Cada vez menos pesca y más plástico. Cómo resolver el problema del Nilo


 

El agua da de comer a muchísimas familias en el mundo. Su uso con fines lucrativos se produce desde que el mundo es mundo. De ella vive quien navega, quien cultiva, quien cría animales  y quien la tarta y la transporta. También aquellos que la envasan y la utilizan en la transformación y fabricación de materias primas. Y, por supuesto, los que en ella capturan peces. Y precisamente de la pesca vamos a tratar en el artículo de hoy,

Aunque la pesca deportiva (con o sin muerte), para relajo y satisfacción de sus practicantes  está muy extendida en ríos, lagos, embalses y mares, es la pesca realizada con fines lucrativos la que hoy nos ocupa.

Hace poco, leíamos un interesante artículo sobre los actuales pescadores del Nilo en Egipto. Descendientes de generaciones de personas que tienen en la extracción de las especies piscícolas de tan majestuoso río su forma ancestral de sobrevivir. Herederos de prácticas ancestrales que se transmiten de padres a hijos en una cadena sin fin de conocimiento y experiencia profesional. Oficio artesano que da de comer a innumerables familias desde tiempos inmemoriales.

Los turistas que se dirigen a las pirámides, fotografían con curiosidad a los pescadores que se dejan llevar por la suave corriente del río sagrado. Para un pescador del Nilo, la recompensa obtenida por su trabajo no es solo material. Es “otra cosa”, como, salvando las distancias también lo es para un indio que se baña en el Ganges. Las aguas sagradas, ofrecen algo más que las que no lo son a sus usuarios

¿Cómo no va ser especial pescar en un río que está profusamente representado en cualquier templo milenario? Por eso, cuando el pescador adolescente está preparado para continuar con la tradición familiar, la primera jornada en el agua se convierte en algo inolvidable. Y cuando acaba, la satisfacción producida por haber llenado la barca del maná prolífico del río sagrado, es inmensa cuando se deja el producto de la jornada en el mercado.

En la tumba de Meeruka, visir y yerno del faraón Teti, de la sexta dinastía, puede verse un relieve con 4.200 años de antigüedad. En él se observa la exuberante variedad de peces que entonces vivían en Nilo y sus humedales. Y el rey de los peces, era el sagrado oxirrinco, que se apartaba con cuidado de las redes, para criarlo. Aunque no se comía.

Hoy, aquella enorme oferta de peces, se ha reducido, en solo 40 años, a más de la mitad de especies a cusa de la pesca excesiva y de la desaparición inexorable. Joyas antiguas como el kawara, que antes disfrutaba saltando en verano en aguas turbulenta y en pozas profundas donde desovaba.

Como él, otras 35 especies de la ictiofauna del Nilo ya son solo recuerdo a contemplar en papiros y relieves. Sólo ahí podremos saber cómo eran el pez elefante, el cíclido, y la arowana africana. Algunas decenas más ya están señaladas de muerte. .

Pero los pescadores siguen recorriendo las aguas  del cauce del río mítico y viviendo de la pesca que extraen de su cauce. Porque el Nilo es mucho río. Y aunque haya perdido variedad de vida en sus seno, sigue recorriendo impertérrito sus casi 7.000 km de longitud  y atravesando 11 países entre el lago Victoria y Alejandría.

Herodoto ya intuyó hace 2500 años la importancia de este río y bautizó a Egipto como “el don  del Nilo”. Vio cómo la civilización egipcia ocupaba sus riberas. Y dedujo que lo hacían porque sin sus aguas no podrían sobrevivir. Toda la vida económica se concentraba en ellas. Y la religiosa. La agricultura se ubicaba en su valle, la llamada “tierra negra”, que era la zona inundable. Y al desierto se le regalaba la “tierra roja”, improductiva y yerma.

Así pues sus riberas ha visto el ascenso y el ocaso de líderes y ciudades. De templos y pirámides. De civilizaciones en la que la gestión del agua  y de su rico contenido ha sido clave para la supervivencia y el avance de la humanidad.

En la actualidad, el 90% de la población egipcia vive en sus riberas. Y continúan extrayendo del río agua para regar, beber  y trabajar, peces para alimentarse. De ahí la importancia de la pesca y de los pescadores, tan ligados a la historia humana

Es ésta quien nos dice que el homo habilis y el homo erectus, comenzaron a pescar hace medio millón de años. Y que sus técnicas de pesca fueron mejoradas por los egipcios, a partir del año 3500 a. C. Esas técnicas continúan aplicándose ahora. Pero lo que se pesca, como ya sabemos, es de menor diversidad y volumen. Veamos porqué.

Un cúmulo de circunstancias, han provocado la situación actual. Una de ellas es el omnipresente y pernicioso uso del plástico de un solo uso. Si lo unimos a una tradicional mala gestión sostenible de los residuos, el resultado es nefasto. Porque  ha provocado la consiguiente contaminación en el río que afectó a la biodiversidad. Los microplásticos se han enseñoreado de sus aguas. Como, además hay otros  tipos de vertidos, el Nilo tiene el triste récord de ser uno de los 10 ríos que aportan el 90% de la basura a los océanos.

Pero no todo es contaminación urbana, plástica e industrial. Ahí está la Presa de Asuán. Construida entre 1959 y 1970 por egipcios y soviéticos, su objetivo fue el de resolver los problemas continuos generados por las inundaciones de las zonas más feraces y pobladas del país La cuenca baja del río.

El embalse, conocido como  “Lago Nasser” supone una garantía de seguridad contra el riesgo de inundación, pero tiene, como todo en la vida, sus contrapartidas. Una de ellas es que el efecto barrera que produce, obstaculiza el ciclo reproductivo y las rutas migratorias de muchas especies de peces. E impide el transporte natural de sedimentos por el cauce.

Aguas abajo, se goza de una laminación de caudales de avenida y de una garantía de agua para riego ideal para asegurar cosechas, industrias  y vidas humanas. Pero  se ha provocado una falta absoluta de capacidad de recuperación del suelo y los nutrientes. Y menos alimento para los peces, supone menos negocio para la pesca en una longitud de cauce de 1.200 km. La regresión del Delta es obvia, y hay zonas en las que afecta a varios metros de costa  al año.

Por ello, la erosión costera da vía libre al mar para penetrar hasta varios lagos de la desembocadura salinizándolos y acabando con sus peces. Con lo que las especies invasoras. hacen su agosto invadiendo áreas de desove y de cría.

Volvamos a a la contaminación. Porque 4,5 millones de toneladas de efluentes industriales, incluidos 50.000 toneladas de contaminantes peligrosos, se vierten en la cuenca baja del río. Y los niveles de toxinas son suficientes para  extinguir las especies más arriba citadas. Sobre todo en el inmenso embalse de 5.200 km² de superficie que conforma el lago Nasser. La velocidad media de la corriente es de cero a 0,3 m/s entre Sudán y Abu Simbel. Poco ayuda, porque las aguas están prácticamente quietas antes de llegar al embalse.

Todas estas circunstancias, unidas al abandono sostenido de la gestión fluvial, que permitió la proliferación de prácticas pesqueras insostenibles y la contaminación derivada de la circulación de cruceros, ha llevado a la administración egipcia a actuar con energía para revertir la situación. Afortunadamente, algunas especies (la vida siempre acaba abriéndose paso), no solo   han sobrevivido, sino que han aumentado unas pocas especies de peces no solo sobrevivieron, sino que también prosperaron. Y esto aumenta la esperanza de un mejor futuro del agua  y de la pesca.

Porque en el embalse cuatro variedades de tilapia permiten la existencia de una rentable  pesca comercial. Además, el bagre, la perca del Nilo y el pez tigre también se han adaptado  y sus ejemplares son tan lustros que miles de pescadores deportivos del mundo acuden a su reclamo

Resumiendo. La construcción de un embalse que ha supuesto incalculables ventajas, tuvo en su otra cara, la responsabilidad de haber asestado un golpe terrible a la pesca. La contaminación urbana, industrial, agrícola y turística dieron el segundo golpe. Y la inacción administrativa, el tercero.

Pero siempre hay esperanza en un mejor futuro del agua. Veamos qué se está haciendo para mejorar la situación de los pescadores. Y también de la pesca, eliminando vertidos insoportables para el medio

Para ello, muchos pescadores tradicionales de la zona  han sido reclutados para liderar un ejército de voluntarios limpiadores. Y los jóvenes egipcios están respondiendo. Así, hace tres años, nació VeryNile. Es la primera iniciativa de base, dirigida por jóvenes y en curso para limpiar el Nilo. Con la ayuda de 4.200 voluntarios, ha retirado 55 toneladas de basura de desechos sólidos del río.

Se trata de una iniciativa apoyada por el Ministerio egipcio de Medio Ambiente. Está  liderada por jóvenes que surge del compromiso con la acción y de la capacidad para reunir voluntarios y socios multisectoriales. Tomando el Nilo como un símbolo de la herencia egipcia y una fuente de vida para el país, se pretende acabar con su mala fama. Porque no puede seguir vertiendo al mar las toneladas de basura antes citadas. Y limpiando, se genera conciencia de la importancia de reducir el consumo de plástico y empoderar a las comunidades locales,.

La empresa social que les impulsa en su trabajo diario se llama Bassita, que se dedica a  generar asociaciones multisectoriales aplicando el modelo Clickfunding.

Y justo cuando VeryNile comenzaba a adquirir su velocidad de crucero, llegó la pandemia. Y se cargó de un plumazo la forma de trabajar codo con codo de los voluntarios en el río. Hubo que cambiar la manera de hacerlo, de forma que la seguridad y la salud de los voluntarios  estuvieran garantizadas. Porque la primera meta que se habían propuesto alcanzar era la de limpiar zonas del cauce accesible al mayor número de personas posible.

Se había basado a programar actividades destinadas a sensibilizar a la población. Mediante un argumentarlo de defensa y actitud positiva ante la defensa del medio. Y que fuera fácilmente accesible desde los medios de comunicación y las redes sociales.

La solución adoptada tras la llegada del virus a nuestras vidas fue la de unir fuerzas con la comunidad que mejor conoce el Nilo. Los pescadores. La mayoría estaban agotados por el trabajo de pesca diario. Porque les suponía realizar larguísimas jornadas sin llevarse más que unos pocos ejemplares para vender en el mercado. Estaban también agotados de luchar contra la contaminación reinante que acababa con sus preciados peces. Y, por último muy asustados por el bajón de la demanda provocado por los confinamientos y el cierre de restaurantes.

Para resolver todos sus problemas, se integraron en el proyecto de VeryNile llamado “Resucitemos a los pescadores de El Cairo». Pretendía crear y fomentar un nuevo modelo sostenible de recolección de materiales reciclables del Nilo. Contaban para ello con lo necesario: pescadores conocedores de la zona, con su propia barca. Y acostumbrados a navegar sin descanso por el cauce. Además, sabían perfectamente dónde se acumulaba la basura.

Y el reto fue conseguido por todas las partes. VeryNile tenía a los mejores profesionales de la pesca trabajando para aportando su experiencia y conocimiento del río, sus problemas y su entorno. Y los pescadores recibían una compensación económica por el trabajo que realizaban, cobrano una cantidad fijada por cada kilo de basura reciclable que pescaban.

De esta forma ser ha conseguido:

  • Generar ingresos y aumentar el nivel de vida de las comunidades de pescadores y de las mujeres.
  • Mantener limpio el río, dando así una lección inolvidable a todos los que lo visitan y evitando que los que lo ensucian continúen haciéndolo

Simbiosis perfecta. Los pescadores son provistos por VeryNile de un completo equipo de seguridad con máscaras, guantes y redes. Y recogen en sus barcas materiales reciclables que descargan el VeryNile Fishermen Hub, ubicado en la isla Qursaya en el corazón de El Cairo . Además, VeryNile da tabajo a los ribereños, clasifican y compactan toda la basura recolectada.

Así se consigue hacer más eficiente en un 90% más eficiente el almacenamiento y el transporte. En cuanto a las mujeres, se han creado talleres de capacitación para fabricar productos reciclados utilizando el plástico recogido. Y VeryNile se encarga de venderlo a través de sus socios.

Cada día, los pescadores de VeryNile recogen uno centenar de kilos de materiales reciclables que clasifican y compactan. El plástico se venderá a agencias y marcas de reciclaje , respetando su impacto ambiental y social y contribuyendo a la sostenibilidad a largo plazo del proyecto.

También se facilita a los productores y fabricantes locales la incorporación materiales reciclados a sus productos. Y la zona queda limpia de basura.

Es una gran idea para extenderla a todas las comunidades ribereñas del mar Mediterráneo. Porque en él, se vierten cada año 570.000 toneladas de plástico, de las que Egipto aporta la mitad.

La mejor manera de reducir la contaminación plástica y de otros residuos en nuestros océanos. Una gran noticia para el futuro del agua.

Lorenzo Correa

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