes y con mejor salud física y mental

Por lo tanto, es imprescindible, ante todo generar información a las afectadas, sobre todo a las niñas, de que con una mejor higiene menstrual alcanzarán un bienestar en la escuela que les permitirá participar en actividades que nunca habrían ni siquiera intentado realizar. Y las mujeres, que llegado a este mismo punto de higiene, podrán incrementar sus ingresos en un 10%.

Hay que poner ejemplos fácilmente entendibles. Uno sería que la escolarización disminuye el riesgo de matrimonio temprano  y por supuesto de maternidad a bajísimas edades. Una mejor educación supondrá menor tasa de embarazos en una familia así como la segura  eliminación de las enfermedades de transmisión sexual

Porque sin higiene menstrual., las infecciones del tracto reproductivo y urinario se expanden sin tasa. Sin embargo, el suministro de copas menstruales y compresas reduce el riesgo de infecciones, sí como  el de vaginosis bacteriana. . Estudios han vinculado el acceso al saneamiento a los resultados de salud mental, y la evidencia preliminar indica que las intervenciones de salud menstrual tienen efectos positivos para aliviar los sentimientos de vergüenza e inseguridad.

¿Cuáles son las herramientas que pueden ayudar a que los inversionistas se animen?. Las que sean capaces de medir los resultados que dan las diferentes acciones emprendidas. Solo así podrá demostrarse la rentabilidad de la inversión

En este sentido, desde el año 2010, los fondos asignados a los programas SHM se han centrado particularmente en escuelas y productos menstruales. De ellos ya hemos hablado en ediciones anteriores. También se ha invertido investigación  y en la financiación de la distribución de productos menstruales, principalmente en las escuelas.

Toca ahora seguir trabajando con otros enfoques. Focalizar el asunto en la repercusión favorable que estas inversiones tienen sobre los derechos humanos. También en que ayudan a cumplir los ODS. Y, sobre todo en el gran impacto positivo que supone la mejora de la vida de las mujeres.

Por ello, debe quedar muy claro que invertir en SHM  equivale a mejorar la salud, la economía,  y la educación. También los aspectos educativos y sociales allá donde se aplique. Es indispensable desarrollar y hacer efectivas medidas, indicadores y estándares de calidad comunes y claramente definidos en los programas. Así se podrá facilitar el seguimiento del progreso. Y el impacto de las actuaciones.

Ha llegado el momento de llevar el mensaje a todas las partes interesadas. Y ese mensaje debe focalizar la financiación y la programación en SHM con unos argumentos de peso. Que deben surgir de un trabajo previo de análisis estratégico de los sectores de intervención en el ámbito de la salud y la higiene  menstrual.

Divulgando los productos que existen en el mercado. Pero además, potenciando la acogida y tratamiento en los centros de salud. E incrementando la construcción y adecuación de las redes de abastecimiento y saneamiento. Sin olvidar dar la mayor difusión posible a las normas y prácticas sociales necesarias.

Los países implicados tienen que dedicar una parte de sus presupuestos a  desarrollar políticas intersectoriales. Y sus correspondientes planes de implementación nacionales. Para que sirvan de guía a las inversiones y coordinen la programación. Además, deben Identificar y vincular los objetivos que pretenden alcanzar con  los logros sanitarios, económicos, sociales y educativos derivados de los  ODS.

Por supuesto, ni hay que dejar de luchar en el combate para la erradicación de los innumerables estigmas y tabúes que rodean a la salud y la higiene menstrual. Solo así, se  podrá crear un entorno propicio para la financiación.

El siguiente paso será el de la coordinación, tan necesaria para promover la financiación y conocer día a día sus progresos. En este caso , hay que mejorarla en el ámbito  internacional. Fortaleciendo, aprovechando y ampliando todas las asociaciones existentes posibles. Una de ellas es el Colectivo Menstrual Mundial. Aquí o en otros colectivos hay que  crear grupos de trabajo. Para que en ellos coexistan y actúen financiadores e inversores. Así se podrá  seguir de cerca el financiamiento de las actuaciones de mejora de la salud y la higiene menstrual .

Queda mucho camino por recorrer para lograr los objetivos  marcados. Y poco tiempo para llegar a la fecha límite del año 2030. Por eso es tan importante celebrar este día mundial. E involucrarse en lo que cada uno de nosotros podamos hacer para ayudar a conseguirlos

Lorenzo Correa

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