Entre la niebla que nos invade a los que nos gusta elucidar sobre el futuro del agua, se abre a veces un claro. Entonces el sol ilumina esa obertura para que el poeta nefelibata componga su hebdomadario poema al agua.

Es el caso de hoy, que resolvemos con un haiku a la bruma. Corto, como todos poemas de este género poético de origen japonés. Para no cansar a nuestros lectores con largas ristras de versos que distraigan su atención durante mucho tiempo.

Dedicamos a la niebla, que es lo mismo que decir al agua, este poema. Como buen haiku contiene tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas. Hace referencia a una escena de la naturaleza que se produce en un momento concreto del año. En la España de este febrero anticiclónico, la niebla es un hidrometeoro habitual, aunque molesto.

El haiku, como el agua, es flexible, pero para ser “potable”, se recomienda que tenga 17 sílabas. Pretende, para continuar dentro de su marco conceptual, transmitir emoción. La emoción que el poeta ha sentido al contemplar la niebla en una mañana de febrero. Con la nostalgia de la lluvia, que esperamos y no viene

Pero que nos transmite belleza, armonía, serenidad y fugacidad que contiene también algo de melancolía acuática. Y que puede transmitirse a cualquier lugar de la Tierra en el que la niebla decida sentar sus reales en una mañana de altas presiones

La lluvia se anuncia en la niebla y nos quedamos con la incertidumbre de no saber si el agua que tanto necesitamos se esconde tras esa masa gris tan vaporosa. En esas sombras que no nos dejan admirar el paisaje y son tan peligrosas para conducir. Nos quedamos con las esperanza de que el sol siempre acaba desvaneciendo a la niebla y la lluvia acabará por aparecer

Lorenzo Correa

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