Así contribuyen los inodoros a combatir el cambio climático.


 

El próximo jueves, como cada 19 de noviembre, se conmemora en todo el mundo uno de los días más importantes dedicados a aspectos relacionados con el agua. Se trata del que tiene como objeto concienciar tanto a gestores como a usuarios sobre uno de los aspectos claves que determinan su futuro. Aunque a algunos pueda sonarles algo escabroso, el objeto de este día mundial es imprescindible para nuestra vida cotidiana y constituye un enorme problema para quienes no pueden disponer de él. Nos referimos al inodoro.

Este adjetivo, que en español su utiliza para aludir a todo lo que no tiene olor, también es la  palabra con la que se designa al aparato sanitario que usamos para evacuar los excrementos y la orina. Porque dispone de un sifón que evita los malos olores.

También como cada año desde que se comenzó a celebrar en 2001, la celebración mundial de la concienciación sobre el inodoro tiene un lema. El del año 2020, es ”Saneamiento sostenible y cambio climático”. Muy apropiado para el año de la pandemia, en el que también la gran potencia estadounidense parece que volverá a cambiar su política climática de acuerdo con el resultado de las elecciones recién celebradas.

Si recuerdan, el lema del año pasado incitaba a conseguir que nadie careciera de inodoro. ¿De cuántos nos olvidaríamos si no tuviéramos presente este lema? Pues ni más ni menos, que de 4.200 millones de personas que carecen de retretes con las mínimas condiciones de salubridad e higiene. El 40% de la población mundial. Y que, por ello, además de poner en riesgo su salud, carecen de dignidad. Porque la higiene es un derecho humano. Y la dignidad es el fundamento indiscutible de los derechos humanos.

Este año, se pretende dar un paso más. Y concienciar  a todos de que, aunque tuviéramos inodoro, su supervivencia estaría amenazada por el cambio climático. Es decir, que además de tenerlo, hay que conservarlo y evitar que su mal funcionamiento afecte a nuestra salud y al medio.

No está mal avanzar con los lemas. Porque sobre todo, nos van ayudando a descubrir más cosas sobre la importancia de tener un retrete adecuado en nuestras vidas. Pero antes de ocuparnos del lema del 2020, recordemos algo. 673 millones de personas en nuestro planeta, aún defecan al aire libre. No tienen ningún tipo de inodoro. Si a ello le sumamos los 3.000 millones que no tienen dispositivos para lavarse las manos, podremos entender mejor hasta donde llega el riesgo de epidemia higiénica.  El resultado de la suma se traduce en unas  nefastas secuelas de ausencia de dignidad.

Las epidemias más de moda son la diarrea, con casi medio millón de muertes anuales. Y la Covid- 19, que sigue incrementando cada día el número de víctimas. Hace falta financiación para retretes y por supuesto para “comprar” dignidad  y salud.

En este sentido, celebramos y divulgamos la reciente  publicación  de un manual. El que predica con el ejemplo de lo que hay que hacer y deja atrás la inútil consigna del “se debería hacer”.

Se trata del Manual “Derecho al agua y al saneamiento: Servicios inclusivos universales”. Su gestor , el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Supone una gran contribución al esfuerzo que está haciendo la parte de América más necesitada. Es decir, en meso, centro y sudamérica. ¿Para qué?. Para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible en materia de agua y saneamiento. Y solo se conseguirá garantizando el acceso a servicios seguros de agua limpia. Que además incluirá la gestión sostenible y el saneamiento realizado de manera segura para todos.

Aquí dejamos el enlace para su descarga

Como el manual, el día mundial del inodoro se inscribe en la lucha por el ODS6 de la ONU. Y, con base en los derechos humanos al agua y al saneamiento, invita a todos los actores del sector a revisar sus prioridades políticas, intervenciones y esquemas de trabajo para lograr las metas establecidas para 2030.

Para ello, el BID está promoviendo una línea de trabajo en apoyo a los gobiernos y entidades sectoriales de la región, comprometidos con la realización progresiva de los ODS, especialmente el ODS6, y su enfoque de derechos humanos.

El manual define 48 buenas prácticas. Se trata de acciones concretas y actuales, protagonizadas por actores de la región, para poder alcanzar las metas propuestas. Entre ellas, por supuesto, los inodoros adecuados y sostenibles a los que hoy nos referimos

Por su parte, ONU-Agua ya ha lanzado una  campaña pública mundial en las redes sociales.  Para que individuos, organizaciones, gobiernos, empresas, escuelas y todos los demás actores implicados  celebren este día utilizando recursos y mensajes oficiales u organizando sus propias actividades

Sigamos con inodoro, leit motiv de esta celebración anual. Los inodoros solo funcionan bien si están conectados a un sistema de saneamiento que conduce y depura  los desechos humanos. Para ello, su funcionamiento ha de ser continuo. No tienen vacaciones ni fiestas.

Pero aunque este desiderátum se consiguiera, aún hay otra amenaza para ellos. Los efectos adversos del calentamiento global. Inundaciones,  sequías y aumento del nivel del mar son armas letales para una red de saneamiento. Y para las depuradoras. ¿Han pensado cuántas de ellas deberán de ser ubicadas en cotas más altas  o lugares más seguros para que no se vean saltadas por el aumento del nivel del mar?

La planificación del futuro de los buenos gestores del agua, ya incluye enormes presupuestos para reubicarlas. Aunque hoy estén funcionando bien, ya no es suficiente con mantenerlas en óptimo estado. Muchas deberán ser construidas de nuevo en otro lugar más seguro.

Por eso el concepto de resiliencia está convirtiéndose en uno de los más  usados en conversaciones privadas, noticiarios   y redes sociales. Tanto, que este año también ha llegado a los inodoros, que a partir de ahora, deberán ser resilientes. Porque miles de millones de personas conviven con sistemas de saneamiento deficientes y vulnerables, o incluso sin ellos.

Añadamos a los sistemas de saneamiento los de abastecimiento. Más resiliencia en cuanto a desalinizadoras y potabilizadoras costeras reubicables. También para para garantizar el lavado de manos y proteger la salud. Además de para detener la propagación de enfermedades infecciosas mortales como COVID-19, cólera y tifoidea. No olvidemos que al lado de un inodoro, debe existir una instalación de lavado de manos. Son instalaciones siamesas.

Por lo tanto, un sistema de saneamiento sostenible  y resiliente, se inicia siempre en un inodoro. Pero ese adminículo debe recolectar eficientemente las excretas humanas en un ambiente seguro, accesible y digno. Y después, almacenarlas en un depósito  vaciable por un servicio de recolección. O ser enviado a la red de saneamiento que lo conducirá a la depuradora.

El siguiente paso es el tratamiento y la eliminación segura. Porque haciéndolo bien, se ahorra agua. Además, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Al no emitirse, se capturan para obtener energía. Ello ocurre al capturar el biogás generado por las secreciones  humanas y utilizarlo para producir energía más verde.  Y el agua depurada, al reutilizarse, puede beneficiar a  regantes y ganaderos. Con ella, dispondrán de un agua rica en nutrientes y en cantidad suficiente para sus procesos.

Pero volvamos al inodoro, en esta su semana. Es importante concienciar a todos de que si son los adecuados y están integrados en una red de saneamiento sostenible, además de ayudarnos a evacuar nuestras necesidades diarias, protegen la salud de todos.  Porque los desechos corporales se tratarán de forma segura. Por ello, ahora más que nunca suponen un escudo contra enfermedades, sobre todo contra la COVID19. Y, desgraciadamente, si los augurios se cumplen, también contra las epidemias que nos azoten en del futuro.

Si no lo son, no hay más remedio que utilizar lo que haya. O defecar al aire libre en su ausencia. Pero es que aunque los haya, los desbordes y las fugas de las tuberías y los sistemas sépticos, así como los derrames o el tratamiento inadecuado, pueden provocar la contaminación del medio con desechos humanos no tratados y la propagación de enfermedades crónicas mortales como el cólera. Y las  lombrices intestinales

Esta es una amenaza del futuro del agua. La otra es la incidencia directa del calentamiento global en el ámbito del inodoro. Porque sus secuelas afectan a esas infraestructuras de saneamiento que ya hemos analizado anteriormente en otros artículos. Las que se encuentran viviendo su crepúsculo. Un incremento en inundaciones pluviales, fluviales o derivadas del aumento del nivel del mar, afecta gravemente al  ámbito relacionado con nuestro tema de hoy. Porque contamina los pozos utilizados para el agua potable. Y cuando llega a los retretes, esparce las heces humanas por calles y campos. Esto significa enfermedad  y contaminación

Resumiendo. El 80% de las aguas residuales resultantes de las actividades humanas regresa al medio  sin tratamiento ni reutilización .  Por eso, se impone mejorar la gestión de los desechos humanos. Para reducir el impacto de las aguas residuales mal tratadas.

Por su parte, el objetivo de desarrollo sostenible 6 (meta 6.3) prescribe esto para 2030. «Mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando el vertido de residuos y minimizando las emisiones de productos  químicos y materiales peligrosos. Y reduciendo a la mitad la proporción de aguas residuales sin tratar. Además de aumentando significativamente el tratamiento y la reutilización segura del agua a escala global ”.

Lograr este objetivo es fundamental para crear un entorno donde el agua sea “bendita” y los medios de vida sostenibles.

La comparación entre países ricos y pobres es espeluznante en estos aspectos. Los ricos, tratan el 70% de las aguas residuales que generan. Los pobres no llegan al 38% , ni al 28% en los paupérrimos.

No queda otra opción que mejorar el acceso a las instalaciones de saneamiento y lavado de manos, sobre todo en hospitales y ambulatorios de los países más necesitados

Solo así, se lograrán  reducir las tasas de infección y muerte, especialmente entre las madres y los niños. Los baños privados higiénicos, con agua corriente limpia, lavabos y jabón, ayudarán a las mujeres y las niñas a gestionar su menstruación con seguridad y dignidad.

Que nadie olvide que más de la mitad de la población mundial, es decir, unos 4.200 millones de personas, no tienen acceso a instalaciones de saneamiento seguras. Y que  dos de cada cinco escuelas en el mundo no disponían de  instalaciones básicas para lavarse las manos antes de la pandemia de COVID-19

Recordemos también que el 40% de la población mundial, tres mil millones de personas, no tiene un dispositivo básico para lavarse las manos con agua y jabón en su casa.

Y que diariamente, más de 800 niños menores de cinco años, casi 300.000 al año, , mueren de enfermedades diarreicas debido a la falta de higiene, el saneamiento deficiente o a la carencia de agua potable insegura

Y nos despedimos con nuestros mejores augurios para un venturoso futuro del agua. Ante estas amenazas:

  • Para 2050, hasta 5.700 millones de personas podrían vivir en áreas con escasez de agua al menos un mes al año. Se generará una competencia sin precedentes por el agua. Acceso al agua (UNESCO, 2018)
  • Para 2050, el número de personas en riesgo de inundaciones aumentará de 1.200 millones a 1.600 millones (UNESCO, 2018).
  • Eventos climáticos extremos – cuya frecuencia e intensidad se espera que aumenten debido al cambio climático – han causado más del 90% de los grandes desastres en la última década (UNDRR, 2015)

Estas acciones:

  • La promoción de la higiene es la acción de salud más rentable (Grupo del Banco Mundial, 2016)
  • Un sistema de agua y saneamiento resistente al clima podría salvar la vida de más de 360.000 lactantes cada año (ONU, 2018)
  • Al limitar el calentamiento global a 1,5 ° C desde los niveles preindustriales y no a 2 ° C, podríamos reducir el estrés hídrico inducido por el clima hasta en un 50% (IPCC, 2014; 2018)

Feliz día mundial del inodoro

 

Lorenzo Correa

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