Cómo adelgazar bebiendo agua


Adelgazar se ha convertido en un desiderátum para muchos seres humanos que viven en los países más desarrollados de la tierra. Para que esta aspiración resulte posible es imprescindible contar con algo tan sencillo como beber agua en cantidad suficiente y en el momento adecuado.

Mientras que muchos habitantes de este mundo se obligan a pasar hambre para tener una figura más atractiva y mejor salud, la octava parte de la población mundial la pasa sin necesidad de prescindir de ningún capricho para su paladar. Vivimos en un mundo de contrastes, en el que los delgados quieren estar más gordos y viceversa. Pero la realidad es que el hambre (como la sed), aumenta al mismo ritmo que la población mundial. Y el ansia por perder peso, también.

Por eso, adelgazar es complicado para quien puede comer tres veces (o las que desee), cada día. Y engordar también lo es para quienes no pueden darse ningún banquete. Respecto a los pudientes,  el mercado nos inunda de publicidad de productos milagrosos, avalados o no por la farmacopea. Y ante ellos se desarrolla un lucrativo negocio que, paradójicamente, da de comer (esperemos que bien), a muchas familias.

Sin embargo, además de polvos, pastillas y otras recetas, de gimnasios  y dietas milagrosas, hay algo muy sencillo que puede ayudar bastante a quien necesite adelgazar. Se trata, claro está, del agua.

En primer lugar, veamos cómo el agua influye en la obesidad. Investigadores de la facultad de medicina Anschutz de la Universidad de Colorado, descubrieron recientemente  que la fructosa estimula la liberación de vasopresina, una hormona relacionada con la obesidad y la diabetes. Pero comprobaron también que el agua puede eliminar esa hormona y evitar que engordemos. Aunque por ahora, solo hay evidencias en ratones.

Las personas obesas alcanzan muy a menudo un nivel alto de vasopresina sérica. Y lo que hace esta hormona es reabsorber el agua contenida en la orina. Pero como la grasa también produce agua metabólica, el resultado es que la vasopresina puede ayudar a aumentar la acumulación de grasa.

Como la fructosa estimula la vasopresina, cuanta más tengamos, más estaremos facilitando la diabetes y la obesidad.

Los investigadores suministraron agua azucarada rica en fructosa a los ratones, y descubrieron que estimulaba al cerebro para producir vasopresina. Ésta almacenaba el agua en forma de grasa, provocaba deshidratación y obesidad. Sin embargo, si se les daba agua sin azúcar, adelgazaban.

La importancia clínica de este trabajo es que puede alentar estudios para evaluar si los simples aumentos en la ingesta de agua pueden mitigar efectivamente la obesidad y el síndrome metabólico

¿Qué podemos hacer para adelgazar con agua? Adelgazar, en principio, es un proceso sencillo. Lo único que hay que hacer es gastar más calorías de las que consumimos. Reduzcamos la carga calórica de lo que ingerimos y adelgazaremos. Pero no es tan fácil. Porque hay que luchar contra la inercia corporal a mantener su peso. Eso es la homeostasis, que se controla, como acabamos de comprobar con la investigación citada,  desde el hipotálamo de nuestro cerebro. Por eso, si iniciamos una dieta,  nuestro cuerpo reaccionará para conservar su energía.

Para ayudarnos está la industria de quienes velan por que seamos capaces de adelgazar. La verdad es que mueven bastante dinero para conseguirlo. Por ejemplo, solo en EEUU, unos 72.000 millones de dólares anuales.

Gastamos nuestro dinero en iniciar dietas, milagrosas o efectivas. En acudir al gimnasio con ánimo de sudar la camiseta siguiendo tablas ejercicios destinadas a rebajar peso. O en visitar una clínica especializada donde la cirugía reducirá nuestro estómago. Sin olvidar los suplementos alimenticios que nos prometen conseguir una figura estilizada y una salud excelente. Pero nos  olvidamos de algo más sencillo y barato. Consumir más agua al día.

Muchas personas han sentido el amargo sabor del fracaso cuando han comprobado que el tratamiento que habían iniciado para adelgazar  no era tan efectivo como creían. Otras, no han tenido la constancia ni la voluntad necesarias para continuar acudiendo al gimnasio. O no se atreven a someterse a una intervención quirúrgica. En el peor de los casos, un tratamiento caro no ha dado los resultados esperados. Pero el sabor del fracaso es aún más amargo en estos casos, porque les ha costado dinero.

Por eso, para alegrar algo a los fracasados en este comienzo de año, nos ocupamos de dar valor a un tratamiento alternativo, también complementario, que ayuda a adelgazar con un coste bajísimo. El consumo adecuado del agua adecuada. Porque este sencillo hábito puede ayudar a alcanzar y mantener el peso ideal.  Comprobemos cómo se puede llegar a subir a la báscula y tener una alegría

Uno de los motivos principales por el que este tratamiento funciona es debido al poder que el agua tiene de reducir el apetito. Normalmente, a la hora de comer, nuestro estómago está vacío y percibimos claramente sus gritos de auxilio para llenarlo con comida. Este clamor, viene de nuestros ancestros. Ellos tenían que hacer mucho ejercicio físico para sobrevivir  y cuando podían saciar su hambre, lo hacían con prodigalidad, porque no sabían cuándo podrán volver a comer. Hoy en día, este atávico hábito, unido a las dietas tan calóricas que llevamos, produce un aumento paulatino del perímetro de la cintura directamente proporcional al grado de  sedentarismo

¿Cómo podemos aminorar el ansia de comer más de la cuenta? Dándole a entender al cerbero que estamos hastiados, mediante la simple ingestión de un generoso vaso de agua antes de comer.  Será más efectivo cuanto menos  jóvenes seamos. Y los datos lo confirman. Porque con solo beber medio litro del agua antes de la comida, se consigue adelgazar de manera importante. Hasta un 44% más de peso perdieron los que lo hicieron durante un ensayo, respecto a los que no lo hicieron. Con una dieta similar en todos los participantes, consiguieron adelgazar más los que ingirieron agua en estas cantidades.

Gracias a la termogénesis, nuestro organismo puede generar calor. Lo hace mediante reacciones metabólicas, cuyo principal ejemplo es hacer ejercicio. El agua, como producto  termogénico, es capaz de activar receptores específicos en las células, que las hacen creer que el cerebro les pide que eleven la producción de calor, por medio del consumo de ácidos grasos de las reservas corporales. Así la grasas inician un incremento del calor y se reducen.

Por eso nuestro cuerpo quema calorías cuando procesa agua, sobre todo si está a menos de 22º. Bebiendo medio litro de agua, aumentamos la tasa metabólica en un 30% durante un período de tiempo, y si son 2 litros, se puede aumentar la quema de calorías en casi 100.

En hombres, los lípidos representaron la fuente primaria de energía que permitió el incremento del metabolismo. Por su parte, en el caso de las mujeres, los carbohidratos fueron principalmente los utilizados como fuente energética.

Claro que tan importante es el volumen ingerido como el momento en el que se consume. Porque nuestro cerebro necesita cerca de un cuarto de hora para asimilar que el estómago está satisfecho. Por eso es tan eficaz beber agua entre 20 y 30 minutos antes de comer, si pretendemos adelgazar.

Además el agua ayuda a la digestión, porque estimula a nuestro cuerpo para que absorba nutrientes. Sin olvidar que también mejora nuestra salud metabólica. Porque equilibra los niveles combinados de azúcar en sangre, triglicéridos y colesterol de lipoproteínas de alta densidad. Y también provoca un alivio en la presión arterial, reduciendo el perímetro de la cintura.

Muchos candidatos a adelgazar se preguntan por la importancia del consumo de azúcar y ven en él  uno de los principales enemigos para impedirlo. La tendencia de nuestro cuerpo a deshidratarse según consume energía, además de sed, para recuperar el agua perdida, provoca deseo de ingerir algo dulce. Y ese deseo es la señal de alarma de que la deshidratación se está agravando

Y es que si no nos hidratamos correctamente, el cerebro vuelve a ser engañado. Porque una hidratación errónea, impide que nuestras células liberen el glucógeno que contienen en forma de este tipo de carbohidratos que aguardan en la despensa celular la llamada de la sed.

Entonces, el cerebro engañado, busca energía externa, al no poder ser capaz de encontrarla en las células. Y nuestra imaginación comienza a recibir imágenes de heladas bebidas refrescantes, granizados o sorbetes. Demasiado tentadoras como para no asaltar el refrigerador.

En estos casos, un buen vaso de agua fría, evita que la tentación se consume con secuelas lesivas para nuestro organismo. Nos ayuda a adelgazar, al reducir el consumo del azúcar contenido en esos refrescos o helados. O de carbohidratos, como los presentes en la bollería. Solo con un generoso vaso de agua fría, moderaremos el consumo es estos productos azucarados.

El argumento para demostrar que el agua ayuda a adelgazar, se basa en que ésta puede sustituir a muchas bebidas carbonatadas azucaradas. Un ciudadano instalado en la sociedad del bienestar,  bien alimentado, puede llegar a consumir anualmente casi 150 litros de estos refrescos. Lo normal es que, al  consumirlos ingiera jarabe de maíz de alta fructosa, utilizado para endulzarlo. Y ya sabemos lo que pasa con la fructosa

Afortunadamente, las investigaciones que se vienen publicando, ayudan mucho este componente se utilice cada vez menos. Y por eso cada vez es más reemplazado por otros endulzantes menos “agresivos” para quien quiere adelgazar. Aunque su presencia se ha reducido en casi una cuarta parte desde el comienzo de este siglo, aún sigue endulzando muchas bebidas. Precisamente,  las que consumen millones de personas. Y suponen una de las principales fuentes de calorías de estos individuos.

Por ello, si un consumidor de 2 latas de refresco diarias, equivalentes a un volumen de 0,66 litros, las sustituye por agua, el resultado es interesante. Porque podría adelgazar 1 kg por mes. Y eso sin necesidad de cambiar ningún otro hábito de su vida cotidiana. Ni alimenticio, ni de realización de ejercicios físicos específicos. Para los amantes de la cerveza, si son capaces de alternar entre botella y botella, un vaso de agua que las sustituya, ahorrarán calorías, dinero  y secuelas de la resaca. Solo se trata de beber la mitad en forma de cerveza y la otra en forma de agua.

Sin embargo, no hay que preocuparse por consumir más agua de lo “normal”, por supuesto sin excederse. Porque está demostrado que aunque parezca mentira, un mayor consumo de agua ayuda al organismo a desprenderse del exceso de agua almacenada donde ya sabemos.

Por el contrario, cuando la hidratación es baja y en la dieta es el sodio quien está muy alto, la retención de agua que esta combinación provoca, puede afectarnos bastante. A veces, con sensación de pesadez, pero también con problemas más graves como inflamación de las extremidades. Y en casos excepcionales, problemas circulatorios

Afortunadamente, solo hay que hidratarse mejor para evitar el estreñimiento, arreglar problemas digestivos  y, por supuesto, adelgazar. Porque el agua justa, es una fuente de bienestar corporal.

Así que podemos adelgazar aumentando nuestro consumo de agua, para reemplazar el de otros líquidos que seducen a nuestro paladar, pero acaban perjudicándonos. Es el efecto termogénico del agua.

Para adelgazar, sin duda hay que reducir la ingesta de alimentos y aumentar la actividad física. Esto es indudable. Pero a veces no es fácil, ni tenemos la suficiente fuerza de  voluntad para hacerlo. Por eso, el agua, puede ayudarnos a facilitar las cosas. Es un complemento ideal con resultados sorprendentes. Comer menos, hacer ejercicio y beber más agua en el momento adecuado. Esa es la receta más agradable para perder peso y ganar salud.

 

Lorenzo Correa

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2 Respuestas a “Cómo adelgazar bebiendo agua”

  1. Hay un tema interesante que es el de beber agua o no durante las comidas.
    En muchos países africanos no beben durante la comida y dicen también que es mejor para digerir.

    Buen inicio de 2021, pasado por agua ; )

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