Fluye el tren encauzado entre carriles. Paradigma de la modernidad y el progreso. Como el río encauzado. Corrientes de metales y aguas discurren desatadas cuando los caudales de pasajeros y gotas son elevados.
Silencio y vías y cauces secos cuando no hay tráfico o hay sequía. Tren y agua unidos por la necesidad de comunicación. De conocimiento, relación y unión entre personas y cosas.
Muchos ven en el río solo un corredor biológico. Un espacio geográfico delimitado que proporciona conectividad entre paisajes, ecosistemas y hábitats, naturales o modificados. Y asegura el mantenimiento de la diversidad biológica y los procesos ecológicos y evolutivos.
Nosotros vemos más cosas. Por ejemplo, como en el caso del tren, ambos son un espacio físico limitado por márgenes y vías que proporciona conectividad entre paisajes naturales o modificados y seres vivos. En el tren viajan no solo humanos, sino también otros muchos seres vivos.
Algunos opinarán que el tren poco o nada asegura la diversidad biológica ni los procesos ecológicos evolutivos. Tienen razón. El progreso tiene estas contradicciones.
Pero, como en el caso del río férreamente encauzado, no tenemos más remedio que aceptarlo y trabajar para que las afecciones no sean excesivamente graves.
Quizás con un poema se amainen las pocos naturales y ruidosas presencias del tren. Las del río, las amainamos también restaurando y trabajando duro allí donde es posible. Pero hay lugares en o que no lo es. Así que hay que llevarlo lo mejor posible y luchar por conseguir un equilibrio lo más estable posible entre lo natural y lo artificial, aunque útil y cómodo.
Para eso están los poetas del tren y del río
Lorenzo Correa
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