Cómo evitar el aumento imparable de víctimas de las inundaciones.



El año 1980 no está tan lejos para muchos de nuestros lectores. Ocurrieron cosas importantes, como todos los años. Por ejemplo, Borges y Gerardo Diego recibieron ex aequo el Premio Cervantes. Israel y Egipto establecieron relaciones diplomáticas. Rodesia, un país no reconocido, se convierte en un nuevo Estado al independizarse de Zimbabue.  Comenzó la guerra Irán-Irak. En las islas del Caribe, el huracán Allen causó 70 muertes. Y  En Irán, graves inundaciones causaron la muerte a más de 200 personas. No hay año en el que las efemérides no recojan la producción de grandes daños. Y sumen centenares de víctimas por culpa de las inundaciones

Pues bien, desde ese año, las temidas inundaciones ya han causado más de 1 billón de dólares en concepto de reparación de afecciones provocadas por enfados de la naturaleza. Ese enfado supone que el agua invada o el río  o el mar recuperen zonas hasta entonces secas. Habitadas y, urbanizadas. Como es lógico, lo peor es que además de esas pérdidas, miles de personas han perdido también su bien más preciado. La vida. Porque las víctimas de las inundaciones no cesan de producirse. Tan es así, que los expertos estiman que la cantidad de personas afectadas por las inundaciones se duplicará en todo el mundo en solo una década.

Las cifras de afectados que publican especialistas en el cálculo de estos datos, dan mucho (y negativo) que pensar. Fijémonos en una de las herramientas de predicción de riesgos más famosas en nuestros días. Se trata de Aqueduct Floods,  del WRI. Es una plataforma en línea que mide los riesgos de inundaciones fluviales y costeras. Y lo hace tanto en las condiciones del terreno y de los suelos actuales como en prognosis para los años 2030, 2050 y 2080. Publican mapas de riesgos y su evaluación. De esta forma, el usuario puede realizar una evaluación integral de costes de las infraestructuras grises o verdes de protección contra inundaciones. .

Según los datos de esta herramienta, el número de personas afectadas por las inundaciones fluviales aumentará de 65 millones en 2010 a 132 millones en 2030. Por su parte ,el número de afectados por las inundaciones costeras aumentará de 7 a 15 millones. Como ya sabemos, estas amenazas no solo suponen pérdidas de vida y secuelas físicas a los afectados. También golpean duramente a la economía de las zonas y los países afectados.

En este sentido, Aqueduct predice que los daños urbanísticos asociados a las inundaciones se triplicarán. Y pasarán de $ 157 mil millones a $ 535 mil millones al año. En el caso de afecciones por subida del nivel del mar y oleaje provocado por tifones, tsunamis y huracanes, se multiplicarán por diez. Y pasarán  de $ 17 mil millones a $ 177 mil millones anuales.

Datos preocupantes que ponen de manifiesto una tendencia persistente en el tiempo a empeorar las cosas. Y que se suman a los derivados del vía crucis de la pandemia para las vidas y la economía de los habitantes de la Tierra. Para acabar con esta pesadilla, hace falta dinero. Y, sobre todo, intención por parte de quienes lo tienen de hacer prioritaria la inversión contra la inundación.

Un argumento poco discutible para convencerlos sería el de examinar objetivamente el estado de la cuestión.  Comprobaremos que el riesgo de inundaciones se hace cada vez más presente en el contexto actual de las secuelas del calentamiento global en forma de lluvias intensas. Lo que aún es más evidente es el crecimiento demográfico. Y la agrupación de personas en ciudades que no están preparadas para cobijarlas. Además, las nuevas megápolis están casi todas  en el litoral marítimo. O en zonas inundables de todo tipo de cauces.. Y la subsidiencia del terreno es cada vez más común, como ya hemos publicado en estas páginas.

Resumiendo argumentos. El terreno sobre el que nos apoyamos para vivir está cada vez más amenazado por la inundación. O se hunde bajo nuestros pies a causa de la sobreexplotación de los acuíferos

Y ya hay ejemplos llamativos de ello en varios países. Es el caso de  Bangladesh, India o Indonesia. El número de habitantes que residen en zonas inundables, inundadas o amenazadas por el mar o el hundimiento es enorme. Sobre todo, si pensamos que dentro de 8 años, en estos tres países residirá casi la mitad de la población mundial afectada anualmente por las inundaciones fluviales. Y el 60% de la población afectada por las inundaciones costeras. Si a estas amenazas le sumamos la de las inundaciones pluviales, el panorama es desolador. Porque éstas son que son las más difíciles de calcular y representar sobre un plano con los modelos existentes.

Las zonas costeras se llevan todos los números para ser afectadas. Por eso, como en ellas vive y vivirá la mayor parte de la población, los pronósticos indican que en el año 2030, los habitantes de esas zonas afectados cada año por las inundaciones fluviales se duplicará. Y los daños a bienes y haciendas aumentará en $ 340 millones. La combinación de grandes caudales de avenida procedentes de la cuenca vertiente en la que se ubica la ciudad y el aumento del nivel del mar, será letal. Porque ni las actuales defensas costeras ni los encauzamientos podrán absorber lo que se les viene encima

Si miramos tierra adentro, es obvio que los terrenos situados fuera de las zonas inundables ya están urbanizados, en su inmensa mayoría. Por eso, cualquier crecimiento urbanístico destinado a fomentar la industria y la agricultura o a acoger a los nuevos habitantes del territorio, se tendrá que realizar en zona inundable. Sirvan como ejemplo los datos de un país tan poco acostumbrado a salir en los noticiarios de inundaciones. Arabia Saudita. En pocos años, se espera que más de medio millón de sus habitantes se vean afectados cada año por las inundaciones fluviales.

Es la secuela inevitable de los países que invierten sus beneficios, en este caso, derivados del petróleo, en urbanizar, en este caso, el desierto. Pues bien, los daños a las actuaciones urbanísticas previstas, aumentarán en $ 1.6 mil millones anuales. Porque se inundarán propiedades edificadas donde antes no había nada que afectar. En general, la urbanización representa el 87% del incremento del riesgo de inundaciones.

De la subsidiencia costera, ya hemos tratado aquí al explicar la situación de Yakarta. Los datos para dentro de una década, indican que 2 millones de personas más entrarán en el grupo de potenciales afectados por inundaciones costeras en estas zonas hundidas. El país puntero del mundo, EEUU, tendrá que sufragar también lo suyo. En su caso, 16 mil millones de dólares adicionales en daños por inundaciones a la propiedad urbana anualmente en la próxima década. En esto, también serán los primeros del mundo. Porque tendrán que afrontar daños por $ 4 mil millones causados por la subsidiencia

Aunque estas prognosis sean equivocadas y los daños fueran solo de la mitad de lo previsto, la necesidad de inversión urgente y decidida para resolver los problemas pronosticados, es evidente e ineludible. Es una actuación que salva vidas, genera empleo y activa la economía. Y ya se disponen de herramientas como la citada Aqueduct Flood para trabajar con datos fiables y actualizados

Tampoco deben olvidarse los beneficios para los inversores. Esos que procederán del retorno de cada dólar invertido en infraestructuras grises o verdes de protección contra la inundación. En este caso cada dólar invertido, puede evitar daños a propiedades de 123 dólares. Y solo con pasar de infraestructuras diseñadas para avenidas asociadas acaudales con períodos de retorno (PR) de 3 años, a construirlas con el objetivo 2010, para períodos de retorno de 10 años.

Además de dar trabajo por décadas a muchísimas personas e industrias, se reduciría la probabilidad de inundaciones del 33% al 10%. En India, los números aún serían mejores porque cada dólar invertido supondría un ahorro de 248 en daños evitados. Lo único que hay que hacer es actuaciones que absorban avenidas de PR de 50 años. Ampliando las actuales diseñadas para solo 10 años. Siempre para el horizonte temporal 2050..

Y el empleo no dejaría de existir cuando se acabaran las actuaciones, porque todas ellas requieren de un mantenimiento constante. Será sin duda una gran ayuda para salir de la crisis económica generada por la pandemia.

Ojalá estas ideas caigan en buenas manos. Para que  pronto veamos cómo se actúa en la construcción de obras de defensa, encauzamiento y regulación, combinadas con infraestructuras verdes como manglares, dunas  y arrecifes. Por aquí pasa el futuro del agua en estos aspectos. Hay que combinar la presencia activa de soluciones basadas en la naturaleza, con actuaciones grises allá donde no haya otro remedio. Y actuar con honradez, visión de futuro y responsabilidad. Para seducir al inversor y al ciudadano que con sus impuestos paga siempre todo.

La ingeniería hidráulica del futuro, amplía su campo de actividad. Al hormigón armado y pretensado se unen solucione naturales de amortiguación y de prevención. Porque resolver los problemas de las redes de saneamiento de las grandes ciudades no solo tiene que ver con el trazado de una red de colectores adecuada. Ni con la construcción de modernas  y eficientes plantas de depuración.

Tiene que ver también con la resolución de los problemas generados por las redes de drenaje urbano. Y el drenaje urbano comienza a solucionarse actuando desde la cabecera de la cuenca. Restauración de cuencas y actuaciones forestales dentro y fuera de la ciudad son soluciones de drenaje urbano  y de recarga de acuíferos. Y frenar el ímpetu de las olas con manglares protegido y restaurados, es el mejor escudo para los ataques desde el otro lado. Así, las ciudades estarán defendidas por dentro y por fuera y por debajo. Con un abanico de soluciones diferentes de las tradicionales. Pero que engloban todas las existentes y las combinan con las nuevas.

La infraestructura gris-verde es una solución resistente y de alto rendimiento que también crea puestos de trabajo. Pero lo más importante es el dinero. Por eso, habrá que aumentar la inversión en infraestructura de protección contra inundaciones. Y combinar estos métodos, ya que el cambio climático, el crecimiento socioeconómico y el hundimiento aumentan el riesgo de inundaciones en todo el mundo.

Lorenzo Correa

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