De la cascada al remanso


Encontrar un cauce « comme il faut » en países muy desarrollados y poco húmedos no es sencillo. Obliga a recorrer muchos kilómetros hasta encontrara los tramos más altos de la cuenca. Además, debe haber llovido lo suficiente para que los caudales nos alegren la vista y el oído. Así los disfrutaremos en movimiento en los tramos más estrechos y en calma en las zonas de remanso.

Tuvimos la suerte en nuestro último paseo fluvial de conseguirlo. Cascada y remanso en el mismo cauce. Desde el abrupto salto en el que el agua suelta su melena hasta el remanso de paz que surge espontáneo cuando la corriente consigue liberarse de márgenes encañonados y ensancharse en libertad.

Bajando el cauce hicimos ejercicio, nos agitamos saltando y brincando y, al final, encontramos la paz al aquietarse la corriente. El estruendoso fragor del agua encorsetada por estrechos márgenes, dio paso a un paisaje abierto. Aquel en que las aguas encontraron su remanso.

Allí el río se hizo más lento y nuestras pulsaciones también. Nos invadieron emociones estéticas en el silencio que la naturaleza otorgaba al río. El mundo se detuvo un momento y nosotros pudimos relajarnos después de una jornada agitada entre rocas y cascadas. Paz del río y en el río.

Y en este escenario tan idílico recordamos la importancia de mantener una cuenca en buenas condiciones de conservación. Una cuenca con tanta paz como se deriva de la imagen de nuestro remanso, garantiza todavía más paz a todo lo que se ubica aguas bajo. Ojalá su ejemplo se expanda a todas sus hermanas y familiares

Lorenzo Correa

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