Cómo convertir el petróleo en agua con el mínimo consumo energético. El ejemplo de la zona MENA


Que el agua es imprescindible para la vida en la Tierra, nadie lo duda. Tampoco que cada vez hay que gestionarla mejor o que  su escasez crónica en una gran parte de los países del mundo es una arma letal contra la salud. Sin embargo, resulta muy chocante comprobar como en algunos países cuyas condiciones cismáticas son extremas, el consumo per cápita quintuplica al de otros países que no soportan ningún tipo de estrés hídrico.

Hoy vamos a aclarar los motivos de esta paradoja. Para comenzar, el agua va siempre donde está el dinero. Siempre se puede disponer de agua cuando el cielo es prolífico en un país. Pero si no tienen dinero, difícilmente podrán disfrutar de ella con garantía cualitativa y cuantitativa. Si el cielo no lo es, solo queda el dinero.

Una muestra. Los países árabes consumen una media de 500 litros por habitante y día. Sin embargo, los países desarrollados, consumen menos de 150. Como es lógico, un país petrolero de Oriente Medio, con poca contribución natural de lluvia, lleva mucho tiempo preocupándose por su futuro del agua. Y, como hay dinero, lo ha invertido en las mejoras tecnologías disponibles de captación, distribución, riego, abastecimiento y depuración.

Analizaremos hoy el contenido del informe `’Ventures ONSITE Projects Intelligence Platform, recientemente publicado. Esta plataforma es un producto de Ventures Middle East , líder del mercado en el seguimiento de proyectos de construcción en Oriente Medio durante más de 15 años. Y elabora información precisa y detallada sobre proyectos de construcción terminados, en curso y futuros.

Los países de la zona intuyeron, como así ha sido, que la demanda de agua en la región aumentaría un 62% para el horizonte 2025. Y por ello, planificaron sus inversiones para que este dato no les cogiera con el pie cambiado. De hecho, el dato más reciente del que disponemos, no deja dudas al respecto. Actualmente, se proyectan o ejecutan actuaciones de abastecimiento y saneamiento por valor de más de US $ 85.000 millones en toda la zona del denominado Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

Este organismo es una alianza política y económica de seis países: Arabia Saudita ,Kuwait , Emiratos Árabes Unidos ,Qatar, Bahrein y Oman. Desde 1981 actúa para fortalecer las relaciones entre sus países miembros y promover la cooperación política y económica mediante acuerdos centrados la seguridad y en la coordinación económica

Uno de sus principales objetivos es redactar proyectos que abarcan todos los ámbitos  de la gestión sector del agua, que preocupa cada vez más, debido a 5 causas fundamentales. La primera es el crecimiento de la población, que lleva consigo la segunda, que no es otra que el incremento de la urbanización impermeabilizante. La que impide el drenaje natural por infiltración y concentra caudales de avenida  en puntos concretos de vertido a cauce o mar  río. Además genera islas de calor urbanas y limita la “respiración” del río con el freno de los diques de encauzamiento.

La tercera, muy de moda tras la publicación del último informe del IPPC, es el calentamiento global, con precipitaciones se vuelven más variables y aumento de las temperaturas. Sus consecuencias son mayor demanda y mayores riesgo y peligro de inundación.

Vayamos con la cuarta, la economía, imparable en su crecimiento para llegar a todos los rincones donde haya personas deseosas u obligadas a consumir. Y para finalizar, la quinta   que no es otra que la maldita pandemia de la COVID-19

La escasez de agua adecuada para todo es una amenaza de futuro. Veamos cuáles son las perspectivas del Banco Mundial para la zona que hoy nos ocupa. Informan que en esta región del planeta, solucionar los problemas de falta de agua costará entre el 6% y el 14% del PIB para 2050. Pero, además, un 70% de ese PIB estará expuesto a las consecuencias de un estrés hídrico alto o muy alto. Y ya sabemos que el dinero huye de la incertidumbre y las amenazas, excepto si estas se resuelven con dinero.

Las condiciones climáticas que facilitan el estrés hídrico en la zona son de sobra conocidas. Y es que solo el 2% dispone de zonas húmedas, mientras que el 94% de la superficie total está gravemente amenazada por la falta de agua.

Con este sombrío panorama, solo el dinero puede suponer una esperanza. Será el único combustible parar arrancar el motor de las inversiones necesarias para controlar la situación presente y futura. Si ampliamos el foco al resto de la zona MENA, es decir también a África del Norte, el resultado es peor aún. Porque la población y el crecimiento económico esperados, auguran un aumento del 47% en la demanda de agua para 2035. Por eso el WRI insiste en que  11 de las 17 zonas más afectadas por la carencia de recursos hídricos están en la zona MENA.

Son éstas, por orden de gravedad en sus carencias: Qatar, Israel, Líbano, Irán, Jordania, Libia, Kuwait, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Omán. Para 2050, dos tercios de los países MENA podrían tener menos de 200 m³ de recursos hídricos renovables per cápita por año. Y la ausencia de una planificación y posterior gestión adecuada, supondría para Oriente medio hasta un 6% de su PIB para 2050. Esto dice al menos el informe de Oliver Wyman.de finales del pasado año:

A todo lo expuesto, hay que añadir, por desgracia, la terrible cuota negativa que aportan  las consecuencias de la pandemia de la COVID-19. Porque ella ha repercutido enormemente en la pérdida de garantías de disponer de agua “bendita” en los países árabes. ¿Qué dice al respecto Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO)? Se trata de la principal organización social y económica de la región del Asia Occidental, perteneciente a la ONU. Y nos informa que el aumento de la demanda de agua para usos domésticos costará a la región árabe aproximadamente US $ 150–250 millones por mes para satisfacer las necesidades adicionales de agua debido a la pandemia.

Por todo ello, la tan ansiada nueva normalidad traerá sin duda en la mochila un aumento de los gastos y de la demanda de agua de abastecimiento. Que además, que será muy superior a la que experimenten los usos industriales y agrícolas. Más estrés hídrico para los consumidores domésticos. Porque habrá que dotar de más caudales a las explotaciones agrícolas que han dejado durante la pandemia de importar lo que antes les vendían los países productores de alimentos.

Y eso que actualmente, los usos agrícolas ya son los que más agua consumen en la zona. Tanto como un 84% del agua captada para todos los usos. Como es casi imposible que recursos destinados al abastecimiento se envíen a la agricultura, serán los acuíferos y las masas de agua superficiales las que tendrán que suministra el agua para riego. Otra vuelta de tuerca más para contribuir a la salinización de las aguas subterráneas y a la desaparición de zonas húmedas.

Obviamente, esta no es la solución al problema. Sobre todo si pensamos en cumplir el ODS  número 6 sobre el agua para 2030. Por lo tanto, habrá que invertir en la reutilización y en la desalinización. Es lo que ya se está haciendo en los países de la zona que tienen petróleo para convertirlo en agua. Por eso más del 75% del agua desalinizada en todo el mundo se produce en la región MENA. Y  deste porcentaje, el 70% lo hace en los países del CCG y el 6% en Libia y Argelia.

La zona MENA ya produce casi la mitad del agua desalinizada en el mundo. Tiene un volumen de mercado a punto de alcanzar los US $ 4,3 mil millones para el año que viene. Por ejemplo, en Dubai, hay instaladas 43 plantas desalinizadoras Multi-Stage Flash (MSF). Y su producción total es de 2 hm³/día.

Recordemos que mediante la vía de desalinización MSF, Evaporación Instantánea Multietapa,se evapora agua de mar en varias cámaras o etapas sucesivas (de 15 a 25) con presiones y temperaturas decrecientes en cada una. Hay que precalentar el agua con  condensadores en cada etapa. Así, al pasar de una a otra, se provoca la evaporación del agua, al ser la presión descendente. Y las sales quedan en el fondo del depósito. El vapor generado por evaporación se convierte por condensación en agua con baja concentración salina.

Además, disponen de  una planta de ósmosis inversa que produce  0,1 hm³/día.  Por ello, la capacidad total de producción de agua desalinizada de la Dubai Electricity and Water Authority (DEWA),  es de 2,1 hm³/día. Para el año 2030, tienen previsto producir toda agua desalinizada mediante energía verde. Combinando energías renovables con calor residual.

Bienvenida sea la iniciativa de la DEWA. Porque puede servir de ejemplo a muchos en el futuro del agua. Y es que desvincular la producción de agua y la generación de electricidad mediante el uso de energía solar y calor residual, promete. Así pretenden aumentar su capacidad de producción mediante ósmosis inversa. Pasarán  de 0,1 a a 1,4 hm³/día para 2030. Importante cifra, porque supondrá un ascenso del 5% al 41% de la producción por esta vía. Y en total, producirán para esa fecha 3,5 hm³/día de agua desalinizada. Con el consiguiente ahorro de energía porque la ósmosis inversa consume menos que la vía MSF

Más casos que generan esperanza para navegantes. Arabia Saudita. Alli, la Compañía Nacional de Agua (NWC) impulsa proyectos de desarrollo para la gestión eficiente  y sostenible del agua. Su valor, más de 213 millones de dólares estadounidenses. Se focalizan en la región de Asir. Con ellos se resolverán los problemas que sufren más de un millón de usuarios del agua en sus redes de abastecimiento y saneamiento.

Así lo hacen donde hay energía barata y/o dinero suficiente derivado de las exportaciones. Siempre que los poderes locales deciden invertirlo en gestión del agua. Porque entonces, la tecnología fluye hacia ellos. Y así resuelven sus problemas y acometen soluciones de futuro más modernas y energéticamente eficientes.

Veamos lo que hacen en otros países de la zona menos favorecidos por el maná petrolífero. En  Egipto, hacen también lo que pueden para resolver sus problemas.Ya se ha explicado aquí . En el polvorín de la cuenca baja del Nilo opera  la Holding Company for Water and Wastewater (HCWW). Ellos han planificado un ambicioso programa de desalinización en el próximo lustro. Construirán 47 plantas desalinizadoras para poder usar 2,44 hm³/día. Las obras se iniciarán en 2025. Y cubrirán toda la franja costera. Jordania, por su parte acomete el Proyecto de Desalinización y Transporte de Agua de Aqaba-Amman. Otra apuesta gigantesca por la desalinización.

Sin embargo, algunos países de la zona descartan esta solución como única forma de resolver sus problemas. Y apuestan para el futuro por la reutilización de aguas residuales. Es el caso de Israel y los Emiratos Árabes Unidos. Ellos han tomado una ruta diferente. Tratar y reutilizar las aguas residuales.  Por su parte, las cifras de Israel son impactantes, ya que reutilizan un 85% de las aguas residuales tratadas.

Por su parte, la Autoridad Pública de Agua de Omán (DIAM) apostó por evitar pérdidas. E invirtió en contadores de agua inteligentes. Los ha  instalado en grandes ciudades y en la presa de Musan. El objetivo es reducir las pérdidas en una quinta parte. Porque eso supondrá un ahorro anual de unos 109 millones de dólares. .

Hasta aquí las diferentes maneras en que países muy ricos  y otros, no tanto, que carecen de recursos hídricos abordan la solución del problema del estrés hídrico. Como siempre, la planificación hidrológica es clave. Si además, varios países se unen para buscar y aplicar soluciones conjuntas, miel sobre hojuelas. Pero siempre, las políticas deben saber completar el puzzle. Para que los objetivos cuenten con los recursos apropiados. Y saber quien debe ocupar cada lugar en el equipo, indicando con claridad cuáles son sus responsabilidades. Por último, el dinero debe fluir hacia el objetivo, sin desvíos ni corruptelas. Solo así las esperanzas generadas podrán contar con la confianza de los beneficiarios. Una legislación clara, asumida y respetada por todos , es fundamental

Egipto, Jordania y Palestina y los demás países de la zona aquí indicados han aprobado sus planes nacionales de gestión hídrica. Otros, han preferido diseñar estrategias de ahorro. Pero afortunadamente, los países de MENA están comenzando a reconocer la importancia de un enfoque integrado para la gestión del agua. Y apuestan en muchos casos por asociaciones público-privadas.

Por su parte, los operadores de las redes están introduciendo nuevas tecnologías que incluyen  Internet de las cosas (IoT) e Inteligencia artificial (IA). para la automatización y el control de la red. Imprescindibles también para y reducir de forma eficiente las fugas de agua.

Desalinización reutilización y ahorro. Plantas eficientes, mínimo consumo de energía y control de fugas. Son las nuevas iniciativas que despejan de nubarrones el futuro del agua. Por una mayor eficacia en todo, también en la gestión de las redes .

 

Lorenzo Correa

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