Ríos con delta


Pasear por un río es una apasionante manera de aprender y disfrutar. Se aprende hidráulica, botánica, zoología y biología. Se disfruta del paisaje, del buen clima y de la emoción que acontece cuando el paseante fluye en consonancia con los caudales circulantes.

Pero, si se  trata de un río que desemboca formando un delta, además se disfruta de la enervante emoción de la ausencia casi total de relieve. Cielo y agua son dos espejos en los que se reflejan nuestros sueños. El horizonte deltaico es una línea recta conformada por el corte del plano celeste y el fluvial.

Aunque no todo son sensaciones de paz, tranquilidad y relax cuando se visita un río con delta. Si el visitante está medianamente informado por su profesión o vocación, los deltas se convierten también en inquietantes. Porque siempre se nos viene a la mente su enorme riesgo de regresión y el peligro consiguiente de desaparición.

¡Qué haríamos si lo ríos perdieran sus deltas! Imágenes de devastación producida por las inundaciones, olas que devoran feraces tierras de cultivo, para cubrirlas con un manto de sal. Aumento de nivel del mar y disminución del aporte sedimentario de la cuenca que se queda “dormido” en el fondo de los embalses y no puede llegar al mar. Pesadillas que no dejan al informado paseante disfrutar de la belleza de lo que ante sus ojos se presenta.

La horizontalidad eterna de un paisaje infinito envuelto en cielo y agua. El delta, con sus cultivos de arrozales, con sus humedales donde las aves efectúan una parada en su viaje interminable huyendo de climas adversos.

Como siempre ocurre cuando tratamos de la forma de usar el agua que cae del cielo, los defensores del progreso material y los del respeto por la naturaleza inician un combate encarnizado, azuzado por los asistentes que toman partido por uno u otro de los contendientes. Todos llevan razón en algunos casos y carecen de ella en otros.

Nosotros, preferimos hoy apartarnos del guirigay de la pelea y contemplar solo lo que, ahora, ven nuestros ojos. En paz. Ya habrá tiempo para comprobar cómo será el futuro del delta. En realidad, tampoco se parece mucho a como era hace unos cientos de años.

Hoy, el delta nos susurra voces de concordia y respeto. Ojalá que todos los paseantes las escuchen  y remen en el mismo sentido. El del cauce que nos lleva a un futuro del agua sin combates fratricidas

Lorenzo Correa

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