15 profesionales del agua ante el umbral de un nuevo cambio de paradigma


Se acaba de publicar un libro en el que hemos tenido el honor de intervenir, redactando uno de sus capítulos. Su título “Aigua 3.0 a Catalunya. Una visió calidoscòpica”. Publicado en idioma catalán, por Curbet Ediciones, el libro recoge  visión de 15 personas expertas, por veteranas  y profesionales, en la gestión del agua residual en Cataluña. Es un libro coral en el que toda una generación de expertos aportan información de cómo se ha ido desarrollando el paradigma agua 3.0 en su ámbito de vida y trabajo.

Nos parece interesantísima y  oportuna su publicación, porque creemos que arrojará una potente luz sobre el debate eterno, que no solo afecta a la gestión del agua en un territorio pionero en el desarrollo de los sistemas de saneamiento en las  últimas décadas, como es el caso de Cataluña, sino a cualquier ámbito de uso de la gestión del agua en el mundo.

No es intención de nuestra reseña del libro “destripar” el contenido de los apsionantes capítulos de los que se compone. Para ello, hay que leerlo con afición y sin prisa. Ya se ha publicado y puede encontrarse y adquirirse en las librerías o en http://www.ccgedicions.com/index.php?module=detall_llibre&llibre=5f1bddeb30f344b17749355d53cbba11&lang=cat

Lo que hoy nos interesa es profundizar en el concepto de los paradigmas de la gestión del agua, que son la base fundamental del libro glosado. Para ello, debemos bucear en su introducción, tan interesante en su argumentación del contenido del libro, que estimula en el lector las ganas de continuar leyendo todos los capítulos que se desarrollan a continuación.

Pero, extraigamos de dicha introducción los conceptos fundamentales de los cuatro paradigmas que dan consistencia a la publicación, para después continuar con nuestros argumentos

Leerán ustedes cuando comiencen el libro que “el concepto de Agua 3.0 procede de un libro de David Sedlack (Water 4.0) en el que el autor propone que a lo largo de la historia de la Humanidad, en el ámbito de la gestión del agua, ha habido tres grandes cambios de paradigma”.

El 1.0, asociado al Imperio Romano. El esfuerzo se condensó en la construcción de obras hidráulicas para captar, transportar, distribuir y evacuar el agua. Presas, acueductos y cloacas. Un milenio duró este paradigma. Porque, como muy bien señala el libro, “en el tema del saneamiento la edad media se prolonga casi hasta entrado el siglo XIX”.

Fueron las epidemias (ahora estamos pasando otra), las que desencadenaron la crisis que obligó al cambio de paradigma. Se planteó una revisión del sistema de gestión del agua, para detener la propagación de epidemias de cólera y tifus. Nació el paradigma Agua 2.0. Su leit motiv, la utilización exhaustiva de los conocimientos científicos en su vertiente industrial.

Dominadas las enfermedades, el cambio de paradigma se traduce en combinar la filtración del agua con su desinfección, para que llegue a los hogares sin peligro para la salud de los usuarios.

Pero no es suficiente, porque una nueva crisis, esta vez ambiental, entra en el escenario de la gestión del agua. Los vertidos también eran una amenaza para la salud de los seres vivos. Garantizar que el agua fuera potable, no resolvía del todo el problema.  Entonces, se produce un tercer quiebre en la gestión del agua. Es cuando en 1914, el proceso de fangos activos, implementados en la ciudad de Manchester por Ardern y en Lockett demuestra que las aguas residuales se pueden depurar. Y aparece el paradigma Agua 3.0.

Dejamos aquí el libro, recomendando de nuevo vivamente su lectura. Es lo mejor para que el lector conozca de la mano de los autores cómo vivieron durante su vida profesional el desarrollo del tercer paradigma. porque lo hicieron mediante el “desarrollo de sistemas de gestión que permitieron establecer las condiciones básicas, para, disponer de la tecnología necesaria para el diseño e implementación de las infraestructuras necesarias para alcanzar los objetivos”. Y cómo viven ahora el proceso del cuarto paradigma, una vez entregado el testigo a los que les suceden en el “servicio activo”

Seguimos nosotros, por nuestra cuenta y riesgo ahora, con el apasionante análisis de los paradigmas en el ámbito de la gestión del agua. Tirando de ese larguísimo hilo, tan plagado de nudos como el río de la foto. Tantos como crisis provocan los cambios de paradigma

Ante todo, ¿cómo definiríamos paradigma para que todos sepamos de qué estamos hablando? Obviamente, como ejemplo o modelo de algo. En este caso, de la gestión del agua o de cualquiera de sus usos.

Cada paradigma presenta unos problemas concretos. Y a ellos deben aplicarse métodos adecuados para conseguir los objetivos establecidos. Los paradigmas no son los culpables de que los objetivos no se cumplan. Solo son herramientas. Pero cuando no se cumplen, como en los tres casos que expone el libro, hay que cambiar las herramientas. Para resolver las crisis generadas por las expectativas no cumplidas.

Analicemos la crisis actual de la gestión del agua. En nuestra opinión,  es una crisis cultural. La cultura en la que nacimos y crecimos los mayores de 50 años, que somos los que escribimos en el libro,  es una cultura “familiar”. O sea, patri-matriarcal. Porque se basa en relaciones que surgen de la respuesta social a un estímulo emitido desde el poder. Autoridad y sumisión, desconfianza y control.

Los gestores tradicionales del agua son y ejercen la “autoridad” en su materia. Y, como tal autoridad tradicional, corren cada vez más el peligro de negar constantemente a sus súbditos e impulsarles a un vivir sin respeto por ellos mismos. Porque viven en un bucle infinito de relación basada en autoridad, sometimiento, desconfianza y control (ASDC). Para salir del bucle, hay que asumir que cualquier idea es buena y que cualquier juicio es inevitable. Pero poder demostrarlas y fundamentarlos es mucho mejor. Esta es la clave de un sano debate imprescindible para modificar la típica relación ASDC.

Cuando afirmamos que vivimos una crisis cultural del agua, queremos decir que en todo el mundo existe un debate abierto que la provoca, sobre cuestiones fundamentales. Para definir y acordar la forma en que debe gestionarse el agua en este siglo. El del paradigma 4.0. En los países más desfavorecidos, el debate se centra en la forma de dar garantía de calidad y cantidad para abastecer y sanear a la población. Hay que descargar al medio emisor y receptor de la pesada carga a la que está sometido a causa de la cada vez más elevada población que exige ser servida.

Se trata de resolver un problema humano, sanitario y ambiental de primerísima magnitud. De tapar la brecha de la migración masiva de refugiados climáticos. Y de permitir un estable crecimiento económico. Para que nos lleve a una mejora de la calidad de vida, sin caer en los errores cometidos por los países antes desarrollados. Pero teniendo el mismo objetivo de mejora de calidad de vida a un precio asequible. El reto es enorme

En los países más avanzados, se trata de decidir el modelo de gestión (público, privado o mixto). Y elegir  el que asegure un buen servicio a un precio asequible a todos los ciudadanos sin afectar al medio y contentando a todos los actores. Además de respetar los derechos adquiridos, implementando nuevas técnicas muy costosas y ajustando los costes. Y todo ello, actuando con la máxima transparencia en la toma de decisiones. Combinar lo técnicamente factible con lo económicamente realizable y con lo socialmente aceptable. Otro reto magnífico.

Toda gran crisis cultural obliga a un reencuentro entre filosofía y sentido común. Es decir, entre filosofía y vida. Por ahí va ese novedoso (no sabemos si nuevo), concepto de la hidropolítica. Hoy día, nuestra vida le exige cuentas a la filosofía. Y ésta se ve obligada a sumergirse en ella para revitalizarse. La resolución de una crisis cultural de este tipo obliga a una suerte de liberación de las cadenas de un pasado filosófico e invita a un volver a empezar. La hidropolítica hecha por políticos convencionales, o por “ejecutivos del agua”, se queda en política mojada. Porque un “nuevo” punto de partida, se convierte rápidamente en un punto de saturación. Y en él  se crean naturalmente condiciones para rebasar sus principios fundamentales.

Resumiendo: nuestra cultura del agua ha entrado en una profunda crisis que compromete sus presupuestos filosóficos esenciales. En estas circunstancias, volvemos nuestra mirada hacia la filosofía, cuyo lenguaje parecía ininteligible a la inmensa mayoría de los mortales. Ellos solo respetaban reverencialmente su autonomía, dejándola fuera de sus problemas cotidianos. Ahora, el ámbito de la gestión del agua, ya es un problema cotidiano. Y comienza progresivamente a ganar la atención de un público “experto” o no, previamente despreocupado por los problemas filosóficos. Cada vez oiremos más discursos filosóficos emitidos desde fuera del ámbito formado por los profesionales y los gestores convencionales del agua.

Hidropolítica, gestión eficiente, nuevas culturas del agua. Ramillete de  mensajes cada vez más presentes en la vida cotidiana. Ellos hacen tambalear la habitual seguridad de disciplinas tan particulares como esta. Visiones filosóficas que comienzan a ser habitualmente abordadas por los medios de comunicación. Desde ellos, se proyecta a la sociedad el eco de preguntas que no obtienen respuestas satisfactorias. Síntoma de profunda crisis cultural. Antesala de un gran giro sobre la comprensión de la visión del agua del siglo XXI.

Se abre el telón y comienza una nueva representación.La introducción del paradigma 4.0, está en el libro.  Su nudo serán las grandes resoluciones a adoptar en el campo de la gestión hídrica. Pero el  desenlace, modificará inevitablemente las condiciones de toda una generación de expertos. Y además, las del conjunto de las disciplinas a través de las cuales orientamos nuestras distintas actividades en la gestión del agua.

El libro que reseñamos es la mejor hoja de ruta para definir la meta y las etapas del camino que inexorablemente nos llevará al futuro del agua. Como bien se puede leer en su contraportada, escrito está con la voluntad de que lo que cada autor relata en su capítulo, pueda servir a los que les corresponderá hacer la transición hacia un nuevo paradigma.

Buen momento es para leerlo. Pasen y vean, la función va a comenzar.

 

Lorenzo Correa

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