La energía es la base de la gestión del agua. Sin aportación externa de energía, el agua no puede llegar en buenas condiciones cualitativas y en la cantidad necesaria a nuestros grifos, a los campos de cultivo y a las industrias. Siempre será necesaria una bomba para alimentar una canalización.O para impulsar el agua hasta un depósito situado a la cota adecuada. También para limpiarla garantizando que no afecte a nuestra salud. Quien tiene fortuna, tendrá siempre agua. Porque esté donde esté, el agua siempre irá a donde está el dinero. Aunque para ello, antes el dinero haya tenido que ir a donde yace el agua…Para llevársela, por supuesto.
Con que las bombas funcionen, es suficiente. La sacarán del mar, del acuífero, del embalse, del río o del lago. Afortunadamente para los más desfavorecidos, hay instituciones, ONG’s o gobiernos de países ricos que hacen efectiva la solidaridad que se le supone al humano bien nacido. Y ejerciendo de generosos, destinan algo de su dinero a que los pobres puedan hacer funcionar las bombas.
De bombas buenas trataremos hoy. Precisamente de las que no necesitan energía fósil para funcionar. De las bombas solares. Aunque parezca una práctica muy novedosa para algunos, el bombeo solar ya ha cumplido medio siglo de vida. Desde la década de los 70 del siglo pasado, la tecnología aplicada ha ido mejorando sin cesar. Y así, esta solución tan deseada por los que tienen sol en abundancia, pero no agua, se ha ido extendiendo por nuestro planeta.
La pasada década fue la que nos permitió ver la explosión de estas instalaciones, con decenas de miles de bombas solares instaladas y funcionando en el mundo. Especial mención merecen las que proporcionan agua a los que casi nada poseen, como son los refugiados que se hacinan en su propio país o en otros, huyendo de la miseria y de las guerras.
La Organización internacional para las migraciones, OIM, es la principal organización intergubernamental en el ámbito de la migración y trabaja en estrecha colaboración con asociados gubernamentales, intergubernamentales y no gubernamentales. En nuestro caso, lo hace con OXFAM, para generar una iniciativa internacional, creada hace ya 5 años que está trabajando sin descanso para implementar estas soluciones en su ámbito de actuación Su nombre, “Global solar and water” (GSW)
La OIM integra 173 Estados y está presente en más de 100 países. Su objetivo, promover la migración humana y ordenada para beneficio de todos. Y en su faceta de asesoramiento a a gobiernos y migrantes, se inserta GSW, como una iniciativa que permite resolver un problema migratorio tan crucial como es el abastecimiento de agua en los campos de refugiados, Y por extensión, allá donde se necesite. Porque, por desgracia, el número mundial de refugiados y desplazados internos está en su máximo conocido.
Con este bagaje de experiencia, Global Solar and water se lanzó a llevar el agua a los que más la necesitan. Y al menor coste energético posible. Y apostó por el sol, que permite realizar en estos casos de emergencia un bombeo constante y fiable. Sin aportaciones de combustibles fósiles que hay que llevar hasta las bombas. Pero…¿Quién sabe de energía solar en los países menos avanzados? Este problema evidente se está resolviendo coordinando a técnicos competentes en la materia y enviándolos allá donde puedan ayudar y enseñar.
De esta manera, el trabajo en equipo para implantar un bombeo solar de calidad en países de ingresos bajos y medios, se realiza entre gobiernos, empresas privadas, fabricantes, instituciones académicas, ONG y agencias de las Naciones Unidas.
Ahora GSW publica un libro en el que explica cómo lo han hecho. Y cómo debe hacerse en el futuro, mediante el despliegue conocimientos teóricos necesarios para comprender la tecnología. Y casos prácticos en los que se explica cómo resolver los problemas que van surgiendo durante el montaje y el mantenimiento de las instalaciones.
Pueden descargarlo en el enlace www.thesolarhub.org
Esta iniciativa está en total sintonía con la senda más esperanzadora del futuro del agua. Porque ya tenemos encima el inicio de un proceso de transición energética protagonizado por el uso imparable de soluciones de energía renovable. Cada vez se expanden más por todos los países, no solo por los más necesitados.
La parte positiva es la incesante generación de empleo y la creciente posibilidad de generar energía sin afectar al entorno. La negativa, como ya indicamos en otro artículo, es la corrupción. Porque el enorme incremento de actuaciones subvencionadas, lleva consigo un riesgo creciente de que la corrupción se introduzca en su gestión
En cualquier caso, disponer de fuentes de energía constantes y fiables, es fundamental para la gestión sostenible del agua. ¡Cuánta agua de pozos está solucionando problemas de abastecimiento y regando campos, con bombas solares! ¡Y cuánta se deriva desde embalses, lagos y ríos hasta los depósitos municipales! Cada vez más caudales, por fortuna.
Sin embargo, las ventajas del bombeo solar superan a sus inconvenientes. Imaginen extracciones de acuíferos profundos con bombas convencionales de gasolina en lugares de difícil acceso, sin abastecimiento eléctrico. Solo lo que cuesta hacer llegar el combustible, por caminos peligrosos y accidentados, supera cualquier expectativa de éxito. Los costes son elevadísimos y la inseguridad, total. A ello deben añadirse los costes de mantenimiento de la maquinaria e instalaciones. El riesgo asociado a cualquier fallo en suministro o avería, es el de quedarse sin agua. Inasumible, por supuesto.
Por eso, apostar por el bombeo de agua con energía solar fotovoltaica, o la conversión directa de energía solar en electricidad para hacer funcionar la bomba, es la mejor solución en lugares remotos, difícilmente accesibles, sin redes de distribución de energía eléctrica y con clima adecuado. Además, su operación y mantenimiento es más sencillo y económico que cualquier otro. Por ello, África, Meso y Sudamérica Oceanía y Asia, son los más adecuados para implantarlos. Cierto es que el coste de solarizar puntos de agua es casi siempre mayor que “dieselizarlos”. Pero también lo es que un bombeo solar fotovoltaico supone un mayor ahorro a medio plazo.
Solo que da un inconveniente importante. Y es que tanto las ONG del ámbito dela agua (WASH), como las agencias de la ONU y los gestores locales del agua en los lugares más adecuados, carecen de experiencia en la aplicación de la tecnología de bombeo solar en proyectos de suministro de agua. Por eso hay que trabajar mucho en este aspecto para poder llegar a cumplir con los objetivos marcados
Alguien se estará preguntando que no solo de energía solar y fósil vive el ser humano. También existe y se usa cada día más, la eólica. Por lo tanto, ¿por qué no aplicarla a la extracción, el transporte y la limpieza del agua? Porque el viento no es tan constante como sería necesario. Además, las turbinas eólicas exigen piezas a medida, caras y de regular mantenimiento. Por eso, no pueden competir ante la solar
Las expectativas de futuro sobre el consumo de energía apuntan a una duplicación del consumo para dentro de 30 años. Aquí está la oportunidad de las energía no contaminantes, como la solar Siempre que el sol salga y nos ilumine, estará disponible Y esto ocurrirá, con el mismo nivel de radiación que ahora, en los próximos 5 mil millones de años. Por su parte, la tecnología fotovoltaica puede aprovechar la enorme energía producida por el astro rey. Notemos que sobre la tierra incide más energía procedente del sol en una hora que la el planeta consume en un año. Y es una energía gratuita e inagotable, que no contamina y posee el don de la ubicuidad.
Claro que hay algunas sombras entre tan cegadora luz. No es una energía constante ni durante el día ni durante un año. Para sortearlas, está el diseño de un sistema adecuado a las características de cada lugar donde haya que instalarlo. Lo que es evidente, es que allá donde haya luz solar de sobra, el agua se puede bombear para beber, tanto personas como ganado y para regar. Con eso, basta
En los lugares más inhóspitos, desérticos y poco desarrollados o en aquellos donde los refugiados se hacinan, el agua para beber procede en su inmensa mayoría, de pozos profundos. En casi todas estas ubicaciones, lo único que sobra es la radiación solar. Pero, cuanto más son las horas de sol, mayor es el consumo de agua. Pero siempre habrá, en la estación seca, menor disponibilidad de ella en ríos, debido a la ausencia de lluvias y a la evaporación.
De ahí la feliz coyunda del sol y el agua subterránea. Porque además, mucho sol, también permite disponer de más energía para el bombeo. Esta es la mejor contribución que el bombeo solar puede hacer al futuro del agua. Permitir y contribuir a que el omnipresente sol contemple cómo el agua es bombeada desde grandes o menos grandes profundidades y transportada hasta el grifo, el campo o el depósito. Sin necesidad de baterías.
Esta es la ventaja de disponer de una radiación solar prácticamente constante. Aunque varíe según la estación, la hora del día, la latitud y el grado de humedad o contaminación del aire, es fácilmente predecible y constante en el tiempo. Solo hay que capturarla y convertirla en electricidad con placas fotovoltaicas.
Ellas transforman la energía del sol en electricidad. Ocurre cuando los fotones de luz inciden en las placas y sus átomos absorben fotones de luz solar. Entonces se excitan y liberan electrones. Y ellos fluyen a través de un conductor, generando la corriente eléctrica. Ésta siempre será proporcional a la intensidad de la radiación que incide en el colector. El mejor mineral para las placas es el silicio cristalino. Porque el silicio es el elemento electropositivo más abundante de la corteza terrestre. Tiene muy pocos electrones a temperatura ambiente y por ello, para mejorar su conductividad eléctrica, se le añade boro o fósforo que sí disponen de exceso de electrones. Así se consigue que corriente fluya solo en un sentido.
Uno de los dos destinos a los que podemos enviar el agua solar bombeada, el agrícola es el agrícola. Importante, porque en nuestro planeta, la agricultura se lleva la parte del león entre todos los usos humanos del agua. En este caso debe aplicarse la prudencia cuando se trata de regar, ya que un bajo coste energético y una mayor disponibilidad de agua, puede conducir al exceso de bombeo y a la sobreexplotación y muerte del acuífero. Por ello, los gobiernos deben establecer estrategias para conseguir un uso sostenible de energía y agua. Regular las extracciones con un sistema de control exhaustivo. Y establecer un sistema de concesiones respetado y con la vigilancia adecuada. Para que nadie pueda abusar del consumo sin la sanción correspondiente.
Algo similar debe establecerse para el caso en el que se bombea agua dedicada al abastecimiento. Cada toma o pozo deberá disponer de su contador y del sistema de vigilancia y control correspondiente.
Para finalizar, cada gobierno debería supervisar el control de calidad de los productos solares para el bombeo y transporte del agua. Solo así puede garantizarse que el material que se instala cumpla con unos mínimos requisitos de calidad para dar el resultado esperado. Por eso, lo más recomendable es crear y publicar una relación de empresas y profesionales cualificados proveedores de servicios. Y también organizar grupos de trabajo sobre riego solar dentro de las asociaciones de la industria solar. Para garantizar que los productos cumplan con los estándares mínimos de calidad
Nos asomamos al inicio de una nueva era en la que la relación del agua con el sol será más estrecha que nunca. A una solución esperanzadora al eterno problema del alto coste energético y ambiental de los usos del agua. El sol será el protagonista del futuro del agua. Asistamos emocionados a este nuevo amanecer.
Lorenzo Correa
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