La fuerza de un río. El Sella abraza al Güeña en Cangas de Onís


Los ríos asturianos son potentes. Bajan de los Pìcos de Europa con prisa por llegar al mar. Pero hay muchos obstáculos en la vida de un río. Y debe sortearlos con maña y con fuerza. Como hace el Sella, paradigma asturiano de río forzudo.

Su fuerza se la otorga el poder recorrer 66 km entre la Fuente del Infierno y Ribadesella, con la ayuda inestimable de cuatro afluentes principales. Ponga y Piloña por la izquierda. Dobra y Güeña, por la derecha. Desde la vecina montaña leonesa a la ría de Ribadesella, el río baja con mucha fuerza. Tanta que en pleno estío, invita a los piragüistas a recorrerlo desde Arriondas hasta el mar.

Dos imágenes traemos hoy. La de portada, nos muestra al río Sella en estado puro. Visión de la cuenca en una fotografía. Desde el pico (de Europa) lejano leonés a esa cuenca media en la que todo sigue igual que siempre en un idílico paisaje de riberas autóctonas, islas lamidas por la fuerza de la corriente y aguas cristalinas Un río fuerte y sano en el que el espacio fluvial solo está salpicado de algunas edificaciones que le contemplan desde lejos.

Contrasta con la imagen del afluente Güeña en Cangas de Onís. Encauzado en su tramo final, con riberas edificadas  y ventanas que ven pasar caudales antes de la entrega al río padre aguas abajo del mítico puente medieval, que casi todos llaman romano. El puentón de arco peraltado del que pende la Cruz de la Victoria, símbolo de la fuerza de los asturianos.

Padre e hijo, unen sus destinos en Cangas de Onís. Distintos y cercanos. Ríos humanos.

Lorenzo Correa

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