Los 4 valores del agua


El año 2021, segundo año de la pandemia, ha sido elegido por las Naciones Unidas para tratar en profundidad sobre la respuesta a la pregunta que formulamos en nuestro epígrafe. Para conocerla, hay que leer el Informe mundial que han dedicado al desarrollo de los recursos hídricos, focalizándolo precisamente en los valores del agua.

Nos parece interesante divulgar los argumentos y las conclusiones del informe, ya que el futuro del agua venturoso que desde aquí preconizamos pasa indefectiblemente por valorarla correctamente. Y valorar no es solo señalar su precio, porque eso ya nos lo recuerdan cada mes. Es sobre todo reconocer, estimar  y apreciar sus valores, sus méritos.

Además, después de valorar bien, lo que queda es valorizar. Es decir, aumentar sus valores. Y para eso estamos también nosotros, aunque solo sea porque los divulgamos.

Para darle más valor al agua, es indispensable mejorar la gestión de sus recursos. Para ello, antes hay que reconocerlos muy bien. Y después cuantificarlo y definirlo. Solo entonces  podremos incorporarlo a la toma de decisiones. No debemos perder de vista que toda esta ingente tarea es fundamental para garantizar una gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos. Y llegar con menos esfuerzo a alcanzar Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Saber cuáles son los valores del agua es tarea del gestor, porque solo así podrá controlar bien en qué usarla. Y en este sentido, el informe de la ONU recuerda que los valores son una de las claves del poder, garantes de la  equidad en la gobernanza de los recursos. De ahí la importancia que tiene el que los políticos, en cuanto detentadores del poder, se preocupen de la gestión del agua.

Por ello, si conocemos cuáles son los valores del agua en cada administración pública, conoceremos a los políticos que la gestionan. En una primera aproximación, el agua tendría valores como recurso doméstico, alimentario e industrial, como derecho humano, como elemento clave en las creencias religiosas y como preservadora de la biodiversidad.

Lo que no resulta fácil es cuantificar esos valores. Fijar la relación entre valor y precio. Lo normal es que el precio refleje los que a los usuarios se les cobra por su uso. Pero así solo se recupera el coste. Lo ideal sería que la planificación hidrológica e hidráulica aplicase enfoques comunes de valoración donde sea posible. Y diera prioridad a enfoques que fusionaran los diferentes valores para incluirlos equitativamente en la política del agua aplicar por los gestores

El informe pretende introducir una metodología basada en la combinación de cuatro valoraciones del agua.

1.-Recursos hídricos y  ecosistemas;

2.- Infraestructuras hidráulicas

3.- Servicios de captación, distribución y depuración

4.-Aporte del agua a la producción y la actividad socio-económica, agropecuaria, recreativa y cultural

1.- Una labor fundamental en estos ámbitos es la de la valoración del medio del que viene y al que va el agua. Para conseguir un resultado correcto, habrá que tirar de las cada vez más famosas “soluciones basadas en la naturaleza”. También de las que fomentan la resiliencia o reducen el riesgo. La realidad es que el medio ambiente posee valores importantes que no caben en el estrecho marco del enfoque basado en parámetros monetarios.

2.- ¿Se valoran bien las infraestructuras?. Porque ellas son garantes del correcto desarrollo socio-económico de un país. Pero según el informe, las valoraciones efectuadas hasta ahora en este sentido, no han sido demasiado certeras. Y es que los beneficios para la sociedad no se cuantifican. Los costes externos tampoco se calculan. Por último, los datos hidrológicos suelen ser deficientes y obsoletos.

La mayoría de los métodos de valoración de infraestructuras se centran en un enfoque coste-beneficio. Pero hay una tendencia a sobreestimar los beneficios y a infravalorar los costes y en concreto, a no incluir todos los costes. Todo se centra en los flujos de caja y gastos de capital y funcionamiento y en la rentabilidad económica. Pero se  omiten los costes indirectos, sobre todo los sociales y medioambientales, que se tratan como factores externos.

Es tan importante como poco tenido en cuenta incluir en las valoraciones de los usos finales los costes de capital y de operación y mantenimiento.  En muchos países tan solo se recupera una parte de ellos y las inversiones de capital se cubren con fondos públicos.

Si la planificación hidrológica está basada en la construcción de infraestructuras que obedecen a motivos políticos  y además, la corrupción planea sobre ella, es obvio que los valores saltan por los aires impulsados por la manipulación. Por lo tanto, la valoración de la infraestructura está asociada a una buena gobernanza.

3.-  A estos servicios se les conoce con el acrónimo inglés de WASH.. No se puede ignorar que el rol que el agua desempeña en hogares, escuelas, lugares de trabajo y hospitales está infravalorado con respecto a los valores tradicionales. Pero es obvio que ampliar el acceso universal a ellos es un desiderátum que debe cumplirse. Porque ellos añaden valor indirectamente, al crear un ambiente más sano.

El informe indica que proporcionar un acceso universal al agua potable y al saneamiento (ODS,puntos 6.1 y 6.2) en 140 países de rentas bajas y medias costaría aproximadamente 1,7 billones de dólares de 2016 a 2030, o 114.000 millones al año. Mientras que el cociente coste/beneficios arroja beneficios significativos en la mayoría de las regiones. Porque mejoran la salud sin necesidad de construir infraestructuras más caras. Como ejemplo, en nuestros artículos dedicados a la importancia de poder lavarnos las manos ante la pandemia, queda perfectamente demostrado.

4.- Valorar el agua para la alimentación y la agricultura Es un dato muy manido el de que las prácticas agropecuarias consumen el 70% de los recursos hídricos  mundiales. Pero hoy el futuro del agua nos augura una feroz competencia por ellos. Y ello lleva a que cada vez se desaten más campañas que cuestionan el eficaz uso de agua para la producción alimentaria.

Acusaciones de ineficiencia desde otros sectores que quieren agua para su desarrollo. Sobreexplotación de acuíferos y daños ambientales son las armas arrojadizas que se usan en esta guerra. Contaminación, en suma.

Pero en realidad, el valor que se le atribuye al agua en la producción de alimentos es muy pequeño comparado con el que alcanza en otros sectores. De hecho, no llega a 0,045 €/m³ cuando se utiliza para regar cultivos de granos y forraje,. Cierto es que sube mucho en el caso la verdura, fruta o flores, igualándose al coste del agua doméstica o industrial

Sin embargo, las estimaciones de valor del agua para la producción de alimentos suelen incluir únicamente sus  beneficios económicos directos para los usuarios. El resto de los beneficios, no se tienen en cuenta para generar valor. Y ahí quedan los relativos a los ámbitos socioculturales o ambientales. Se olvidan de la nutrición o de la generación de empleo a pequeños agricultores. Y del alivio para la escasez y mejora de calidad de vida. Por eso este valor está manipulado por imperativos políticos.

La solución sería aplicar estrategias de gestión para aumentar valores mejorando la gestión hídrica en las zonas de secano. Cambiar a una intensificación sostenible y , sobre todo, utilizar como recurso para el riego fuentes no convencionales que mejoren  la eficiencia del uso del agua. De nuevo aparecen el en horizonte las soluciones basadas en la naturaleza. Además, fomentar la reducción de la demanda de alimentos siempre supone un ahorro de agua

Por su parte, en el caso del agua destinada usos industriales y comerciales, su uso se asimila a  un recurso ligado a los costes de captación y consumo, fijados por los precios del mercado. Mientras tanto, la responsabilidad financiera debe tener en cuenta los costes de tratamiento. Y la cuantía de las sanciones previstas por la normativa. Esto supone que el agua represente más coste. O un factor de riesgo para las ventas y para el cumplimiento de la normativa. Y las industrias focalizan su actuación tanto en el ahorro de gastos de funcionamiento como en el impacto sobre los ingresos a corto plazo. Por ello,  el valor del agua relativo a costes administrativos, capital natural, riesgo financiero, crecimiento, funcionamiento futuro e innovación no suele tenerse en cuenta,

Tampoco podemos olvidar que el alza de los costes. Ni la merma en las ganancias y las pérdidas económicas asociadas a los riesgos hídricos. Ambos son dignos de tenerse en cuenta. Los riesgos inherentes a la sequía, a la inundación y al calentamiento global, hacen que la gestión sea más cara. Tanto por su repercusión directa en el funcionamiento de una industria como por los daños reputacionales.

Y como este sector está a acostumbrado a ver las cosas desde la perspectiva de la monetización, la tendencia a fijarse en esa parte del valor que supone el precio del agua, hace que se aparte la mirada de otras partes muy importantes. Es el caso  de su valor tangible o intangible. Se valora por volumen usado multiplicado por el coste de tratamiento y vertido. Y el rendimiento, se obtiene de tener en cuenta el agua como beneficio o valor de producción por volumen (€/m³).

También por  la intensidad de su uso, es decir el volumen necesario para producir una unidad de valor añadido (m³/€). El tercer sumando sería la  eficiencia de uso, que es un valor añadido por volumen (€/m³). Y el cuarto y último, el cambio en la eficiencia de uso del agua a lo largo del tiempo. Salido según el indicador 6.4.1 de los ODS.

Lo que produce el agua (PIB/m³) en este ámbito, repercute favorablemente en la creación de empleo y de nuevas empresas. Es muy complicado cuantificar esta repercusión, ya que en ella el agua es solo un factor entre otros muchos. Se impone, según el informe, una mayor sintonía entre el ámbito industrial, consumidor de agua sin otro remedio posible y los organismos de planificación hidrológica que avanzan en la senda de la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos. La economía circular debe irrumpir con fuerza en el escenario llevando entre otros aspectos a la reutilización a adquirir un papel protagonista.

Finalizaremos el repaso a los valores del agua en el  informe con una mención a los culturales

La mayoría de las culturas disponen de valores tan difíciles de cuantificar como de expresar. El agua, como vimos en nuestros artículos sobre el Ganges, atrae a los fieles por motivos espirituales. A muchísimas personas, por su belleza visual. A los ecologistas,  por ser clave para la supervivencia del medio y los seres vivos. En todos los casos, son valores no comparables con los económicos más arriba expuestos. Y generalmente, son directamente excluidos en su cuantificación valorativa, a pesar de que son fundamentales para cuantificar los otros.

Siempre queda la excusa de alegar que los valores culturales, tradicionales, quedan atrás con el avance de los tiempos. Que no son “modernos”. De ahí que el informe afirme que… “el agua en el contexto del desarrollo económico global se suele considerar como un recurso a disposición de la sociedad. Y por consiguiente, distinto a como lo pueden concebir las religiones o los sistemas de creencias de muchos pueblos indígenas.  Dando lugar a concepciones de valores muy distintas y potencialmente contradictorias”.

Pero ahora que estamos inmersos en un conflicto bélico de repercusiones aún desconocidas para todos, los valores del agua en este aspecto son vitales. El agua debería promover la paz, para repartirla y usarla de manera solidaria. Pero en muchos casos como los tratados aquí con anterioridad, es un arma arrojadiza para la guerra.

Quedémonos con la convicción de que los valores del agua no solo se reducen al ámbito de esas funciones físicas y directas imprescindibles para la vida. También contemplan todo lo relacionado con la salud mental, el bienestar espiritual, el equilibro emocional y la felicidad. Por ello estos aspectos deben ser incorporados a los procesos de toma de decisiones

Las conclusiones del informe resaltan que no es fácil determinar el “auténtico” valor del agua. Y que por eso, no tiene el protagonismo que merece en la atención política y la inversión financiera en muchos lugares de nuestro planeta. Ello provoca desigualdades en el acceso a los recursos y a los servicios hídricos. Y lo que es aún peor, un uso ineficiente e insostenible y la degradación de las masas de agua. Obstáculo insalvable para la consecución de casi todos los ODS, así como del desiderátum de que sea un derecho humano

El reto está en conseguir valorarla teniendo en cuenta todas las dimensiones aquí indicadas.  Cierto es que, según el ámbito acuático, conciliar las valoraciones de los distintos sectores incrementará el nivel de dificultad.- Sobre todo si se introducen en el cálculo los valores más  más intangibles.

Ahora toca, para seguir avanzando en el reconocimiento de valores, reducir la complejidad y normalizar algunos parámetros. Y para ello habrá que aportar más medios (y mejores),  para reconocer, mantener y conciliar los distintos valores.

El valor del agua es infinito, ya que la vida sin ella no es posible. Y no hay nada artificial que la pueda sustituir. La buscamos en Marte o en la Luna, pero no la reconocemos suficientemente aquí, donde la hay.

Lorenzo Correa

Safe Creative #1608240244452

¡ Síguenos en las redes sociales !

twitter   fb

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario