Integridad, corrupción, agua y cambio climático


Por desgracia para los ciudadanos de  muchos países, la corrupción mancha con su tinta indeleble muchos ámbitos de la gestión de lo que es público. Y el del agua, también. Para informar al respecto y recuperar la confianza de los gestionados en la honorabilidad y buen gobierno, está la Red Water Integrity Network (WIN). Estudian el impacto de la corrupción y la falta de integridad en el sector del agua. Su objetivo es trabajar para mejorar ambos aspectos. Para que la integridad sea condición indispensable para lograr avanzar en la gestión global del agua.

Esta red de organizaciones fue fundada en 2006 por entidades sin ánimo de lucro como la holandesa  IRC, las suecas SIWI y Swedish Water House, Transparency International y el Programa de Agua y Saneamiento del Banco Mundial. Da cobijo en su red a todas las personas, organizaciones y gobiernos que promuevan la integridad del agua para reducir la corrupción y mejorar la gestión del agua en el globo. Miden y divulgan el impacto asociado a las malas prácticas, para conseguir optimizar los objetivos de la  agenda de desarrollo global.

Sus herramientas son transparencia, responsabilidad, participación y anticorrupción en todos los niveles. El “para qué”, conseguir un acceso equitativo al agua y un entorno saludable, a salvo de la corrupción, la codicia, la deshonestidad y la mala práctica intencional. El “cómo”, trabajando con una red de consultores especializados en integridad del agua.

Conforman un  equipo de facilitadores, investigadores y consultores que brindan orientación y servicio profesional a los socios para acometer iniciativas de integridad del agua en su organización o región.  Diseñan quinquenalmente una estrategia, que publican en informes anuales de avance. Su lema es el de que el agua limpia depende de una gobernanza limpia. De su integridad.

Transparencia Internacional define la corrupción como «el abuso de poder con ánimo de lucro privado». Y la clasifica en importante, insignificante y política, según las cantidades de dinero despistadas y el sector donde se produce

Por su parte, la integridad del agua existirá si la toma de decisiones de los gestores del agua se basa en criterios de  honestidad, transparencia y responsabilidad. Además debe ser siempre  inclusiva  y perseguir la equidad y la sostenibilidad en la gestión.

El último informe, que hoy divulgaremos aquí, trata sobre los retos y oportunidades relacionados con la corrupción en el sector del agua en el contexto de la financiación del cambio climático. La constatación de las afecciones al medio y a las personas del calentamiento global, hará previsiblemente fluir enormes presupuestos para mitigarlas. Y el azote de la corrupción recaerá también sobre los afectados por ambas amenazas. Porque la financiación no llegará  presumiblemente  a donde se destine.

Sobre la gestión del agua caerá también “dinero climático”, que hará abalanzarse sobre él a nuevos interesados. Pero en países poco desarrollados,  si las comunidades beneficiadas no participan lo suficiente, se generarán enormes riesgos de corrupción. Porque el número de proyectos de grandes infraestructuras en estos países necesitados de todo y amenazados por el calentamiento, se multiplicará en poco tiempo. Y los procesos de licitación, adjudicación, control de obra y liquidación final, son muy susceptibles a la aparición  del a corrupción

La mejor medicina es fomentar la colaboración público-privada. Eso sí con un estricto control de su operativo. Se impone una gestión con tolerancia cero y una mayor intervención de las comunidades vulnerables y la sociedad civil en la priorización, planificación e implementación de proyectos. Es decir, que participen en su supervisión hasta el final.

¿De dónde procede la preocupación climática? Hace solo dos años, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, 2018) determinó que el impacto de la actividad humana en el clima ya ha incrementado en 1° C el  calentamiento global por encima de los niveles preindustriales. Augura un incremento adicional de 1,5 ° C entre 2030 y 2052. Si esto fuera así, los efectos en la gestión del agua supondrán un impacto social, ambiental, político y económico directo. Que será aún mayor cuando afecte a comunidades pobres, vulnerables a las amenazas del agua. 

Recordemos que las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) firmaron en 2015 el Acuerdo de París. Y lo hicieron para intensificar las acciones y las inversiones hacia un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono. Por ello , acordaron movilizar conjuntamente US $ 100 mil millones de dólares al año. Por su parte, los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) gastaron en 2018 US $ 4.700 millones (el 10,8% de su cartera climática total), en redes de agua potable y residual en países subdesarrollados. Y el Fondo Verde para el Clima (GCF) destina para este tipo de proyectos 39 millones de dólares al año.

Pero la corrupción sobrevuela estas apetitosas presas. Y cerca del 40% del dinero destinado a las actuaciones del ámbito del agua, no llegan a su destino final. Por eso, luchar contra ella vale la pena. Porque de los 100.000 millones de dólares que se destina cada año a luchar contra el cambio climático en general, 13.000 van  al ámbito de la gestión del agua. Y de ellos, cerca de de 2000 millones no se aplican a su destino final, que es el de construir redes y plantas de abastecimiento y saneamiento y  protecciones contra la inundación.

Este desvío intolerable de fondos, afecta a los más desfavorecidos. Y lo peor es que las zonas que necesitan dinero para combatir el calentamiento global son las que más riesgo tiene de cara a la corrupción. Emergencias climáticas en países muy tocados por la corrupción de sus gestores. La tormenta perfecta.

Una buena noticia es que la financiación climática dejará de ser nacional o privada. Porque se espera un gran auge del la financiación multilateral. Este concepto tinen un gan futuro. Y lo tierne por reforzar la línea de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) dentro del ámbito de la  política exterior de los gobiernos.

Gracias a ello, los países desarrollados ayudan a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de los países en vías de desarrollo. Se realiza a través de Organismos Multilaterales. Es a ellos a los que los países desarrollados donantes, aportan fondos. Que sirven para implantar medidas de apoyo a los países más desfavorecidos.

Estos Organismos Multilaterales pueden ser de carácter financiero, en cuyo caso reciben el nombre de Instituciones Financieras Internacionales de Desarrollo, IFID, o bien de carácter no financiero, como por ejemplo los organismos que componen Naciones Unidad o Europeaid.  La financiación otorgada por estos organismos se instrumenta a través de donaciones. También de préstamos o créditos a los países beneficiarios. Y se establece en cada uno de ellos una programación detallada del uso de los diferentes fondos.

La tendencia al aumento del financiamiento climático multilateral ayuda a triunfar a la transparencia. Porque es mucho más fácil de seguirle el rastro al dinero concedido. Ahora solo falta impulsar su presencia en el sector de la gestión del agua. Porque el financiamiento bilateral, da muchas oportunidades a la corrupción.

Según los datos del GCF,  más de 200 entidades están buscando acreditación, muchas en el sector del agua. Pero hay muchos riesgos a asumir para garantizar que el dinero destinado a las infraestructuras hidráulicas llegará a su destino. Veamos algunos de los más importantes:

Si no hay participación adecuada de la sociedad que recibirá el “regalo” de la infraestructura, se resentirá la transparencia y  la rendición de cuentas. Este ámbito es especialmente importante en los proyectos de generación de energía hidroeléctrica que se ubican en ámbitos de comunidades indígenas. Recordemos el caso de la central hidroeléctrica de Agua Zarca, en Honduras. Los indígenas querían que se respetara el entorno de su río sagrado. Y eso era incompatible con la construcción de una presa y la inundación provocada por su embalse.

Todo acabó muy mal, porque algunos gestores públicos del agua locales acabaron en los tribunales con graves acusaciones de corrupción y asesinato. Los inversores ni pudieron resistir el impacto mediático producido por las manifestaciones y la muerte de la líder indígena  Berta Cáceres. Abandonaron el proyecto. De esta desalentadora e inútil experiencia se deduce que es imprescindible consultar antes con las comunidades vulnerables. Y hacerlo con transparencia, dejando que participen desde el principio.

Ahora, ha llegado el momento de  generar nuevos actores climáticos en el ámbito del agua. También de  incluir a sus protagonistas de siempre en el discurso climático.

¿Cómo se articulará la arquitectura del financiamiento climático multilateral? Con integridad y  responsabilidad. También con un aparato sancionador implacable para los rebeldes. Y transfiriendo la toma de decisiones de la financiación climática  a cada país implicado.

Constituyendo comités de coordinación nacional con la sociedad civil, muy implicada en su funcionamiento. Y estos comités deben de contar con asesores expertos internacionales y regionales. Para que aporten todo lo que pueda suplir las carencias locales. Ya existe una guía para la evaluación de la gobernanza del agua. Se trata de la de Jacobson et al., de  2013. Y podrá ayudar, entre otras cosas, a diseñar enfoques de múltiples partes interesadas. Que serán la base en la que descansará  la rendición de cuentas. También constituirán una excelente plataforma para el escrutinio público. Y realizar evaluaciones de gobernanza para la reforma.

Solo queda relacionar las recomendaciones a seguir para ligar con un vínculo indestructible la financiación del cambio climático y la integridad en el sector del agua. Estas son las recientemente publicadas que reproducimos íntegramente:

  1. 1. La participación efectiva de la sociedad civil y las comunidades, especialmente aquellas que son particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático, es imperativa en los procedimientos nacionales para acceder al financiamiento climático. Lo es especialmente en el agua, ya que dichos procedimientos tienen impactos directos en las comunidades vulnerables
  1. A medida que se instituyen procesos a nivel nacional, es importante promover y apoyar la transparencia en las políticas. También los mecanismos de divulgación de información y aquellos para el manejo y reporte de quejas. Con el desarrollo continuo de proyectos de agua, es necesario incluir medidas anticorrupción e integridad desde el diseño hasta la implementación. Lo mejor es que  sigan un enfoque de tolerancia cero contra la corrupción. Hay que contar con los principios de gobernanza del agua de la OCDE. Porque  son un conjunto de principios universalmente aceptados. Y solo ellos pueden guiar el diseño y la implementación de proyectos de agua.
  1. En el caso de los proyectos, es importante asegurar la participación efectiva de las comunidades vulnerables en todas las etapas. Desde la selección del proyecto hasta la implementación y el seguimiento. Esto aumentará la probabilidad de una mayor integridad y también permitirá la entrega de un proceso justo y eficaz.
  1. Se recomienda a los socios para el desarrollo que continúen exigiendo altos estándares de responsabilidad y transparencia, de los demás socios. Sobre todo en proyectos bilaterales. También que reaccionen en consecuencia si no se cumplen estos estándares.
  1. Se recomienda que las herramientas de integridad disponibles en el sector del agua o el clima  se utilicen y adapten. Se trata de las necesarias para la evaluación de riesgos de corrupción e integridad,. Pero también las gestión de integridad y  pacto de integridad. Deben integrarse en el diseño de proyectos hídricos y de proyectos climáticos en general.
  1. Dado que se brinda apoyo para la preparación para el desarrollo de capacidades, puede incluir un enfoque adicional en:
  2. a) capacidades para mantener altos estándares de transparencia, rendición de cuentas y participación, y
  3. b) incluir actores especializados

El futuro del agua exige mucho de todos para que garantice ser mejor que el presente. Debe garantizar la ausencia de prácticas corruptas por parte de gestores y actores implicados en la construcción y el diseño de las infraestructuras necesarias para adaptarnos al calentamiento global. Y también a la superpoblación y la concentración de la población en grandes ciudades. Por eso la transparencia es la mejor herramienta para conseguirlo. Como en todos los ámbitos de la vida, el futuro del agua sin corrupción también está en nuestras manos.

 

Lorenzo Correa

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