5 alimentos que agudizan la sequía.   


La ONU se preocupa mucho por la sequía. Y cuenta periódicamente las personas afectadas por su imparable extensión mundial. Para eso tiene sus equipos y organismos destinados a pronosticar el futuro. También el futuro del agua, por supuesto.

Nos dice en uno de sus últimos boletines acuáticos que, en 20 años, cerca de 5 mil millones de habitantes de la Tierra padecerán la lacra de la escasez de agua crónica. La sequía. Luego añaden que es a causa del cambio climático. Pero a nosotros nos importa más el dato que la posible causa. Porque dice que la sequía afectará en breve al 66% de los terrícolas.

Cuanto mayor sea la sequía, más territorios entrarán en conflicto y más personas estarán desnutridas y enfermas. Y el número de muertos aumentará exponencialmente. En el árido paisaje que deja cuando sucede, aparecen tres de los cuatro jinetes del apocalipsis. El caballo negro que monta el hambre. El rojo en que la guerra cabalga. Y el bayo, cuya amazona es la muerte.

Pero hay un cuarto jinete, que emerge en su caballo blanco. En él galopa la esperanza. Esa esperanza que cada día nos acompaña. Porque es nuestro augur. La que vaticina el futuro del agua y nos susurra soluciones a la grave crisis que oteamos en lontananza. Hoy el caballo blanco que monta la esperanza nos va a traer noticias de los alimentos que ingerimos y su relación con la sequía en el futuro. Porque en sus alforjas están las soluciones a adoptar por todos y cada uno de nosotros para conseguir que los augurios de la ONU no se cumplan.

El caballo negro nos informa de algo que asusta. Y es que más de una cuarta parte de las zonas regables del mundo se ubican en zonas con una severa escasez de agua. Cuando no llueve lo suficiente, los regantes extraen agua del acuífero y lo sobreexplotan.

Por eso debemos saber, para que los dos jinetes “malos” no tengan que intervenir, qué alimentos son los que más agua exigen. Y conocer donde se cultivan. Porque si lo hacen mayoritariamente en zonas expuestas a la sequía, podremos decidir individualmente si los continuamos ingiriendo o no. Porque comer “mal” incrementa los efectos negativos de la sequía.

Hay cinco alimentos en el punto de mira. Exigen mucha agua para que podamos tenerlos ufanos y apetitosos en las estanterías de los mercados. Y se cultivan en zonas donde no la hay.

Las almendras de California son las primeras. En el mundo son muy apreciadas por sabrosas, crujientes y nutritivas. Se llaman así, porque la mayor producción está en la tierra de las películas, las playas y el buen clima. Aunque en California, hay sequía.  Piden clima temperado, tierras feraces y mucho sol. Eso también lo hay allí. Por lo tanto, de California salen el 80% de las almendras del mundo hacia 90 países. Eso es mucha agua virtual viajando con ellas. Porque cada almendra se “bebe” 12 litros de agua durante su proceso de cultivo. Y se cultivan 283,000 hectáreas. Con un consumo anual de 2.000 hm³.

Imagine el lector cuál es el grado de dependencia de los almendreros californianos del agua que cae del cielo. Como no hay suficiente con la superficial, se bombea la subterránea. Cuando hay sequía, la cosecha se tambalea y ellos también. Problema de estado. Pero la almendra es atractiva y saludable hasta para los veganos.

Qué complicada es la gestión del agua. Un fruto seco que ayuda a fortalecer los huesos, el cabello y la piel y es ideal para el corazón, tiene su lado oscuro. Porque su cultivo provoca la sobreexplotación del acuífero de Central Valley. Y, lo que es peor, una disminución comprobada del nivel freático de medio metro por año durante la terrible sequía de 2004 a 2011. Los sondeos pronto llegarán al centro de la tierra. Por consiguiente, el precio no dejará de aumentar.

Los agricultores se mueven, porque “business is business”. Hay que gastar menos, porque no hay para todos. Y le dan cancha a la microirrigación para ello. Su compromiso declarado es que, en 6 años, van a reducir el consumo de agua en un 40% por kilogramo.

Cuando elijan comer almendras, no se olviden de la sequía

¿Y los los aguacates? ¿Quién puede resistirse al encanto de las “peras de Indias”? Su atractivo reside en que su grasa es monoinsaturadas. Es rico en vitamina E, la que protege la membrana de las células y su núcleo, previniendo el cáncer. También en vitamina C y provitamina A. Lleva potasio, calcio, magnesio, fósforo, hierro, cobre y cinc. Por eso, está de moda. Y en Chile, se cultiva por doquier en zonas áridas, como la de Petorca.

Esta provincia ostenta el símbolo de la lucha por el agua en Chile. Disfruta de un clima subtropical y por ello, proliferan en ella empresas agrícolas que cultivan palta o aguacate. Sin embargo, estos cultivos han hecho desaparecer los de siempre: patatas, tomates, flores y hortalizas. Todo es aguacate ahora, 16.000 ha, cuando hace 30 años solo eran 2.000.

Allí su cultivo exige 100 m³ de agua al día por hectárea. Y hay que regar durante todo el año. O sea, que para poner un kilo de aguacates en el mercado se necesitan 2 m³ de agua. Volumen preocupante, porque supone cuadriplicar lo que se necesita para la misma cantidad de naranjas o tomates.

Ahora, Chile es uno de los líderes mundiales en producción de aguacate a Europa y EEUU. Pero la sequía allí, es crónica. De hecho, los ríos Ligua y Petorca no tiene caudal constante casi nunca. Lo perdieron. Por el riego intensivo que obliga a derivar agua superficial y una vez más a sobreexplotar acuíferos

Aquí también el negocio es el negocio. Porque en diez años, las importaciones mundiales de aguacate aumentaron en más del 10 %. Y como en California, la solución está en la aplicación de nuevas técnicas de ahorro. Como la inyección de acuíferos de la que ya hemos hablado aquí recientemente, que ya en Chile está provocando una revolución en la manera de regar sus frutales. Cuando coman aguacates, acuérdense de la sequía.

Viajemos ahora a Pakistán. Allí cultivan caña de azúcar. Y para ello, destinan el   80% de sus reservas de agua superficial y subterránea. Como en los casos anteriores, endulzar nuestra vida exige un elevado consumo de agua. Porque cada kilo de azúcar lleva dentro 210 litros de agua. Y si es refinada, casi 1.800 litros. Pero la sequía en Pakistán es aterradora. Por eso, allí muchos se preguntan si vale la pena cultivar tanta caña de azúcar, en lugar de destinar los volúmenes necesarios a los bosques o los cultivos arbóreos. Y es que la eficiencia paquistaní en lo que a obtención de azúcar se refiere, es la más baja del mundo.

Aquí el problema es de otra magnitud. Porque en Pakistán, a pesar de la sequía, los regantes siguen teniendo la percepción de que el agua no tiene valor, porque cae del cielo y si cae sobre sus campos o la encuentran bajo sus tierras, es suya y no se preocupan mucho por cuidar ese tesoro. Trabajo para los políticos, que tendrán que seducir a sus votantes regantes y a los que no lo son, que se quedan sin agua para otros menesteres básicos cada dos por tres. Cuando consuman azúcar, no dejen de recordar la sequía.

En el Punjab indio, se cultiva arroz. Ese cultivo exige 1.700 litros por cada kilo. Pero es que la India es el principal exportador de arroz del mundo. Y en las zonas más áridas, volvemos a encontrar con el problema mundial de los acuíferos sobreexplotados. En este caso, para regar los campos de arroz.

Producen 18.29 millones de toneladas anuales, siendo el tercer estado más arrocero de la India, aportando el 11% de la producción total del país. Para ello riegan 3 millones de hectáreas. El acuífero está tan tocado, que este año las autoridades han pedido a los regantes cinco días de moratoria en el riego para ahorrar 2.4 hm³ de agua.

Además, debido a la sobreoferta de alimentos, el estado ha tenido que perdonar la deuda a algunos regantes. Porque no la pueden pagar al haber bajado los precios. Cuando comas arroz indio, acuérdate de la sequía. Mientras tanto, se impone implementar actuaciones de mejora de técnicas de riego con mayor eficiencia. Aquí, también

En el Caribe, también hay sequía y sobreexplotación de acuíferos. Es el caso de los plátanos dominicanos. Cada plátano, se bebe 160 litros de agua. A los dominicanos les encantan sus plátanos. Por eso, comen cada vez más, tantos como 6 millones de ellos cada año. El 70% de la producción de plátano dominicano se cultiva en terrenos afectados por la sequía. Es el “triángulo del Cibao Central”. Además, exportan, por lo que la República Dominicana es el mayor productor mundial de plátanos orgánicos, con más del 55% de la producción mundial. Como ya venimos señalando en casos anteriores, la mayoría de los regantes usan técnicas de riego ineficientes. Y sus plantaciones son cada vez más vulnerables a las lluvias torrenciales y a la sequía.

Por eso en este año, en el que la falta de precipitaciones es muy acusada, se ha reducido a la mitad la producción de banano del país. Y los pronósticos son sombríos. Para 2050, el déficit anual de agua del país podría superar los 500 hm³

Se impone en este caso, un cambio de cultivos. Hay que cultivar sorgo y mango, pues ambos consumen volúmenes mucho menos importantes de agua.

Ha llegado el momento de decidir cada país si los cultivos tradicionalmente explotados o introducidos recientemente por su demanda en el mercado, son compatibles con la cada vez mayor extensión de la sequía.

Y mientras se decide si dedican presupuestos y esfuerzos de todo tipo por mejorar las técnicas de riego o cultivar otra cosa, habrá que reflexionar cada vez que comamos este tipo de alimentos, sobre su procedencia. Si vienen de zonas azotadas por la sequía, estaremos consumiendo un volumen importante de agua virtual que estará mejor en su masa de agua de origen. Consumo responsable, herramienta básica del futuro del agua

Lorenzo Correa

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