9 ciudades del mundo, amenazadas de hundimiento. El caso de Yakarta


 

Cuando oímos noticias sobre un hundimiento, la imaginación se nos va hacia grandes buques que lentamente van siendo tragados por las aguas del océano, mientras sus tripulantes y pasajeros se alejan de la catástrofe en botes salvavidas. Momento Titanic.

Y es que una de las características más inquietantes del agua es su capacidad de engullir objetos y sujetos más densos que ella, provocando su hundimiento. Los hace desaparecer sin dejar rastro.

Pero hay otra imagen del hundimiento. Menos cinematográfica. Mucho menos observable a simple vista. Aunque la tenemos muy cerca. Es el hundimiento de las grandes ciudades del orbe. Una de las incertidumbres más alarmantes del futuro del agua.

Bangkok, Londres, Yakarta, Shanghái, Houston, Ciudad de México, New Orleans, Miami, Venecia… más de 100 millones de personas viajan en un buque en lento proceso de hundimiento. Pero, como en el Titanic, la mayoría tampoco lo sabe.

¿Por qué se hunden las ciudades? Los motivos son diversos. En unos casos, como el de Houston por el peso de la lluvia caída tras un huracán. No es muy grave, porque el terreno es resiliente y se recupera. En casi todos los casos, el desarrollo urbano excesivo, o sea, el peso de los edificios construidos. Pero también los cambios en placas tectónicas y el aumento del nivel del mar debido a la expansión térmica (incremento en el volumen de agua a medida que aumenta su temperatura). Además, ello empeora en la costa por la baja cota del terreno sobre el que la ciudad se ubica. Todos ellos son los responsables.

Hay más razones y una de las más importantes es la subsidiencia provocada por la sobreexplotación de acuíferos.  La subsidiencia es especialmente acusada en México DF. En su mítico Zócalo, el suelo ha bajado 10 metros. Ya está por debajo del nivel medio de las aguas del lago de Texcoco. Pero la subsidiencia se extiende y el suelo sobre el acuífero que alimenta la ciudad, se hunde entre 8 y 12 centímetros cada año.

La causa, la sobreexplotación de acuíferos. La consecuencia, el cambio total de la red de riego, con un coste de 20 mil millones de pesos anuales durante los próximos 15 años. Lo están recargando, pero no es suficiente. Sigue extrayéndose el doble de lo que se recarga.

Este el caso también de Yakarta, aún en nuestro recuerdo por el anuncio de sus gobernantes en 2019. Porque dijeron que se la llevaban a otro sitio más tranquilo. Y es que si no lo hicieran, dentro de poco tiempo las aguas residuales ya no podrían evacuarse y los inodoros no servirían de nada.

La Batavia fundada por los holandeses, próspera capital de las Indias Orientales Neerlandesas, se hunde desde hace años sin remisión. Desde su fundación en 1619, fue consolidándose y creciendo, al ser el núcleo central de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales en Asia. Después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en Yakarta, la capital de Indonesia.

Ahora, parece que le llega su fin. Se hunde y además le afecta el aumento del nivel del mar de Java, que sube 85 cm cada año. Así, la ciudad asiste a un lento hundimiento. Ya dispone de casi la mitad de su superficie bajo el nivel del mar. Y lo que queda, lo estará en menos de una década. La consecuencia inmediata para sus 30 millones de habitantes, es el aumento de riesgo y peligro de inundación en zonas nunca afectadas por ella. Porque a igualdad de lluvia, el drenaje urbano no puede verter las aguas en el mar, al encontrarse un muro hidráulico que crece sin parar e impide la evacuación normal. Las calles se convierten en cauces sin pendiente natural de desagüe.

Todo esto sucede porque la ciudad, como tantas otras, ha desarrollado un urbanismo desaforado. Los nuevos edificios de gran altura, cobijan a innumerables vecinos que disponen, según el precio del piso, de múltiples comodidades de vida. Pero solo en lo visible. Porque las redes de saneamiento y drenaje no han sido adaptadas a los caudales que producen las aguas residuales de los nuevos residentes ni la impermeabilización severa de una ciudad por la que “antes” discurrían 13 ríos. Ahora todos están cubiertos. Y la capacidad de drenaje se ha reducido al mínimo. Y además el mar está esperando con un muro hidráulico cada vez más alto para dificultar aún más el drenaje urbano. Esta es la primera causa del hundimiento.

De Hullie at nl.wikipedia, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3212857

Pero hay más. En Yakarta, solo la mitad de los vecinos están conectados a una red de agua potable. El resto (entre 10 y 15 millones de personas), se abastecen como pueden. Perforan un pozo y sacan agua, casi siempre contaminada. La sobreexplotación del acuífero es la consecuencia lógica. Y esta es la segunda causa del hundimiento, que acelera el proceso de forma vertiginosa. Porque aunque las extracciones se realizan solo si previamente se obtiene una concesión de agua, nadie se preocupa de controlar si se extrae más. Y eso es lo que se hace.

La única recarga posible serían las beneficiosas lluvias monzónicas. Pero la impermeabilización del tupido tejido urbanizado, la impide. Ante tan grave situación, el ministerio del ramo ha reaccionado ordenando a los propietarios urbanos usar un remedio casero, de un inventor autóctono.

El ya famoso, por usado sobre todo en África, Biopori Hole, creado por Kamir R. Brata, investigador de la Universidad Agrícola de Bogor en Indonesia. Estos cilindros hincados sobre el terreno recuperan unas pequeñas superficies de absorción. Su profundidad es de un metro y su anchura de 10 cm. Cada cilindro absorbe hasta 180 l/h. Los microorganismos del suelo abren sus vías de paso y permeabilizan el terreno para facilitar la inyección natural del agua. Es una solución barata y fácil de implementar. Pero nadie sabe cuántos y cómo se han instalado

Como es natural y comprensible, el problema no se arregla con unos cuantos agujeros. Hay que planificar con visión de futuro y con la cartera llena. Se comenzó por “polderizar” el frente marino, pero no se ve otra solución que funcione que la de mover de lugar a los residentes de las zonas más amenazadas por el agua y por el hundimiento.

Para ello se redactó el Plan de gestión del desarrollo costero integrado de Capital Nacional, con un presupuesto de US$40 mil millones. Destinados a construir un dique marino de 22 km de longitud y 17 islas artificiales que cerrarían la Bahía de Yakarta.

Con esto, se puede paliar el efecto de la subida del nivel del mar. Pero hay que abordar las carencias de plantas depuradoras y redes de abastecimiento y saneamiento. Porque solo hay una depuradora que acoge los efluentes del distrito comercial. El resto se resuelve con fosas sépticas que además de contaminarlo todo con sus fugas e infiltraciones, contribuyen a que la urbe se hunda con más facilidad y rapidez.

Mientras tanto, el norte de Yakarta se ha hundido 2.5 m en 10 años y sigue su marcha a esa velocidad de 25 cm/año por año. Bate récords de hundimiento entre las megápolis costeras del mundo

De hecho, ya hay edificios de oficinas abandonados con sus plantas inferiores inundada. Parecen clavados en el suelo, en un cráter inexplicable y pavoroso. Un buen escenario para una película de ciencia ficción. Como ocurre en el mercado de pescado, donde las pasarelas peatonales de acceso están deformadas y su piso conforma una especie de montaña rusa para el peatón. El suelo se hunde y representa un peligro de tropiezo constante para el visitante.

Peor lo tiene los afortunados que viven cabe el mar. Sus mansiones están surcadas de grietas en muros y pilares. Aquello se mueve. Y las reparaciones son continuas. Además, cada vez que llueve, la inundación está asegurada.

Aunque la peor de las maldiciones para estos ricos propietarios es que la vista del mar que embellecía sus asuetos en el jardín, ha sido reemplazada por la visión del intradós del muro del dique defensor de las aguas marinas. Y es que cada año, la pleamar aumenta su cota en 5 cm

Sin embargo, a pesar del hundimiento, la orgía urbanística continúa, pues se sigue construyendo alegremente. Mientras haya compradores, habrá bloques de pisos que comprar. Las cosas solo están algo mejor en otros barrios más apartados de la ”zona cero” del hundimiento. Allí “sólo” se hunde el suelo entre 15 y 2 cm anuales.

¿Cómo se lo toman los vecinos de Yakarta? La verdad es que no dramatizan demasiado, acostumbrados como están a sufrir todo tipo de molestias a causa del déficit de infraestructuras.

Mientras, las extracciones ilegales de caudales subterráneos superiores a los concedidos por parte de los propietarios de bloques dormitorio, continúan sin que el tímido control de la administración pueda poner coto a la consiguiente sobreexplotación del acuífero.

Amenazan con revocar el certificado de habitabilidad de los edificios transgresores. Y siguen peleando por revertir la situación.

Confían también en que el gran dique de contención antes mencionado, cuya construcción está subvencionada por los gobiernos de Países Bajos y Corea del Sur, ayude a paliar también la situación generada por el hundimiento. El dique protegerá una gran balsa de infiltración que se alimentará del caudal de los 13 ríos urbanos, ahora suburbanos.

Desgraciadamente, hay dudas de que esta solución funcione. Los estudios técnicos realizados pronostican que únicamente resolverá el problema durante 30 años, sin detener el hundimiento a largo plazo.

Apuestan por prohibir absolutamente las extracciones de agua subterránea y abastecer al 60% de la población desde fuentes convencionales, como embalses o desalinizadoras. Y hacerlo antes de 2050. Esta solución es “políticamente” inviable y por eso la administración ha optado por la hinca de cilindros antes mencionada. Pero los expertos saben que la mayoría del agua se extrae desde cientos de metros bajo el suelo, mientras que la solución “biopori hole” no pasa del metro de profundidad. Y el acuífero profundo, ni se entera de su existencia

Sabido es que Tokio detuvo su hundimiento con una política de recarga de acuíferos muy potente y una legislación aún más exigente para que las industrias y empresas usaran agua regenerada. Luego, soluciones tecnológicas, las hay. Pero, como siempre, tiene un coste y alguien debe sufragarlas.

El único problema es encontrar el recurso alternativo a inyectar. Y aquí, a diferencia del país nipón, todas las fuentes posibles de recarga (ríos, lagos y embalses), están tan contaminadas que costaría 10 años descontaminarlas y conseguir que fueran adecuadas para la recarga.

Las perspectivas son sombrías y el pesimismo asfixia a los habitantes enterados de la gravedad de la situación. Los especuladores inmobiliarios continúan con su negocio. Los propietarios de pisos dormitorio siguen extrayendo agua cada vez más profunda. Porque si no hay agua, sus pisos no se alquilan ni se venden. Cuando todo se hunda, se irán a otro lugar. Muchos vecinos, prefieren mirar para otro lado y asumir el riesgo. Y el que puede se va antes de que todo empeore. Como siempre, los más pobres, esperan resignados su futuro, o ni siquiera conocen el riesgo que corren

Y esa es la solución más probable para todos. Ante el hundimiento, la capital de Indonesia tendrá que mudarse de ubicación. Aviso para navegantes. Yakarta es solo un ejemplo. Hay más ciudades en riesgo. Así están las cosas en el camino del futuro del agua

Lorenzo Correa

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