China necesita inversiones resilientes al clima. Pero no quiere sacrificar su crecimiento a la protección ambiental


Una vez finalizada la COP-26, el run run sobre el cambio climático continúa asediando nuestros oídos. El año pasado, ya nos ocupamos en estas páginas de echar un vistazo a la cara oculta de la moneda que circula urbi et orbe sobre este asunto tan presente en nuestras vidas por estarlo continuamente en los medios de comunicación. Recordarán que se trataba del dinero. Cientos de millones de dólares se deben invertir en los próximos 9 años para intentar hacer algo. O eso es lo que nos cuentan. En cualquier caso, no se invierten al ritmo deseado, con lo que todo lo demás deja de tener sentido, a pesar de la buena fe con que los aterrorizados terrícolas contemplamos este ir y venir de noticias catastróficas y este aparecer de cada vez más fantasmas que no nos dejan dormir.

Dinero para actuaciones. Y luego, todo lo demás. De algo de ese “demás”, trataremos hoy. De las actuaciones basadas en la naturaleza, resilientes al clima. En concreto, de las que se pretenden implantar en China, a partir de un estudio elaborado por el Instituto de Recursos Mundiales. Resumimos hoy el contenido del informe recientemente publicado sobre la necesidad de la aceleración de las inversiones en infraestructuras resilientes al clima en China. Y lo hacemos justo cuando se acaban de conocer las declaraciones de su primer ministro en el Foro de Davos.

Xi Jinping ha expresado con claridad en su discurso inaugural del Foro que, aunque su inmenso  país está comprometido en la lucha contra el cambio climático, China “tampoco debe sacrificar su crecimiento para proteger el medio ambiente”, donde las responsabilidades “deben estar diferenciadas” entre los países desarrollados y los emergentes. Aviso para navegantes. Ejemplo de “nadar y guardar la ropa”. Porque “lo primero es lo primero”

Ante todo, una (otra más), señal de alarma. En agosto de 2021, el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advierte sobre el famoso grado y medio de aumento de la temperatura global en 1,5 ° C. Y lo hace sugiriendo que podría superarse este  umbral en los próximos 20 años. Si fuera así, los impactos sobre la naturaleza y los ecosistemas estarán servidos.

Para evitarlo, hay que poner dinero para pensar, planificar, idear  y construir estas infraestructuras. Además de garantizar una voluntad política de emplearlo en ellas. Y en este sentido, el informe define y analiza sistemáticamente los riesgos climáticos y las correspondientes infraestructuras resilientes al clima. (IRC) a construir en  China. Acaba evaluando los futuros riesgos en los aspectos más punzantes del calentamiento global en tres lugares emblemáticos que pueden servir como ejemplo de actuación en todo el país y por extensión, en el mundo.

Los tres aspectos estudiados son: Efiencia en las zonas regables; inundaciones urbanas y afecciones provocadas por el mar en forma de tifones o tsunamis en zonas costeras. Y las ciudades elegidas como botones de muestra son respectivamente  Ningxia, Wuhan y Shenzhen.

La apuesta por estas infraestructuras persigue tres beneficios. La reducción de pérdidas por daños  y las ventajas económicas, sociales y ambientales derivadas. También evalúa el retorno de la inversión de tres tipos de IRC. El riego inteligente que ahorra agua. Las actuaciones esponjadoras de las ciudades. Y la construcción de barreras costeras sostenibles. Cada una de ellas se aplica a un caso de estudio concreto en las ciudades citadas.

Las conclusiones son jugosas, pues por cada yuan invertido se pueden conseguir  entre 2 y 20 de  rentabilidad durante un período de 30 años. Por ello, recomienda aplicar urgentemente soluciones basadas en la naturaleza para reducir los efectos o adaptarse al cambio climático en China.

Porque mejorar el riego garantiza la seguridad alimentaria nacional. También esponjar las ciudades protege a sus habitantes y da un merecido descanso a las depuradoras en su ingente trabajo. Por último, las barreras costeras sostenibles fortalecen la resiliencia costera y protegen a las ciudades contra tifones y tsunamis

Y ahora viene lo más importante. Cómo conseguir el dinero necesario. El informe propone  cubrir rápidamente el déficit de financiación anual de casi 500.000 millones de yuanes durante los próximos cinco años, aportando capital privado y desarrollando nuevos mecanismos de financiación en forma de bonos de resiliencia de precedencia público-privada. Este es el quid de la cuestión, por supuesto.

La Comisión Global de Adaptación dirigida por Ban Ki-moon,  ( 8º SG de la ONU), Bill Gates, y Kristalina Georgieva, Directora Ejecutiva del Banco Mundial, dispone de 34 comisionados. Son líderes políticos, empresariales y científicos de 20 países. Están apoyados por socios de investigación y asesores que apoyan a la Comisión, cogestionados por el  World Resources Institute y el Centro Global de Adaptación.

Su objetivo es  acelerar la adaptación elevando el nivel político y dando visibilidad a la adaptación pata centrarse en soluciones concretas. Publicó en 2019 su “Adapt Now: A Global Call for leadership on climate resilience”.

Decidieron que el informe citado debía ser una llamada al reclutamiento de líderes decididos a actuar en el ámbito de la resiliencia climática. En varios sectores muy diferentes entre ellos. Uno sería el agrícola. Porque es imprescindible para iniciar actuaciones urgentes que eviten una caída de hasta una tercera parte de la producción agrícola por disminución de rendimientos. Es la cifra prevista para dentro de solo 30 años

Otro correspondería a las actuaciones tendentes a dotar de agua bendita a los que no la tienen.  No en vano, en 2050 ya serán 5 mil millones los que se encontrarán en tan penosa situación en 2050. Pero hay más. Por ejemplo, las que hay que acometer para luchar contra las secuelas del aumento del nivel del mar, que podría obligar a evacuar a cientos de millones de personas en ciudades costeras. Hoy en día, el coste anual de luchar contra esta realidad supera el billón de dólares. .

Las previsiones en China son terribles. La frecuencia de presentación de olas de calor podría triplicarse a finales  de este siglo. Y la oferta de agua en las  regiones áridas y semiáridas del oeste de China, afectadas por la sequía podría disminuir casi a la tercera parte.

Allí ya asumen que el temido aumento de 1,5 ° C en la temperatura media global supondría unas pérdidas económicas de $ 112 mil millones. A causa de las avenidas provocadas por intensas lluvias. Cuatro veces más que las producidas en las dos primeras décadas de este siglo.

Temen a las cada vez más frecuentes marejadas ciclónicas, que inciden especialmente sobre urbes tan superpobladas como Shanghái. Porque hay modelos que predicen que puede ser engullida por el mar con pérdidas económicas totales estimadas en $ 31.318 mil millones. Son escenarios extremos, por supuesto, pero sin ser catastrofistas, dan una idea de la magnitud del problema.

Todos sabemos que existen consejeros y consejos de actuación por doquier. Pero también que las actuaciones no llegan tan rápido como sería deseable porque los consejeros no aportan dinero,. Solo consejos. Un caso es el que dio la Cumbre de Adaptación al Clima en 2021. Publicó una guía de soluciones para la adaptación al cambio climático en todo el mundo. Bienvenida sea.

Los chinos ya comenzaron a ocuparse de esta adaptación  en su  Agenda 21 de 1994. Pero actuaciones, pocas. De poco sirven los consejos y las buenas intenciones sin que los acompañen  políticas legislativas y desarrollos reglamentarios potentes. Y en  sectores tan diversos como la producción de alimentos, los recursos hídricos, las ciudades y la gestión del riesgo de desastres.

Ahí es donde  debe verse mejorada la resiliencia climática en infraestructuras. Incrementando  inversión en actuaciones de este tipo. Quizás sea una buena oportunidad el hecho de que Decimocuarto Plan Quinquenal comenzó el año pasado. Año en el que China se comprometió a  alcanzar un máximo de emisiones de carbono en 2030 y lograr la neutralidad en 2060.

En cualquier caso, el citado plan quinquenal ya tiene entre sus principales objetivos reactivar la economía post pandemia. Y para ello, han incluido en él  la construcción de nuevas infraestructuras. Esta es la una buena noticia siempre y cuando las actuaciones a realizar se dediquen a lo que estamos tratando en este artículo, mejorar la resiliencia de la infraestructura al cambio climático.

Ese es el reto que además se complica algo más con la incertidumbre de sui esas infraestructuras se distribuirán uniformemente por todos los lugares de tan enorme país que las necesiten. Porque son ingentes inversiones que requieren ciclos de operación muy largos. Por ello su financiación es complicada y los inversores se lo piensan muy bien antes de decidirse

La única opción posible es la de planificar los riesgos climáticos a los que China se expone  y  evaluar los costes y beneficios asociado con la inversión. Además  de explorar posibles instrumentos y mecanismos de financiación. Todo ello debería estar listo para  la  Estrategia 2035. No queda más remedio que actuar con intensidad durante este lustro, dentro de los márgenes del Plan Quinquenal en vigor hasta 2026.

Así las cosas, el informe de la Comisión Global de Adaptación ayudará sin duda a China. Lo hará dando pautas de conducta a los responsables de la formulación de políticas y a los investigadores.  Mediante una metodología estándar marco para avanzar en acciones de adaptación climática.

Diseñar actuaciones resilientes al clima no es lo más complicado, aunque pueda parecerlo. Lo más complicado es encontrar canales de financiación para que puedan hacerse realidad lo antes posible. Hasta ahora, casi todo el dinero procede del sector público. Y no es suficiente para acometer la gran cantidad de actuaciones necesaria. Y mucho menos para hacerlo rápido, porque cuanto más se tarde en realizarlo, peor será el escenario. Una vez más, el sector privado está llamado a intervenir en cooperación con el público. Se necesita imaginación para celebrar este matrimonio de común acuerdo entre ambos cónyuges. Y además para encontrar soluciones novedosas.

Si consultan el informe en profundidad, comprobarán que en él se incluyen  tres actuaciones tipo. Son las tresque resumen las carencias más importantes de infrestructuras resilentes en China: drenaje urbano, defensa contra inundaciones costeras y riego eficiente.

La primera, en Ningxia. Es un botón de muestra para implementar un regadío más sostenible en una región tan agrícola como esta. Aquí se apela a los bancos comerciales para que emitan bonos de resiliencia. Y préstamos a todos aquellos proyectos de soluciones que demuestren ahorrar agua. Además, se recomienda crear un fondo de inversión combinando aportaciones públicas y privadas

La segunda es la tristemente famosa ciudad de Wuhan, que en su cara más brillante es la ciudad esponja más avanzada de China. Aquí se potencia el valor añadido de los activos inmobiliarios que no se inundarán para obtener financiación. También de la reutilización de aguas pluviales.  .

La tercera se refiere a la defensa de la ciudad de Shenzhen contra las inundaciones marinas. Se comprueba que la construcción de diques de defensa  y regeneración y protección de humedales que lleva a cabo y financia el Gobierno Municipal de Shenzhen y la Oficina de Asuntos del Agua no prospera. por carencia de posibilidad demás inyección de caudales públicos. Y es que en este caso, no hay sector privado que pueda beneficiarse directamente de las obras de defensa  y protección ambiental.

Aquí también se recomienda emitir bonos de impacto resilientes. Para atraer capital privado e  inversiones de empresas que sufren pérdidas en zonas costeras. También para convertir los beneficios de las pérdidas evitadas en fondos del proyecto. Además, Shenzhen podría utilizar derechos a emitir una tonelada de CO 2 (Bonos de carbono), para restaurar manglares.

Esperemos que sea posible identificar a los beneficiarios clave. Y optimizar el mecanismo de conversión de los beneficios en rendimientos tangibles para los inversores privados.

Parece que es la única manera de cumplir los objetivos marcados, teniendo en cuenta la postura oficial China de no sacrificar su crecimiento para proteger el medio.

 

Lorenzo Correa

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