La mitad de los hospitales no disponen de agua de calidad en los países menos desarrollados,


.Acaba de celebrarse la edición correspondiente a este año del Día Mundial del Agua. Ya va amainando el huracán de artículos, libros y buenos deseos publicados y emitidos con el objetivo de recordar la importancia del agua y de su buena gestión en nuestras vidas. Nosotros, lo dejamos pasar y esta semana retomamos nuestra habitual rutina para escribir sobre un aspecto tan importante como es el de la importancia del agua en los hospitales y consultorios.

Porque en ellos, el agua deben manar con garantías de calidad y cantidad suficiente. En los hospitales el agua debe ser potable, para que pacientes, visitantes y trabajadores sanitarios la puedan beber con tranquilidad. Pero también debe ser constante en su fluir para que la higiene corporal de todos ellos esté garantizada. Duchas, cocinas,limpieza de inodoros y lavado de manos son imprescindibles de realizar en hospitales y centros de salud.

Pero aún hay más usos del agua de enorme importancia. Los destinados a los servicios hospitalarios. Porque las diálisis y los partos necesitan agua en abundancia. Y, por último, el agua también es muy necesaria para garantizar la limpieza absoluta de las instalaciones de hospitales y ambulatorios, así como el mantenimiento de sus equipos y el riego de sus jardines.

La cantidad y calidad del agua destinada a satisfacer estos usos es variable en cada caso. Pero ambas están reguladas en función del destino que se le dé al agua. Lo hizo la OMS hace ya una década. Publicando y dictando una serie de patrones normalizados. Abarcan tanto la delimitación de los caudales necesarios para cada uso, como la calidad asociada al agua que a ellos se destine.

Son las conocidas “Directrices para la calidad del agua potable”, actualizadas en 2017. Las directrices pueden trasponerse a la normativa vigente en cada país, integrándola en su legislación concreta.

En este sentido los indicadores definidos por la OMS en hospitales y centros de salud, son cinco, que abarcan los tres aspectos básicos de higiene, potabilidad y saneamiento de las aguas. Son los siguientes: abastecimiento, saneamiento, higiene, gestión de desechos y servicios de limpieza ambiental.

En este sentido, crea tres escalones de servicio para cada instalación sanitaria.

  • Servicio básico: Agua suficiente y tratada disponible en el centro sanitario
  • Servicio limitado: Existe una fuente de abastecimiento de agua tratada, en un radio de 500 m del establecimiento, pero no se cumplen todos los criterios básicos de servicio.
  • Sin servicio: las fuentes de suministro, subterráneas o superficiales, no disponen de instalaciones de tratamiento del agua. O bien, si el agua llega tratada lo hace desde una fuente situada en un radio superior a los 500 m desde el establecimiento sanitario. O, directamente, no hay agua disponible en el mismo

Observando con atención esta clasificación, podremos comprobar qué tipo de condiciones sanitarias nos encontraremos cuando tengamos que visitar hospitales de la segunda y tercera categoría. En el mundo avanzado en el que muchos vivimos, todos pertenecen a la primera categoría. Pero en el otro mundo, en el que viven muchos más, no es así en absoluto.

Bueno es saberlo y divulgarlo. Para conocer la realidad que viven la gran mayoría de habitantes del planeta cuando tienen que ir al hospital.

Además de esta primera clasificación más grosera, para averiguar cuál es la calidad del servicio que nos encontraremos en cada caso, hay indicadores accesorios. Uno es  el conocimiento de las características del sistema de abastecimiento de agua potable. Otro,  la garantía de suministro que ella asegura. Y, por supuesto, la calidad del agua servida.

Tan importante es este aspecto, que el acceso al agua en los centros de salud forma parte de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS):

En su objetivo 6.1 se postula que para el comienzo de la próxima década debe garantizarse el acceso universal y equitativo al agua potable a un costo asequible. Nótese que “universal” se refiere a cualquier concepto. Por eso, en él están incluidos los hospitales.

También algunos objetivos de los incluidos en el ODS 3. Son los que se refieren a la  buena salud y al bienestar. Y están unidos sin duda a la mejora del ciclo de los servicios de agua en los centros de salud. Veamos cuáles son y qué estipulan

El ODS 3.1, lo pone de manifiesto con toda claridad,. Porque indica que para el año 2030, la tasa mundial de mortalidad materna deberá ser inferior a 70 por cada 100.000 nacidos vivos. Otro es el 3.2. Nos dice que para ese mismo año hay que procurar que no se produzcan fallecimientos evitables de recién nacidos y menores de 5 años. También esta es la fecha designada en el apartado 3.3 para que se incremente al límite de lo posible la lucha contra la hepatitis. Además de contra las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades contagiosas.

Por último, el 3.9 indica el año 2030 como fecha límite para lograr  la reducción  significativa del número de muertes y enfermedades derivadas, entre otras, de la contaminación del aire, el agua y el suelo.

Es evidente que para hospitales y centros de salud, tan importante es estar bien dotados de personal y herramientas adecuadas, como de un agua que cumpla las mínimas condiciones cualitativas. Y llegue a su destino en cantidad suficiente, siempre. Pero que eso no es sencillo en muchísimos países del mundo.

Los datos fiables no son muchos, pero los que hay, asustan.  A finales de 2020, se publicó el informe  número 1 de la OMS y la UNICEF. Abarcaba 165 países del mundo y 794.000 establecimientos de salud. Concluía que en el caso de los países más pobres, la mitad de los hospitales y ambulatorios  no disponían de  servicios básicos. Ni siquiera de una red de abastecimiento de agua potable en condiciones.

Y en el caso de África subsahariana, solo el 46% de los establecimientos tenían unas  condiciones aceptables en estos aspectos. También se indicaba que el desequilibrio entre los centros sanitarios de las áreas rurales y de las ciudades, era muy acusado. De hecho,  en las primeras, el 9% de los establecimientos no tenían absolutamente ningún tipo de acceso al agua. Por su parte, en las ciudades, el porcentaje era del 2%

Sigamos conociendo los datos que la OMS publica sobre estos aspectos. Resulta que a causa de las malas condiciones del agua en los hospitales o a su escasez, un 15% de los pacientes ingresados en todo el mundo se contagian de alguna enfermedad infecciosa derivada del agua durante su  permanencia en los centros de salud. Por ello, los gobiernos deberían tomar como una prioridad el actuar con resolución. Para que todos los centros de salud dispongan de agua en cantidad suficiente. Y con la calidad adecuada.

El objetivo sería reducir al máximo la exposición de pacientes y trabajadores de la salud a los riesgos de infección y enfermedad. Porque, como la pandemia de la Covid-19 no cesa de recordarnos, en los hospitales las concentraciones de gérmenes y la posibilidad de contraer una enfermedad infecciosa son muy elevadas.

Y son precisamente estas últimas epidemias, tanto la de Covid-19 como la del ébola, las que han puesto en la conciencia de todos los habitantes del mundo la importancia de disponer de hospitales bien dotados en todo. No solo de equipos humanos cualificados y de herramientas y medicinas suficientes. También de instalaciones que puedan acoger con un mínimo de comodidad a los pacientes. Y, por supuesto, de la gran olvidada hasta ahora. Un agua de calidad y en cantidad garantizada para asegurar las condiciones de higiene mínimas y la ausencia de riesgo de propagación de enfermedades infecciosas

Nunca debemos olvidar que los hospitales y los centros de salud suponen la primera muralla para detener la propagación de enfermedades. Deben evitar sobre todo las enfermedades nosocomiales, que son las que se contraen durante la estancia en ellos. Y un agua “bendita” es la mejor medicina.

Otro aspecto a cuidar al máximo, son los partos. En ese trance tan maravilloso, que supone la continuación de la vida. Aquí es cuando  la posibilidad de contraer enfermedades es mayor. Y lo es tanto para las madres como para sus vástagos. El agua “bendita” es la clave. Para que el momento más feliz de la vida no sea empañado por la enfermedad.

En este caso, la OMS vuelve a darnos datos preocupantes. Porque  cada año, más de un millón de muertes durante el parto, están directamente relacionadas con unas condiciones insalubres durante el proceso. Además, el 26% de las muertes de neonatos y el 11% de las muertes maternas se producen a causa de infecciones. La solución, disponer de agua buena.

En África esta situación se agrava aun más en zonas rurales. Porque en las ciudades, los hospitales están conectados a una red de abastecimiento municipal. Y ello supone una cierta garantía de calidad en el agua. Pero en el campo, no hay redes. Solo puntos de agua propios o compartidos con otros usuarios. No suelen estar cerca del centro sanitario. Por ello, además de sufrir carencias cualitativas y cuantitativas del agua disponible, hay que transportarla hasta el centro.  Y almacenarla en él en depósitos.Eso sí, con  buenas condiciones estructurales e higiénicas.

Finalizamos nuestro recorrido por el agua sanitaria en el mundo de los pobres con algunas recomendaciones de actuación.

La primera pasa por efectuar un diagnóstico inicial de la situación. Para identificar el tipo y estado del abastecimiento de agua. Y de su sistema de potabilización. También hay que evaluar las personas disponibles para velar por la gestión del servicio de abastecimiento de agua. Así como sus habilidades. Todos deben ser conocedores de la importancia de la relación existente entre agua y salud. Como siempre, aptitud y actitud son la combinación ideal para tener éxito.

Durante la fase de diagnóstico, es imprescindible que se produzca la coyunda para conseguir un objetivo común. Deben cooperar de forma entusiasta los funcionarios locales, los directores de hospitales y las autoridades ministeriales de la salud, de la hacienda pública y del agua  y sus infraestructuras.

Después, toca desarrollar las estrategias de acceso al servicio y garantizar el suministro. Habrá que trabajar duro en la rehabilitación y el refuerzo de las redes de abastecimiento y saneamiento y de las estructuras almacenamiento del agua potable. Combinar fuentes de suministro superficiales y subterráneas, aumentará la garantía. Porque el agua debe estar siempre disponible en los hospitales

Una vez resuelto el abastecimiento, los aspectos cualitativos del agua adquieren el protagonismo estelar. Porque el agua destinada a los usos higiénicos, a la atención de pacientes y al consumo debe tener una buena calidad. Superior incluso a los estándares nacionales. Su tratamiento una vez usada debe  ser impecable. Y  habrá que detectar cualquier fallo en el sistema de saneamiento. Mediante controles exhaustivos en las fuentes de suministro, en las plantas potabilizadoras y en las depuradoras de cada establecimiento de salud.

Y todo el proceso debe ser sostenible. Además de  mantenerse en buen estado de funcionamiento.  Para ello, deberá disponer de una plantilla motivada. Que disponga  de aptitudes profesionales necesarias para conseguirlo. Los trabajadores sanitarios. deben conocer los beneficios de un suministro de agua de calidad en la salud de los pacientes y el personal médico. Y estar bien preparados para ser capaces de realizar el seguimiento, conservación y mantenimiento de la infraestructura.

Por último, debe resolverse la gestión financiera del servicio, asumiendo los costos adicionales  de inversión estructural y los operativos.

La transversalidad sectorial de los vectores involucrados (agua, salud, finanzas, infraestructura), exige articular los roles y responsabilidades de cada uno. Solo así se podrán conjurar las amenazas del agua en los hospitales y cumplir los ODS relacionados con ellas.

Lorenzo Correa

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