Emociona y conmueve contemplar esa agua vertical que eternamente fluye por el surtidor de la fuente. Recuerda divinas palabras, la conversación de Jesús con la samaritana cuando él le pide agua  Ella le pregunta qué puede hacer si no tiene cubo y el pozo es hondo, para conseguir el agua imprescindible para vivir  y para beber.

Y él se ofrece a darle la solución para que nunca más necesite agua. Porque el agua que le dará se convertirá dentro de ella en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Metáfora del surtidor eterno que inspira poemas del agua. En este caso, después de ascender, desciende después de refrescar a los númenes protectores. Y también a la musa que inspira al poeta  y al duende que le sacude.

Inspirador surtidor cantarín que susurra en misterios de la eternidad que solo oídos muy aguzados pueden traducir en un poema. Eternidad del agua que pasa a través nuestro y de nuestra vida. Pero que siempre se acaba quedando  levitando en el surtidor.

Eso sí, solo cuando haya alguien que la contemple. Porque no sabemos qué hará el agua del surtidor cuando nadie la observa. Por fortuna, nos refresca y tranquiliza mientas que estamos allí con ella. Y nos hace sentir vivos mientras consumimos instantes de eternidad.

Cuando paséis junto a una vieja fuente, deteneos a escuchar al agua. Si lo hacéis con atención, seguro que recibiréis su mensaje. Y si lleváis pluma y papel, lo que apuntéis siempre será recordado. Como estos versos que el agua recitó al poeta aquella tarde  de verano, mientras suplicaba a las musas algo de inspiración. Apareció el duende y el ángel se refrescó mientras le daba sombra con sus alas. Así nació el poema del surtidor que hoy os ofrecemos, gratis et amore, en nuestro miércoles poético del futuro del agua eterna.

 

Lorenzo Correa

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